Hierbitas y caf¨¦ para desayunar
La pobreza marca la vida de los ni?os del M¨¦xico rural. Los padres batallan por darles educaci¨®n pero muchos no escapan a la necesidad de trabajar
Cada d¨ªa, Sayra se cuelga su mochila de Spiderman y se va a la escuela. En esa bolsa de 15 cent¨ªmetros no lleva nada salvo, a veces, las llaves de su casa. A sus dos a?os reci¨¦n cumplidos, acompa?a a su madre a dejar y recoger a sus hermanos mayores. Corre un cuarto de hora monta?a abajo: carretera, camino, arroyo, colegio. Y de vuelta. Carga la ilusi¨®n de ir, por fin el curso que entra, a la escuela. Es la misma que ten¨ªa su madre 20 a?os atr¨¢s, cuando ve¨ªa que sus hermanos emprend¨ªan hora y media de ruta a pie para ir a clase y ella se quedaba preparando tortillas, cuidando pollos, cortando caf¨¦ y buscando agua para que comieran algo a su regreso. Se hart¨® y se fue de casa a los 10 a?os. Quer¨ªa a ir a la escuela, pero nunca consigui¨® estudiar.
Juliana Juan tiene ahora 25 a?os y no sabe si sus hijos llegar¨¢n a la universidad, pero lo espera. Desea, al menos, que estudien. Cuanto m¨¢s tiempo, mejor. ¡°Yo no pude por falta de dinero, pero ahora, si no vas a la escuela no tienes oportunidades¡±, afirma mientras hierve agua en una fogata frente a su casa en Ayutla, un pueblo de 2.000 habitantes en el estado de Oaxaca, al sur de M¨¦xico, con una poblaci¨®n mayoritariamente campesina e ind¨ªgena.
Sayra Zaori es la tercera de tres hermanos, la ¨²ltima, de momento, de una saga Dom¨ªnguez Juan que crece en esta localidad de la sierra de Mixe, donde las monta?as chocan con las nubes, la conexi¨®n a internet lleg¨® hace un a?o y los adultos eligen a sus representantes comunitarios a mano alzada. ¡°S¨ª, quer¨ªamos tres ni?os¡±, dice Juan, que ahora lleva un DIU y viste jersey y pantal¨®n, ¡°mi esposo quer¨ªa otro, pero con la falta de dinero, no podemos tener m¨¢s¡±. El abandono paulatino de la agricultura por trabajos m¨¢s estables y un primer intento de inculcar la planificaci¨®n muestran una brecha generacional en esta localidad donde la mayor¨ªa de familias viven de lo que les da el campo.
La falta de dinero lo marca todo en la familia. Re¨²nen entre 3.000 y 4.000 pesos al mes (unos 200 euros) entre lo que sacan el padre y la madre. Marciano Dom¨ªnguez, de 32 a?os es carnicero de profesi¨®n pero ¨²ltimamente solo consigue trabajos espor¨¢dicos, casi siempre en el campo, de donde a veces vuelve con verduras para cenar. Juan est¨¢ en casa, cuida de vez en cuando el beb¨¦ de una maestra y vende lo que encuentra en el mercado del pueblo de los domingos: ropa usada que le manda su hermana del Distrito Federal, la capital del pa¨ªs, u objetos que ella misma produce con materiales reciclados: ¡°Las flores de palo se venden bien porque como no hay que regarlas, duran mucho¡±, celebra.
Cartilla de Sayra
1. Nombre y fecha nacimiento: Sayra Zaori Dom¨ªnguez Juan, 29 de octubre de 2012
2. Pero al nacer / ahora: 3,95 kilos / 11,5 kilos
3. Lactancia: S¨ª. Un a?o
4. Posici¨®n entre los hijos: tercera y ¨²ltima
5. Padres: Marciano Dom¨ªnguez, Ayutla (Oaxaca), 32 a?os, campesino y Juliana Juan, Ayutla (Oaxaca), 25 a?os, ama de casa
6. Revisiones m¨¦dicas: 1
7. Hospital: Hospital B¨¢sico Comunitario de Tamazul¨¢pan del Esp¨ªritu Santo (Oaxaca), a 2 kil¨®metros de Ayutla
8. Pediatra: No tiene. La enfermera del centro de salud de su localidad le controla el peso y el ¨²nico doctor que hay en este centro atiende tambi¨¦n a los ni?os en caso de necesidad
9. N¨²mero de controles m¨¦dicos: 11 (una revisi¨®n general y el resto "control nutricional" o vacunas)
10. Enfermedades pasadas: ninguna grave
11. Vacunas: BCG - tuberculosis, hepatitis B, petnavalente acelular DPaT + BPI + Hib - disferia, tosterina, t¨¦tanos, poliomielitis e infecciones por h influenza b, rotavirus, neumoc¨®cica conjugada, influenza, SRP - sarampi¨®n, rubeola y parotiditis
12. Alimentaci¨®n: un a?o de lactancia. Ahora: Desayuno: caf¨¦ y "hierbitas" (un vegetal parecido a la lechuga que crece en la zona). Comida y cena: sopa de tomate con pasta, frijol, arroz y tortillas de ma¨ªz. Antes de dormir, un vaso de leche los d¨ªas que consiguen comprarla
13. Cuidados: padres, especialmente la madre
14. Guarder¨ªa: no va.
15. Dotaci¨®n de la casa y el barrio donde viven:? au hogar est¨¢ hecho de ladrillo y madera, tiene una habitaci¨®n con dos camas y un armario y una cocina. Su pueblo, San Pedro y San Pablo Ayutla, tiene unos 5.000 habitantes, un centro de salud y el Ayuntamiento es comunitario. La principal actividad econ¨®mica de la localidad es la agricultura.
16. Juguetes: un mu?eco de pl¨¢stico, una pelota, una silla, una taza y el trapo de cocina de su madre, que le encanta
17. D¨®nde y cu¨¢ndo va a ir a la escuela: el curso que viene (septiembre de 2015) entra en la escuela p¨²blica preescolar de San Pedro y San Pablo Ayutla, su pueblo.
18. Qu¨¦ esperan los padres ella: poder darle la oportunidad de estudiar para que ella sea lo que quiera ser.
Tambi¨¦n los ni?os contribuyen a la econom¨ªa familiar desde que sus manos se lo permiten. Carlos Uriel, de cinco a?os, es el primog¨¦nito y los fines de semana y durante las vacaciones acompa?a a su padre al campo: ¡°Desde que cumpli¨® cinco lo mandamos a cuidar chivos, limpia, barre, acumula le?a¡ si no va con su pap¨¢, se queda ac¨¢ conmigo, pero lo pongo a trabajar. Ahorita hay ni?os que no hacen nada, no los ponen a hacer nada y no saben hacer nada¡±. ?l sabe c¨®mo calmar a su hermana peque?a cuando llora y saca la libreta de tareas despu¨¦s de comer para dejar los deberes hechos ya el viernes por la tarde. Le gusta mucho la escuela y, de mayor, quiere ser alba?il y comprarse un celular y un terrenito donde construir una casa m¨¢s grande que la que tienen sus padres. ¡°Cuando se porta mal y le digo que lo voy a sacar de la escuela y lo voy a mandar con su pap¨¢, chilla¡±, cuenta Juan, orgullosa de que a sus ni?os les guste tanto estudiar. En el campo, en M¨¦xico, a los peque?os no se los achucha, se los quiere, se los educa y a correr. Uno de cada ocho menores del pa¨ªs trabaja. Uno de cada cuatro de ellos, tienen menos de 13 a?os, seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales.
Juliana Juan dio a luz por primera vez a los 20 a?os, una edad razonable en una zona donde muchas mujeres se quedan encintas durante la adolescencia. Su segundo parto, el de Dulce Esmeralda, ahora de tres a?os, fue en casa casa. ¡°No me dio tiempo a llegar¡ ?ni dolores me dio!¡±, exclama. Este tipo de partos imprevistos y apresurados, incluso en la calle, de camino al hospital o en una sala de espera por falta de atenci¨®n m¨¦dica, son habituales en M¨¦xico.
El 29 de octubre de 2012 lleg¨® tercera. Juliana Juan entr¨® al hospital, pari¨®, pas¨® 24 horas en observaci¨®n y se fue por donde vino con la criatura en brazos. La ni?a pes¨® 3.950 gramos y no volvi¨® a pisar ese hospital, en Tamazul¨¢pam del Esp¨ªritu Santo, una localidad a dos kil¨®metros de Ayutla. Nunca ha padecido una enfermedad grave y, cuando tiene alguna ¡°gripita¡±, la llevan al centro de salud del pueblo, pero no siempre la puede ver el m¨¦dico, un doctor en pr¨¢cticas que va rotando cada varios meses. ¡°A veces le dan alg¨²n medicamento, no m¨¢s. Otras, nos dicen que no volvamos o porque tienen demasiada gente o porque se acab¨® el horario¡±, sonr¨ªe la madre. Enciende la cadena de m¨²sica y suena un disco alegre de un cantante de Ayutla que la hace bailar con su ni?a, de ojos grandes, negros y una sonrisa que cepilla dos veces al d¨ªa.
En Ayutla no hay pediatras. Es el mismo doctor el que se encarga de rellenar una cartilla m¨¦dica en la que constan seis visitas para controlar el peso: cinco kilos y medio a los dos meses, seis a los cuatro, seis y medio a los seis¡ 11,5 kilos en su ¨²ltima revisi¨®n, en mayo de este a?o. El m¨¦dico califica de ¡°normal¡± la evoluci¨®n del peso del beb¨¦, que tiene todas sus vacunas al d¨ªa: tuberculosis, hepatitis B, t¨¦tanos, diarrea, infecciones por neumococo, influenza y sarampi¨®n y rubeola.
La casa donde viven se la compraron a plazos a un se?or que necesitaba dinero hace dos a?os. Y la siguen pagando. Es un cub¨ªculo de cinco metros por dos, con una tabla de madera y varios cartones por ventana a la que a?adieron, con maderas una segunda estancia donde tienen la cocina. El ba?o est¨¢ fuera de la casa, tiene las paredes de hojalata y unos cubos de agua helada para tirar de la cadena. Los ni?os llevan doble pantal¨®n y forro polar y, para dormir, se cubren con varias mantas pese a que los cinco comparten dos camas en un cuarto donde solo sobra espacio para un armario.
La falta de dinero lo marca todo en la familia. Re¨²nen entre 3.000 y 4.000 pesos al mes (unos 200 euros)
Despu¨¦s de un a?o de lactancia, Sayra desayuna caf¨¦ y hierbitas, como llama su madre a la mortaza, un vegetal salvaje comestible que crece en el campo. Juan prepara durante la ma?ana una sopa de tomate con pasta que sus hijos toman por la tarde y por la noche. Antes de ir a dormir, un vaso de leche, si hay: ¡°Est¨¢ bien cara¡±, se queja su madre. Frijol, arroz y tortillas de ma¨ªz completan una dieta en la que la carne es un invitado de honor: ¡°Nosotros no llegamos y comemos pollo. Solo cuando al pap¨¢ le va bien. Igual una vez al mes, o m¨¢s¡¡±, explica. Las verduras que le regalan sus padres, agricultores en un rancho a unos kil¨®metros le permiten tambi¨¦n preparar una cena m¨¢s rica de vez en cuando. Ahora tiene naranjas y chayotes que aguantan desde la semana anterior, del D¨ªa de Muertos, una fecha que se celebra en M¨¦xico con la intensidad que se festeja la Navidad en Espa?a, y fueron a visitar a su familia. A la vuelta del paseo al colegio, sin embargo, Sayra se queda dormida sin comer.
Juega con el trapo de su madre, se sienta en una silla de latas recicladas y orina a¨²n en el pa?al. Balbucea palabras como ¡°mam¨¢¡±, ¡°pap¨¢¡±, ¡°agua¡± y ¡°cola¡± y algunas m¨¢s en mixe, la lengua ind¨ªgena que se habla en la zona y la ¨²nica que habla su abuela. Sayra hablar¨¢ mixe, asegura su madre, pero la nueva generaci¨®n pone cada vez m¨¢s obst¨¢culos para aprender el idioma local y sus sue?os se alejan de un modelo de vida tradicional dependiente de la naturaleza.
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