?Cu¨¢l es el plan?
Limitarse a criticar a Artur Mas no responde al conflicto latente ni soluciona los problemas
El Gobierno se ha dejado arrebatar la iniciativa. Tanto el presidente como otros pol¨ªticos del PP han descalificado el paso dado por Artur Mas y Oriol Junqueras para celebrar elecciones en Catalu?a el 27 de septiembre, consider¨¢ndolo como la prueba del fracaso del presidente de la Generalitat y de su inoperancia como gobernante. Puede ser. Es m¨¢s, seguramente lo es. Pero lo cierto es que la t¨¢ctica de esperar a que los dem¨¢s se muevan no hace desaparecer los problemas. Al contrario, estos vuelven a la casilla de salida.
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Ni Rajoy ni sus colaboradores directos han contestado a las 23 peticiones que Mas plante¨® en su encuentro del 30 de julio con el presidente del Gobierno. ?Por qu¨¦? No ten¨ªan que ver con la reclamaci¨®n independentista. Abarcaban desde una reforma financiera a la mejora de infraestructuras, y Rajoy se comprometi¨® a considerarlas, pero han pasado m¨¢s de seis meses sin contactos entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat.
La cuesti¨®n no puede reducirse a esperar el resultado judicial de la querella contra Mas, en la perspectiva de su eventual inhabilitaci¨®n. El proyecto de elecciones y los preparativos soberanistas obligar¨¢n a los ciudadanos de Catalu?a a tomar decisiones, con el riesgo de que esto acelere el conflicto latente entre ellos, adem¨¢s del problema que supone para el conjunto de los espa?oles.
Tras el lanzamiento del proyecto electoral por Mas ¡ªel tercero en cinco a?os, se dice pronto¡ª, Rajoy podr¨ªa verse afectado en su propio calendario. Pero eso no es lo m¨¢s importante. La cuesti¨®n central es la oferta que esperan los muchos catalanes que no quieren el independentismo ni se conforman con el statu quo. La calma con que se lo toma el Ejecutivo resulta excesiva frente a unos pol¨ªticos soberanistas cargados de planes y sobrados de ma?as, que pretenden vender la ilusi¨®n de dedicar los ocho pr¨®ximos meses a la construcci¨®n de ¡°estructuras de Estado¡± y a la realizaci¨®n de ¡°actos de soberan¨ªa¡±.
La hip¨®tesis de una severa erosi¨®n de la cohesi¨®n ciudadana y del propio Estado encierra el suficiente peligro como para que el tratamiento de la cuesti¨®n sea el de un problema importante. Bien est¨¢ que se detallen las facilidades financieras prestadas a Catalu?a para superar su problema de liquidez, pero no es la ¨²nica autonom¨ªa afectada por ello. Tampoco sirve de mucho denunciar l¨ªneas rojas cuando no se muestra ninguna l¨ªnea verde, como podr¨ªan ser la mejora del autogobierno aut¨®nomo, una financiaci¨®n singular (pero solidaria), la asunci¨®n de la lengua y la cultura catalanas como una riqueza para todos o la instalaci¨®n de un futuro Senado federal en Catalu?a, en la perspectiva de una reforma de la Constituci¨®n.
Hay que reiterarlo cuantas veces haga falta: los asuntos de Estado requieren di¨¢logo, negociaci¨®n y b¨²squeda de consensos. Si al PP no le gustan los proyectos de los otros actores pol¨ªticos, estar¨ªa bien que explicara el suyo de una vez.
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