Fracaso de Mas, ocasi¨®n para todos
Las elecciones de septiembre, convocadas por el presidente catal¨¢n, alargan demasiado el periodo de provisionalidad. Pero tambi¨¦n son una oportunidad para acabar de una vez con la turbulencia pol¨ªtica
?La ins¨®lita convocatoria de las elecciones auton¨®micas catalanas a ocho meses vista supone, ante todo, un fracaso de CiU y de Artur Mas y un triunfo de Junqueras y Esquerra Republicana. S¨®lo hay que ver la foto del momento en que fue anunciada.
Como es sabido, en los sistemas parlamentarios, la disoluci¨®n del Parlamento y la convocatoria de elecciones suelen ser competencia exclusiva de los presidentes del Ejecutivo. As¨ª es en Espa?a, y tambi¨¦n en Catalu?a, aunque no en otras comunidades. Pues bien, Artur Mas anunci¨® la convocatoria flanqueado por Oriol Junqueras y por las presidentas de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y de Omnium Cultural, Carme Forcadell y Muriel Casals, respectivamente, as¨ª como por el presidente de la Asociaci¨®n de Municipios por la Independencia, Josep Maria Vila d¡¯Abadal. El presidente catal¨¢n hab¨ªa estado reunido con todos ellos durante las cinco horas previas al anuncio. Tras dos meses de desencuentros e indecisiones, Artur Mas se hab¨ªa rendido. Renunciaba a prolongar su mandato y, tambi¨¦n, a su prerrogativa estatutaria de disolver y convocar libremente: hab¨ªa pactado con los all¨ª presentes la fecha electoral y las l¨ªneas generales de un plan sobre el camino a recorrer de ahora en adelante hasta alcanzar la hipot¨¦tica independencia.
La derrota de Mas se refleja bien en las im¨¢genes del acto: la efusividad perfectamente descriptible de la encajada de manos con Junqueras y, un paso atr¨¢s, entre ambos pol¨ªticos, la cara de satisfacci¨®n de Carme Forcadell, la mediadora necesaria del acuerdo debido a su capacidad para organizar movilizaciones callejeras. Como dec¨ªamos la semana pasada, la fatal decisi¨®n de Mas, en septiembre de 2012, de confundir una manifestaci¨®n con todo un pueblo, le ha convertido en prisionero de quienes organizaron aquella manifestaci¨®n.
La parodia de consulta de noviembre demostr¨® que el independentismo es minoritario
Catalu?a es aut¨®noma pero no independiente. Mas no es ni independiente ni aut¨®nomo, quiere la independencia pero ¨¦l no lo es, sino que se encuentra estrechamente atado a las decisiones de quienes controlan la calle. Sab¨ªa que, si ahora acced¨ªa a sus peticiones, al d¨ªa siguiente le hubieran convocado una enorme manifestaci¨®n delante del Palau de la Generalitat en la que, adem¨¢s, participar¨ªan muchos miembros de su propio partido y buena parte de sus votantes.
Con su falta de autoridad, su impostada actitud de Mes¨ªas dispuesto a conducir a su pueblo hasta la independencia prometida, est¨¢ cambiando el car¨¢cter mismo de CiU, un partido ¡ªo federaci¨®n de partidos¡ª en el que cab¨ªan radicales, moderados y hasta moderad¨ªsimos, una equilibrada combinaci¨®n que Jordi Pujol consolid¨® a partir de las elecciones de 1984 al recoger buena parte del voto de UCD, reci¨¦n disuelta.
Ahora, buena parte del voto radical se ha ido a ERC y mucho voto moderado est¨¢ asustado ante las consecuencias de esta lenta marcha hacia la supuesta independencia. ¡°El negoci ¨¦s el negoci¡±, se dice en Catalu?a. Y la independencia, excepto para aquellos que no votan con la cabeza sino con los sentimientos, ¡°¨¦s un mal negoci¡±: tras echar cuentas, muchos han calculado que no les sale a cuenta. Y en Catalu?a se cuenta mucho, hasta los pasos de la sardana. CiU va reduciendo su espacio electoral justo en la medida que aumenta el de ERC. A ello no s¨®lo han contribuido los errores de Mas sino tambi¨¦n los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n pol¨ªtica: el caso Palau, incomprensiblemente atascado en los juzgados y, muy especialmente, el caso de la familia Pujol, que dar¨¢ mucho juego en los pr¨®ximos ocho meses. Junqueras se frota las manos: la centralidad del nacionalismo se est¨¢ trasladando ¡ªsi no se ha trasladado ya¡ª hacia su partido. La CiU de otros tiempos puede pasar a la historia.
Las elecciones en septiembre no son una buena noticia porque alargan demasiado el per¨ªodo de provisionalidad en que vive Catalu?a: no s¨®lo no se gobierna, ya que toda la actividad pol¨ªtica est¨¢ abocada al proceso soberanista, sino que la incertidumbre ya est¨¢ provocando serios perjuicios econ¨®micos.
Seg¨²n datos oficiales del Registro de Inversiones, desde fines de 2010 ¡ªen que Mas gana sus primeras elecciones y se empieza a mencionar el t¨¦rmino independencia¡ª hasta septiembre de este a?o, la inversi¨®n extranjera en Catalu?a es s¨®lo una cuarta parte de lo invertido en la Comunidad de Madrid, con un peso econ¨®mico y un PIB similar. Exactamente, 42.569 millones en Madrid y 11.464 en Catalu?a. Pero ello va a m¨¢s. En los meses de enero a septiembre de 2014, la inversi¨®n extranjera ha ca¨ªdo en Catalu?a un 45% respecto al mismo per¨ªodo del a?o anterior, y las desinversiones han aumentado un 42%. En este mismo per¨ªodo, en el resto de Espa?a las desinversiones han disminuido un 56% y en la Comunidad de Madrid la inversi¨®n extranjera ha quintuplicado la de Catalu?a. Si las elecciones se hubieran celebrado en marzo hubi¨¦ramos podido acortar esta triste agon¨ªa.
Pero no ha sido as¨ª, y las elecciones de septiembre son una gran oportunidad para terminar con este per¨ªodo de turbulencias e inestabilidad pol¨ªtica. La parodia de refer¨¦ndum del pasado 9 de noviembre mostr¨® a las claras que los partidarios de la independencia eran minor¨ªa. Si esto sucede cuando todos los independentistas fueron a votar y, dado que el voto sal¨ªa gratis, tambi¨¦n acudieron a la cita muchos otros que aseguraban que si fuera de verdad pasar¨ªan del s¨ª al no, no parece nada probable que triunfe una mayor¨ªa independentista.
La incertidumbre soberanista est¨¢ causando graves perjuicios econ¨®micos
Ahora bien, para que esto suceda el planteamiento de las elecciones debe ser claro, es decir, los partidos independentistas deben fijar en su programa, de forma patente e indudable, que su plan de acci¨®n es, en caso de ganar, conseguir inmediatamente la independencia detallando el plan que debe conducir a la misma. Asimismo, los no independentistas deben expresarlo tambi¨¦n con la misma claridad y, en su caso, definir los cambios que proponen, por las v¨ªas legales, respecto a la organizaci¨®n territorial del Estado. De esta manera, con programas que no ofrezcan dudas, el elector sabr¨¢ a qu¨¦ atenerse al depositar su papeleta. Esta claridad debe trasladarse a la lectura de los resultados: ?cu¨¢l debe ser el porcentaje de unos y otros para que se consideren ganadores y perdedores?
Estas elecciones deber¨¢n ser tambi¨¦n una ocasi¨®n para el debate, para entender qu¨¦ significa para los catalanes y para los espa?oles que Catalu?a se separe de Espa?a y no forme parte de la UE. Este debate apenas se ha esbozado y en Catalu?a est¨¢ seriamente distorsionado por unos medios de comunicaci¨®n oficiales, tanto radio como televisi¨®n, que incumplen cada d¨ªa de forma escandalosa todos los requisitos de objetividad, neutralidad y pluralismo que prescriben las leyes, con el Consejo del Audiovisual de Catalu?a (CAC) mirando hacia otro lado.
Pero, adem¨¢s, este debate debe dar un salto cualitativo importante, no puede dejarse en manos de unos tertulianos profesionales que en muchas ocasiones no saben ni de lo que hablan o de unos periodistas que disparan desde su trinchera respectiva llevando a cabo m¨¢s una tarea de propaganda que de opini¨®n razonada. Ahora estamos en el momento de la verdad y es preciso que esta se averig¨¹e a trav¨¦s de informes y dict¨¢menes cuya autor¨ªa se encargue a especialistas neutrales, a poder ser extranjeros, de reconocido prestigio. El impacto de sus fundadas y argumentadas opiniones puede ser decisivo en la actitud de muchos ciudadanos catalanes que hace tiempo est¨¢n esperando que alguien con autoridad en su ¨¢mbito de conocimiento ¡ªecon¨®mico, financiero, jur¨ªdico, hist¨®rico o pol¨ªtico¡ª les diga la verdad de los hechos y les oriente cara al futuro.
Por tanto, para concluir, estamos ante una gran ocasi¨®n: ya no contaremos manifestantes sino votos que ser¨¢n emitidos en elecciones legales, ante perspectivas que deben ser claras, por ciudadanos que deben contar con la informaci¨®n necesaria para saber las consecuencias de los mismos.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional
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