Ese dolor llamado Hait¨ª (2? parte)
Vecinos
Hait¨ª y Rep¨²blica Dominicana dividen una misma isla del Caribe separada por 360 kil¨®metros de frontera y muchas d¨¦cadas de odio.
Los grupos dominantes de ambos pa¨ªses han alimentado y fortalecido un desencuentro del que siempre han sacado ventajas econ¨®micas y pol¨ªticas. Las tensiones, conflictos y enfrentamientos hist¨®ricos entre estos dos peque?os pa¨ªses constituye la tr¨¢gica evidencia de la ineptitud de sus ¨¦lites para avanzar de manera conjunta en pol¨ªticas de desarrollo que ampl¨ªen los niveles de bienestar y justicia social que sus fr¨¢giles y casi siempre inestables democracias nunca han garantizado a las grandes mayor¨ªas de un lado o del otro de la frontera. Estados Unidos, que invadi¨® ocasionalmente ambos pa¨ªses, siempre se ha beneficiado de esta enemistad. Adem¨¢s, la permanente ruptura del di¨¢logo y de los acuerdos entre ambos pa¨ªses, revela un faceta inocultable de la incapacidad que las naciones latinoamericanas han tenido para consolidar procesos de integraci¨®n y cooperaci¨®n regionales que superen los conflictos end¨¦micos que se han repetido sin soluci¨®n de continuidad a lo largo de los ¨²ltimos dos siglos.
Dos pa¨ªses que comparten un mismo territorio, dos pueblos con un mismo origen, pero separados por el abismo que produce la explotaci¨®n humana, las mezquindades y arbitrariedades pol¨ªticas, la violencia y los atropellos a los derechos humanos, las injusticias y la negaci¨®n de oportunidades a los m¨¢s pobres que, en esta isla del Caribe, son casi todos. Hait¨ª y Rep¨²blica Dominicana han vivido separadas por la prepotencia de sus clases dominantes y sus largas dictaduras, por la connivencia de los Estados Unidos, as¨ª como por la poca capacidad de Am¨¦rica Latina para establecer pol¨ªticas de integraci¨®n regional que sean m¨¢s s¨®lidas que las meras declaraciones de buena voluntad.
El 12 de enero de 2010 y los d¨ªas siguientes al terremoto que destruy¨® Hait¨ª, miles de dominicanos y dominicanas se desplazaron del otro lado de la frontera. Fueron los primeros en llegar a Puerto Pr¨ªncipe, ofreciendo una generosa y desinteresada ayuda a los heridos, llevando alimentos, ropas, materiales para reconstruir las viviendas, medicamentos y una inmensa solidaridad. Fue un movimiento espont¨¢neo y heroico que, como en muchos otros momentos de la historia, puso en evidencia que los desencuentros entre ambos pa¨ªses eran producidos por sus grupos dominantes y no por sus sociedades.
La clase pol¨ªtica y el poder econ¨®mico dominicanos se esforzaron en mostrar un grado de generosidad que poco pudo ocultar su nada desinteresada presi¨®n para participar activamente en el proceso de reconstrucci¨®n de la isla. Los desastres llamados ¡°naturales¡± suelen ser, adem¨¢s de una buena oportunidad para la hipocres¨ªa, un excelente negocio para los que prometen reconstruir lo que la tierra, el viento, las olas, las epidemias o la estupidez humana destruyen.
Despu¨¦s de algunas fotos sobre los escombros, comenzaron las negociaciones y las contiendas para que las empresas dominicanas intervinieran en el pa¨ªs, benefici¨¢ndose de algunos de los millonarios contratos en d¨®lares generados por el flujo de recursos y las donaciones de la cooperaci¨®n internacional. Como intermediarias, como contratistas o como responsables de las obras, diversas empresas de ingenier¨ªa dominicanas comenzaron a asumir algunas de las obras llevadas a cabo en un pa¨ªs que a¨²n permanec¨ªa bajo los escombros. La proximidad entre ambas naciones, favoreci¨® tambi¨¦n la exportaci¨®n de ropa, materiales de construcci¨®n, medicamentos y alimentos. Hait¨ª es el segundo socio comercial de Rep¨²blica Dominicana, despu¨¦s de los Estados Unidos.
El terremoto, como no podr¨ªa ser de otra forma, impact¨® inicialmente de forma negativa en el comercio entre ambas naciones. Entre tanto, con el pasar del tiempo, aunque se fue restableciendo para la Rep¨²blica Dominicana, no gener¨® ninguna din¨¢mica de reactivaci¨®n comercial para el maltratada econom¨ªa haitiana. El inter¨¦s por reconstruir el pa¨ªs y la declarada voluntad de generar m¨¢s y mejores oportunidades de desarrollo para los haitianos, por ejemplo, deber¨ªa haber abierto un est¨ªmulo a las exportaciones hacia Rep¨²blica Dominicana en algunas de las precarias pero a¨²n activas industrias sobrevivientes al terremoto. Se trataba, sin lugar a dudas, de una excelente oportunidad para avanzar en la implementaci¨®n del siempre postergado acuerdo de libre comercio entre los dos pa¨ªses. Nada de esto ocurri¨®. Quien visite Puerto Pr¨ªncipe encontrar¨¢ en sus supermercados una gran variedad de productos dominicanos, tambi¨¦n franceses, canadienses y norteamericanos. Por el contrario, qui¨¦n visite Santo Domingo, no encontrar¨¢ productos haitianos en ning¨²n supermercado. Tampoco seguramente los encontrar¨¢ en un supermercado franc¨¦s.
Casi siempre ha sido as¨ª: cuando a los haitianos les va mal, a otros les va bien.
Una de las principales razones en la generaci¨®n de conflictos entre ambos pa¨ªses, ha sido el desplazamiento de haitianos hacia Rep¨²blica Dominicana, con el objeto de trabajar en la industria de la construcci¨®n o en el servicio dom¨¦stico. Los empresarios y los sectores pol¨ªticos conservadores dominicanos acusan a Hait¨ª de no controlar a su poblaci¨®n, que se desplaza clandestinamente a trav¨¦s de la frontera para trabajar en el pa¨ªs vecino. Se sostiene, casi sin ning¨²n tipo de fundamento, el repetido argumento de que la fuerza de trabajo haitiana, indocumentada y v¨ªctima de una cr¨®nica penuria, le quita empleos a la poblaci¨®n dominicana, aceptando trabajar por salarios que no llegan a los cien d¨®lares mensuales.
Podr¨ªa suponerse que, en virtud de las condiciones producidas por el terremoto, y ante la necesidad de reconstruir el pa¨ªs, las empresas de ingenier¨ªa dominicanas que comenzaron a actuar en Hait¨ª, contratar¨ªan fuerza de trabajo haitiana e, inclusive, promover¨ªan un proceso de repatriaci¨®n de los miles de obreros de la construcci¨®n haitianos que act¨²an del otro lado de la frontera, permiti¨¦ndoles ahora una oportunidad de empleo seguro en su propia tierra. Tampoco esto ocurri¨®. Mientras en Rep¨²blica Dominicana trabajan miles de haitianos en condiciones de semiesclavitud, las empresas dominicanas de ingenier¨ªa que act¨²an en Hait¨ª contratan trabajadores dominicanos. Los haitianos pasan la frontera sin papeles para trabajar por salarios miserables, mientras, en sentido contrario, los dominicanos cruzan legalmente la frontera para trabajar en las obras llevadas a cabo por las empresas de ingenier¨ªa que participan en la ¡°reconstrucci¨®n¡± de Hait¨ª.
Los proceso de movilidad humana, como las tragedias ¡°naturales¡±, casi siempre abren oportunidades para buenos, aunque s¨®rdidos, negocios.
Si bien las clases dominantes de Rep¨²blica Dominicana siempre denunciaron los peligros de la invasi¨®n haitiana, apelando al nacionalismo xen¨®fobo m¨¢s humillante contra la naci¨®n vecina, han sido ellas las principales beneficiarias del tr¨¢fico clandestino de fuerza de trabajo en su propio pa¨ªs. Rafael Le¨®nidas Trujillo, uno de los tiranos m¨¢s abominables de la historia mundial, que gobern¨® Rep¨²blica Dominicana durante m¨¢s de 30 a?os y asesin¨® m¨¢s de 50 mil personas, aunque alentaba el odio hacia los haitianos, era el mayor traficante de fuerza de trabajo clandestina en su pa¨ªs. Trujillo se transform¨® en uno de los mayores terratenientes dominicanos, llegando a ser el due?o de buena parte de la producci¨®n nacional de ca?a de az¨²car, carne, arroz y tabaco. Su gobierno desp¨®tico lo transform¨® en uno de los hombres m¨¢s ricos del mundo, due?o de m¨¢s de un centenar de empresas. Trujillo odiaba a Hait¨ª. En la denominada Masacre del Perejil, mand¨® exterminar a m¨¢s de 30 mil haitianos y haitianas que viv¨ªan en Rep¨²blica Dominicana.
Sin embargo, Trujillo se beneficiaba ampliamente del r¨¦gimen de explotaci¨®n que manten¨ªa en la miseria y en la clandestinidad a miles de campesinos haitianos que trabajaban en sus grandes extensiones de tierra.
El odio de las ¨¦lites dominicanas hacia a Hait¨ª suele ser directamente proporcional a las fortunas que las familias, corporaciones, clanes y empresas de ese pa¨ªs han amasado explotando haitianos indocumentados.
Es lo que el investigador dominicano Mat¨ªas Bosch denomina ¡°el negocio del odio¡±, un sistema que beneficia a los grandes grupos econ¨®micos y perjudica a los m¨¢s pobres en ambos pa¨ªses. Mat¨ªas es director de la Fundaci¨®n Juan Bosch, su abuelo, quien fuera un gran dem¨®crata, escritor y presidente dominicano, derrocado por un gobierno militar en 1963.
A pocos meses del terremoto de 2010, diversos diputados y referentes pol¨ªticos dominicanos conservadores, en particular algunos representantes de la reaccionaria Fuerza Nacional Progresista (FNP), propusieron la construcci¨®n de un muro separando ambos pa¨ªses. La Comisi¨®n de Fronteras de la C¨¢mara de Diputados dominicana analiz¨® y propuso diversos proyectos de ley que permitir¨ªan avanzar en esta direcci¨®n.
Un muro para separar la isla, para aislar haitianos y dominicanos. Un muro de 360 kil¨®metros para enterrar el sue?o de la unidad latinoamericana, Un muro para edificar el desencuentro entre un pa¨ªs pobre al que los ricos y famosos del mundo conocen por sus playas y resorts y otro pa¨ªs pobre al que los ricos y famosos del mundo conocen por la pena que da. Un muro para dividir dos pueblos con el mismo origen y la misma historia de opresi¨®n y desprecio a los derechos humanos.
Hay tantas cosas para construir en Hait¨ª y a la derecha dominicana s¨®lo se le ocurre construir un muro en la frontera para separar ambos pa¨ªses: ladrillo sobre ladrillo, mostrando el tama?o de su despiadada insignificancia, a cinco a?os del terremoto.
No deja de ser curioso que el argumento para justificar semejante aberraci¨®n sea la inmigraci¨®n ilegal, la trata de personas y el narcotr¨¢fico promovido aparentemente por los haitianos. La soluci¨®n del muro no s¨®lo parece desconocer que la inmigraci¨®n ilegal haitiana ingresa a Rep¨²blica Dominicana por las fronteras legales (por alguno de los dos ¨²nicos pasos fronterizos existentes), sino tambi¨¦n que ella es encubierta y promovida por las fuerzas policiales y militares, as¨ª como por los grupos econ¨®micos que se benefician de ella. La idea de un muro separando ambas naciones permite tener una cabal idea del grado de desprecio y humillaci¨®n que las oligarqu¨ªas dominicanas han expresado hacia los haitianos. Un desprecio y una humillaci¨®n que el terremoto del 10 de enero de 2010 no hizo otra cosa que agudizar.
¡°Es interesante todo este discurso anti migratorio ¨C sostiene Mat¨ªas Bosch ¨C cuando la democracia dominicana tiene m¨¢s desterrados sociales y econ¨®micos que los que tuvo la tiran¨ªa. Hoy, cerca de 2 millones de dominicanos viven fuera del pa¨ªs. La gran mayor¨ªa son mano de obra barata en Estados Unidos, Puerto Rico o Espa?a, o ejercen la prostituci¨®n en Argentina, Holanda o Italia¡±. Bosch agrega que en su pa¨ªs, como en tantos sitios, ¡°todo discurso racista y xen¨®fobo permite desplazar la mirada hacia lo menos importante¡±. El odio hacia Hait¨ª tiene un claro fin pol¨ªtico en Rep¨²blica Dominicana y se agudiza ante los escenarios electorales o las variaciones de temperatura en la coyuntura local.
Entrevista a Mat¨ªas Bosch, investigador dominicano. CLACSO TV (segunda parte)
El terremoto del 12 de enero de 2010, lejos de contribuir con un mayor acercamiento entre los dos pa¨ªses, los alej¨® a¨²n m¨¢s.
Pero quiz¨¢s no sea esto lo m¨¢s grave.
Tal como indicamos en nuestra nota del 12 de octubre del 2013, La persistencia de la Masacre del Perejil, el Tribunal Constitucional Dominicano dict¨® la Sentencia 168/2013 mediante la cual determina las condiciones de ejercicio del derecho de nacionalidad de los dominicanos. El detonante fue la acci¨®n de una joven, Juliana Degu¨ªs, a la que le fue negada su c¨¦dula electoral por considerar que su acta de nacimiento presentaba irregularidades. Juliana hab¨ªa nacido en Rep¨²blica Dominicana, pero, desde la perspectiva del Tribunal, el ser hija de inmigrantes haitianos, trabajadores campesinos, que se encontraban en el pa¨ªs algunas d¨¦cadas antes del nacimiento de su hija, no pod¨ªa gozar de este derecho. La negaci¨®n de la ciudadan¨ªa a una joven nacida en el pa¨ªs en 1984 caus¨® un gran impacto internacional, adem¨¢s de un enorme repudio por decenas de organizaciones internacionales de derechos humanos. UNICEF consider¨® que la medida tendr¨ªa "consecuencias devastadoras". "La decisi¨®n contradice numerosas decisiones de tribunales y de tratados de los cuales forma parte la Rep¨²blica Dominicana, y contraviene los principios b¨¢sicos de los derechos humanos", afirm¨® categ¨®ricamente el organismo de la ONU.
En interpretaci¨®n del Tribunal Constitucional dominicano, los haitianos residentes en el pa¨ªs desde hace d¨¦cadas son extranjeros en tr¨¢nsito y, por lo tanto, sus hijos e hijas, los cuales siempre han sido dominicanos y poseen acta de nacimiento que as¨ª lo testifica, deber¨ªan perder la ciudadan¨ªa, pasando a la condici¨®n de inmigrantes en situaci¨®n irregular.
Mientras el mundo a¨²n se debat¨ªa en c¨®mo contribuir a superar la cat¨¢strofe humanitaria vivida en Hait¨ª, el m¨¢ximo tribunal constitucional dominicano, refinaba sus t¨¦cnicas jur¨ªdicas para expulsar dominicanos, acus¨¢ndolos de ser haitianos indocumentados, aunque hubieran nacido 20 o 30 a?os atr¨¢s en ese mismo lado de la frontera. La decisi¨®n del tribunal priv¨® de su ciudadan¨ªa a m¨¢s de 200 mil dominicanos como Juliana Degu¨ªs. En los ¨²ltimos 30 a?os, Rep¨²blica Dominicana expuls¨® cerca de 50 mil haitianos, sin preservar las m¨ªnimas garant¨ªas de derechos a los inmigrantes, establecidas internacionalmente.
En su sentencia del 28 agosto de 2014, la Corte Interamericana de Derechos Humanos conden¨® a la Rep¨²blica Dominicana por la expulsi¨®n sumaria de 26 haitianos y dominicanos de padres haitianos, entre 1999 y 2000. Adem¨¢s, consider¨® que la decisi¨®n del Tribunal Constitucional violaba el ¡°derecho a la nacionalidad¡±. El gobierno dominicano rechaz¨® vehementemente la condena, lo que llev¨® a la Corte Interamericana a considerar el pa¨ªs en desacato.
"Si cada Estado tuviera la ¨²ltima palabra acerca de c¨®mo interpreta el sentido y alcance de sus obligaciones internacionales, el Derecho Internacional no tendr¨ªa ning¨²n sentido", sostuvo el relator de la Corte Interamericana para derechos de las poblaciones migrantes.
La replica dominicana no se dej¨® esperar y por su Sentencia N? 256 del 4 de noviembre de 2014, el mismo Tribunal Constitucional determin¨® la ¡°inconstitucionalidad¡± de la injerencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el pa¨ªs, cuestionando as¨ª la legalidad de la condena y su negativa a aceptarla. El Tribunal que debe cuidar nada menos que de los asuntos constitucionales de Rep¨²blica Dominicana no s¨®lo violaba as¨ª el derecho internacional, sino tambi¨¦n desconoc¨ªa nada menos que el sistema interamericano de derechos humanos y su competencia en el pa¨ªs, determinada por la aprobaci¨®n de la Convenci¨®n Americana de Derechos Humanos por parte de su propio Congreso Nacional, en 1977, y por el Instrumento de Aceptaci¨®n de la Competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que hab¨ªa firmado el presidente dominicano, Leonel Fern¨¢ndez, el 19 de febrero de 1999. El Tribunal Constitucional dominicano considerar¨¢ que el Instrumento de Aceptaci¨®n es inconstitucional ya que no fue debidamente ratificado por el Congreso Nacional, lo que volver¨ªa inocua cualquier resoluci¨®n de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el pa¨ªs.
¡°Tal es el odio a los haitianos que, simplemente, han despreciado nuestro sistema de derechos humanos y lo han avasallado una vez m¨¢s, cuando deber¨ªamos valernos de ¨¦l como un eficaz mecanismo para el fortalecimiento de la democracia en el continente¡±, sostuvo un diplom¨¢tico con larga experiencia en la Organizaci¨®n de Estados Americanos, OEA, cuando consult¨¦ su opini¨®n sobre el asunto.
Hait¨ª y Rep¨²blica Dominicana est¨¢n unidas por una peque?a frontera, pero su convivencia est¨¢ separada por un abismo de arbitrariedad, abusos y desprecios comunes.
Han pasado cinco a?os del terremoto que diezm¨® el presente de Hait¨ª. Las ¨¦lites de Rep¨²blica Dominicanas, encarnadas en sus tribunales, sus representantes pol¨ªticos conservadores, su prensa reaccionaria, sus empresarios inescrupulosos, sus dirigentes racistas y xen¨®fobos, contrasta con el sentimiento de hermandad y solidaridad que gran parte del pueblo dominicano siente hacia Hait¨ª y los haitianos.
Han pasado cinco a?os del terremoto y hoy, m¨¢s que nunca, necesitamos una Am¨¦rica Latina activa, unida y comprometida con los grandes decisiones y acciones que podr¨¢n ayudar a Hait¨ª a construir un futuro de dignidad, justicia e igualdad.
Mientras tanto, del mar llegan soldados y polic¨ªas que poco y nada contribuyen con la necesaria estabilidad institucional democr¨¢tica del pa¨ªs. Del mar llegan los tecn¨®cratas del Banco Mundial con sus soluciones de gabinete, que no sirven ni sirvieron nunca para combatir las causas que producen la miseria y la injusticia en Hait¨ª o en cualquier lugar del planeta. Del mar llega una cooperaci¨®n internacional cada vez m¨¢s limitada, impotente y a la que se le agotan los recursos, de la que s¨®lo algunas empresas parecen sacar provecho, ante la mirada indignada o, muchas veces, indiferente de los haitianos y de los que dicen estar preocupados por ellos. Del mar viene un ilusorio canto de sirenas que promete soluciones f¨¢ciles para problemas complejos, tratando de ocultar la codicia que amplifica el tormento y el sufrimiento humano.
Mientras tanto, de la frontera le llegan a Hait¨ª maltratos y muros, insultos y sentencias jur¨ªdicas aberrantes.
A cinco a?os del terremoto, Hait¨ª sigue cercado por la miseria, el desprecio y la humillaci¨®n. Cercado por el dolor.
Desde Buenos Aires
Contribuciones para comprender Hait¨ª:
- Entrevista a Mat¨ªas Bosch, investigador dominicano y presidente de la Fundaci¨®n Juan Bosch. En CLACSO TV - primera parte / segunda parte.
- Entrevista al intelectual haitiano Jean Casimir. En CLACSO TV - primera parte / segunda parte / tercera parte.
- Entrevista al investigador haitiano Illinor Louis. Em CLACSO TV - primera parte / segunda parte / tercera parte.
- Hait¨ª, los otros terremotos. Blog de Iolanda Fresnillo.
- Hait¨ª, NO Minustah. P¨¢gina web de informaci¨®n y denuncia promovida por diversas organizaciones y movimientos sociales.
- "15 minutos para marcharse. Negaci¨®n del derecho a una vivienda adecuada en Hait¨ª tras el terremoto". Documento de Imnist¨ªa Internacional (2015).
- Entrevista de Jorge Gestoso a Ricardo Seitenfus, ex representante especial del Secretario General de la OEA en Hait¨ª. En Telesur.
- Entrevista del portal de noticias dominicano Acentodiario a Ricardo Seitenfus.
- Hait¨ª, dilemas y fracasos. Libro de Ricardo Seintenfus.
- Rep¨²blica Dominicana y Hait¨ª: el derecho a vivir. Libro de la Fundaci¨®n Juan Bosch.
- Noticias sobre Hait¨ª en El Pa¨ªs.
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