Cuando el ¨¦bola no deja ver la emergencia humanitaria
Ya se contabilizan en torno a 21.000 casos y m¨¢s de 8.000 muertos por ¨¦bola en ?frica occidental, pero parece que se entreven signos que invitan al optimismo en lo que al control de la epidemia se refiere. Al menos, si hacemos caso a la aparente calma que se vive en medios de comunicaci¨®n y en los organismos internacionales, incluida una Organizaci¨®n Mundial de Salud que parece dar por cerrada la crisis. Corremos el riesgo de olvidar que el ¨¦bola sigue matando, aunque la actualidad en las calles de Francia lo haya desalojado de los titulares. Y as¨ª nos lo recuerda M¨¦dicos sin Fronteras (MSF), que no cesa en su inc¨®modo papel de "Pepito Grillo" de la denominada comunidad internacional, predicando en un desierto global en el que no hay una reacci¨®n coordinada, contundente y coherente de los que pueden y deben tomar decisiones para prevenir una cat¨¢strofe humanitaria en ?frica. "Las cifras del ¨¦bola suben y bajan, tienen picos, eso es normal. El problema est¨¢ en los sistemas de salud de esos pa¨ªses. La gente tiene miedo de ir a los hospitales porque est¨¢n desbordados con el ¨¦bola. Incluso el personal sanitario tiene miedo a ir a los hospitales. Por eso hay mujeres pariendo en casa y es probable que se produzcan m¨¢s muertes tanto entre las madres como entre los ni?os. Estamos en plena ¨¦poca de malaria. Hay casos de hepatitis, de otras enfermedades que no se tratan. No tenemos informaci¨®n sobre la mortalidad por causas no relacionadas con el ¨¦bola y el ¨¦bola no nos deja ver el cuadro, la crisis humanitaria real, que es mucho m¨¢s compleja y amplia que el brote de ¨¦bola en ?frica occidental".
Habla David Noguera (Barcelona, 1974), m¨¦dico y portavoz de la campa?a #StopEbola de MSF. Se sienta en la terraza de Casa Suecia, junto a Las Canteras, al lado de Mila Font, responsable de prensa de MSF para Canarias. Estamos a mediados de diciembre de 2014 y lleva un mes de vuelta en Espa?a, directo desde Liberia, donde ha pasado una temporada para comprobar el trabajo que se realiza sobre el terreno.
Ese mes lo ha invertido en "gritar" de una esquina a otra del mapa de Espa?a, con la indignaci¨®n a cuestas e intentando transmitir dos mensajes: es necesario que la comunidad internacional ponga toda la carne en el asador para acabar con el foco del ¨¦bola en ?frica occidental y hay una crisis humanitaria que sobrepasa al ¨¦bola y que no podemos medir en este momento. De paso, se viene a Las Palmas de Gran Canaria para apoyar la campa?a de Canarias x ?frica, una asociaci¨®n de voluntarios que organiza actividades relacionadas con el continente africano y que monta un concierto para recaudar fondos para MSF en su lucha contra la enfermedad.
En el caso de Espa?a, MSF se apoya mayoritariamente en las donaciones y cuotas de sus 330.000 socios y el trabajo de 660.000 colaboradores. En el contexto de la lucha contra el ¨¦bola, ha rechazado fondos de las administraciones p¨²blicas espa?olas porque lo que la organizaci¨®n demanda a los gobiernos es "el env¨ªo de recursos y personal cualificado al terreno". La oeneg¨¦ est¨¢ presente en m¨¢s de 60 pa¨ªses (19 en el caso espa?ol) y mantiene un 60 % de sus proyectos en ?frica. Las emergencias que m¨¢s recursos de la oeneg¨¦ reciben en el continente son, por estricto orden de prioridad: Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Rep¨²blica Centroafricana y Sud¨¢n del Sur. MSF mantiene unos 1.000 expatriados y 3.300 trabajadores sobre el terreno. La misi¨®n m¨¢s cara es la congole?a y consideran que la m¨¢s grave en t¨¦rminos de mortalidad y urgencia es Rep¨²blica Centroafricana, donde llevan dos a?os ya, lejos de los focos medi¨¢ticos. Su trabajo intenta ignorar el "efecto CNN" y decidir, de manera objetiva, d¨®nde son m¨¢s necesarios y de qu¨¦ manera.
David desgrana tambi¨¦n las cifras en el caso del ¨¦bola: turnos de cuatro a ocho semanas, trabajadores expatriados con tanta motivaci¨®n que han ido a la zona afectada tres o cuatro veces, varias entradas al d¨ªa a la zona en la que se trata a los pacientes, un traje especial para cada una de esas entradas que cuesta 89 euros y cuya parte desechable, que se destruye con cada uso, cuesta 25 euros. Casetas de campa?a y cloro de piscina como armas. Billetes extraordinariamente caros por la falta de un puente a¨¦reo directo. Diez meses ya de desastre. Una sicosis de tama?o superlativo.
"Somos emergencistas. Trabajamos con escenarios, con simulaciones, y vemos lo que es m¨¢s necesario en situaci¨®n de conflicto o emergencia. En Siria, por ejemplo, no nos centramos en la cirug¨ªa de guerra, sino en la vacunaci¨®n de sarampi¨®n para los ni?os menores de 3 a?os, porque hace 3 a?os que no hay campa?as de vacunaci¨®n del gobierno y el sarampi¨®n es lo que mata a los ni?os en los campos de refugiados. Tenemos un enfoque integral de la situaci¨®n en la que trabajamos".
David apunta a que ahora, sin embargo, el ¨¦bola les est¨¢ poniendo en una situaci¨®n en la que no pueden ocupar el nicho de lo realmente necesario porque se concentran, con el resto de agencias y oeneg¨¦s presentes sobre el terreno, en apagar un fuego que est¨¢ fuera de control todav¨ªa. Hay pocos medios y poca gente en la zona, aunque la situaci¨®n ha mejorado con la llegada de soldados norteamericanos y m¨¦dicos cubanos y chinos, por ejemplo. "Ya no es como hace dos meses, cuando est¨¢bamos colgados all¨ª, solos, sin que nadie nos hiciera caso". Actualmente, MSF puede estar en primera l¨ªnea en la lucha contra el ¨¦bola, pero tambi¨¦n dedicarse a un centro de triaje en Monrovia, a las puertas de un hospital, o a la profilaxis de malaria en Sierra Leona y Liberia.
Sin embargo, para David y MSF no es suficiente. La respuesta de medios de comunicaci¨®n y gobernantes del resto del planeta les parece decepcionante, floja. A?oran algo masivo y definitivo, como lo que sucedi¨® en Hait¨ª tras el terremoto: el env¨ªo urgente de miles de efectivos sanitarios y especialistas en riesgos biol¨®gicos, civiles y militares, hospitales de campa?a, recursos y material. No quieren que los gobiernos occidentales externalicen la lucha contra el ¨¦bola a trav¨¦s de oeneg¨¦s y desean diversificar, dedicarse a responder a otras facetas de la crisis humanitaria de la que el ¨¦bola ejerce como epicentro. Temen la inseguridad alimentaria por el abandono de los campos y las disrupciones en el comercio informal y otras actividades econ¨®micas, la desatenci¨®n a otros pacientes, el colapso sanitario, econ¨®mico y social de tres pa¨ªses.
"Aqu¨ª tengo un incendio y ustedes tienen una mangera", apunta David Noguera refiri¨¦ndose a los gobiernos occidentales, a quienes toman las decisiones y no saben ver la urgencia de la situaci¨®n. Y exige un compromiso de responsabilidad a los medios, para que traspasen el muro del ¨¦bola y vean la tragedia que est¨¢ gest¨¢ndose detr¨¢s de ¨¦l, y otro a esos que toman decisiones en el planeta para que se decidan a moverse al un¨ªsono y sin vacilaciones para acabar con el ¨¦bola.
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