Conversos suf¨ªes, los m¨ªsticos del islam
En Espa?a viven unos 1.200 suf¨ªes naqshband¨ªes, una rama espiritual de la religi¨®n musulmana. Hay un colectivo en la Alpujarra granadina y otro cerca de C¨¢ceres. ¡°Nos miran como bichos raros. El islam es paz. Eso es lo que no toleran los integristas¡±, explica el gijon¨¦s Muhammad Iskander.
?rgiva es la peque?a Manhattan de Andaluc¨ªa. Capital de la Alpujarra granadina, lugar de retiro del ¨²ltimo rey nazar¨ª Boabdil, tierra de moriscos y cuna de heterodoxos, prolonga en el presente una parte del esplendor multicultural del pasado, pues esta localidad de apenas 6.000 habitantes alberga en su callejero 68 nacionalidades distintas.
Quiz¨¢ la mejor encarnaci¨®n de este variopinto mestizaje sea el caf¨¦ Baraka, regentado por Qasim, un bilba¨ªno de 41 a?os y musulm¨¢n converso. En este local, s¨ªmbolo de la tranquila Babel de ?rgiva, conviven el lugare?o feliz y jubilado de todo, el fil¨®sofo errante, el profeta laico con su desierto a cuestas, el hippy que descubre en un t¨¦ moruno una nostalgia perdida en Woodstock. ¡°Aqu¨ª a nadie se le niega la entrada¡±, resume Qasim (Pedro Barrio antes de su conversi¨®n). Pero el caf¨¦ Baraka ¨Cdonde no se sirve alcohol¨C es, sobre todo, el sancta sanct¨®rum de la comunidad musulmana. Se trata de conversos espa?oles que no solo decidieron abrazar el islam, sino que ahondaron en su rama espiritual y m¨ªstica, el sufismo. Una vida de contemplaci¨®n y de paz.
¡°Cuando le dije a mi familia que me iba a hacer musulm¨¢n, mi madre lo acept¨®¡±, recuerda Qasim. ¡°Pero mi padre se disgust¨® mucho. En el islam, el cerdo y el alcohol est¨¢n prohibidos. Daba la casualidad de que en Bilbao yo era catador de vinos y ten¨ªamos adem¨¢s un restaurante familiar, al que todo el mundo conoc¨ªa por el bar de los jamones. ?C¨®mo iba a hacerme musulm¨¢n y estar a la vez bebiendo vino y cortando jam¨®n? As¨ª que me desvincul¨¦ del negocio familiar y mont¨¦ el m¨ªo propio. Hace 11 a?os que soy suf¨ª. Y es una de las mejores cosas que me han sucedido en la vida¡±.
El islam, aseguran los conversos espa?oles, les ha aportado ¡°esperanza y seguridad¡±. Pero no ha sido f¨¢cil. Salvo contadas excepciones, todos ellos se enfrentaron a la incomprensi¨®n de sus allegados. Tuvieron que explicarles que el islam nada tiene que ver con los salafistas y yihadistas, apegados a la violencia y a la interpretaci¨®n literal de los textos sagrados. De hecho, hasta hace unos a?os los suf¨ªes conversos han estado sometidos a la vigilancia de los servicios secretos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). ¡°Nos citaron en un lugar cuyo nombre no puedo decir y nos preguntaron qui¨¦nes ¨¦ramos, qu¨¦ hac¨ªamos, qu¨¦ relaci¨®n ten¨ªamos con grupos islamistas¡±, relata Omar Ibrahim (antes Rafael Mart¨ªn), un madrile?o de 59 a?os. ¡°Despu¨¦s de un tiempo, al comprender que solo cant¨¢bamos y rez¨¢bamos, nos dejaron en paz. Pero algunos seguimos teniendo pinchados los tel¨¦fonos¡±.
Un gran n¨²mero de suf¨ªes espa?oles pertenecen a la orden naqshbandi, que se remonta a los tiempos de Abu Bakr as-Siddiq, el compa?ero predilecto de Mahoma y su sucesor en el califato. El emir en Espa?a es Umar (antes Felipe Margarit). Lo nombr¨® a mediados de los a?os setenta el maestro general, el jeque Nazim, quien falleci¨® en Chipre la pasada primavera. La orden, explica Umar, barcelon¨¦s de 63 a?os, es un cruce entre un centro espiritual y un hospital. ¡°Nazim acog¨ªa a todos los heridos por la sociedad actual. ?l mismo se consideraba un cero. Dec¨ªa que solo ten¨ªa alg¨²n valor si Dios, el Uno, lo colocaba a su derecha. Su hijo y ?sucesor en la jefatura naqshbandi insiste en lo mismo¡±.
En toda Espa?a hay unos 1.200 suf¨ªes ?naqshband¨ªes. La comunidad m¨¢s amplia, 35 familias, est¨¢ en ?rgiva. Esto se debe a que precisamente ah¨ª viv¨ªa Umar antes de convertirse al islam. Una vez que fue proclamado emir por el sheij Nazim, todos los musulmanes espa?oles suf¨ªes que pudieron se agruparon en torno al l¨ªder catal¨¢n en dicha localidad granadina. La segunda comunidad suf¨ª en importancia vive en Villanueva de la Vera, en C¨¢ceres. El campo es m¨¢s propicio para el desarrollo espiritual y la contemplaci¨®n de Al¨¢.
Bajo la luz inverniza, un grupo de suf¨ªes varea los olivos en las monta?as orgive?as. Estos ¨ªntimos de Al¨¢ prefieren desempe?ar alguno de los cuatro oficios prestigiados por su tradici¨®n: la agricultura, la ganader¨ªa, el comercio y la artesan¨ªa. Lo que no significa que constituyan una comunidad herm¨¦tica al margen de la sociedad, como los amish, por ejemplo. No desprecian Internet, ni la televisi¨®n, ni los peri¨®dicos. Sus hijos asisten a los colegios de la localidad. Pero todos ellos coinciden en una vida espartana y justifican con su actitud la etimolog¨ªa del t¨¦rmino sufismo, que deriva de la palabra ¨¢rabe suf (lana) y que en sus or¨ªgenes se aplic¨® a ciertos ascetas musulmanes que, imitando a los eremitas cristianos, se vest¨ªan con esta ropa humilde en se?al de renuncia a las vanidades mundanas.
Porque el suf¨ª vive en el mundo sin ser del todo de este mundo. ¡°Todos los d¨ªas le pido a Al¨¢ que me ayude a convertir mi ego en mi alfombra de rezo¡±, confiesa Mansur (Jos¨¦ Carlos S¨¢nchez), un malague?o de 41 a?os licenciado en Psicolog¨ªa que denuncia que, ¡°a pesar de que la cultura de Al ?ndalus est¨¢ de moda, existe un innegable rechazo al musulm¨¢n¡±. Su mujer, Bah¨ªa (Mar¨ªa Jos¨¦ Villa), una sevillana de 35 a?os licenciada en Derecho, asiente: ¡°A los conversos nos miran como a bichos raros. El islam no es lo que la gente cree. El islam es paz. Es pedir amor a Dios no para quedarte t¨² con ¨¦l, sino para devolverlo a los dem¨¢s. Si tu intenci¨®n en la vida no es derretirte en el amor puro, que es Dios, tu islam no tiene ning¨²n sentido¡±. ¡°Y eso es lo que no toleran ciertos c¨ªrculos pr¨®ximos al integrismo isl¨¢mico, que pretenden derogar la aleya de la misericordia del Cor¨¢n por la de la espada¡±, dir¨¢ Muhammad Iskander (Alejandro), un gijon¨¦s de 54 a?os que prefiere ocultar su apellido y que ha trabajado de patrullero del servicio de vigilancia aduanera, de tatuador y de marino mercante, ¡°aunque el ¨²nico oficio constante que he tenido en mi vida ha sido buscar a Dios¡±.
La dergha ¨Cla casa de reuni¨®n y oraci¨®n suf¨ª¨C est¨¢ separada de ?rgiva por unos tres kil¨®metros de caminos tortuosos que jadean en medio de olivos y naranjos, de huertas feraces y del agua conventual de las acequias. En la dergha, la comunidad suf¨ª celebra el jueves, a la ca¨ªda de la tarde, el dhikr o recitaci¨®n de los nombres de Al¨¢, una pr¨¢ctica com¨²n a otros musulmanes, y el hadra, un ejercicio de meditaci¨®n exclusivamente suf¨ª consistente en entonar una serie de c¨¢nticos en alabanza a Dios acompa?ados de balanceos r¨ªtmicos de brazos y cuerpo, y todo ello escoltado por el sonido de instrumentos de percusi¨®n en la penumbra de las velas. ¡°Esta pr¨¢ctica recuerda el momento en que Dios insufla con su aliento vida a Ad¨¢n¡±, cuenta Amin (Andr¨¦s Fern¨¢ndez). ¡°El viernes, d¨ªa sagrado en el islam, celebramos tambi¨¦n la oraci¨®n del yuma y despu¨¦s una comida comunitaria. Todas las oraciones las hacemos en ¨¢rabe. Y ah¨ª se reduce el conocimiento que tenemos, salvo excepciones, de la lengua sagrada. Nuestra formaci¨®n isl¨¢mica proviene de muchas lecturas, de conversaciones con otros hermanos m¨¢s sabios y del serm¨®n del sheij. Los naqshbandi somos tal vez los menos intelectuales de los suf¨ªes. Nos interesa m¨¢s el coraz¨®n¡±.
Los suf¨ªes son v¨ªctimas de los movimientos m¨¢s radicales del islam, desde los salafistas en Egipto hasta los talibanes en Pakist¨¢n
Amin es un leon¨¦s de 45 a?os, casado, que lleg¨® a profesar las ¨®rdenes menores en el seminario. ¡°Pero muri¨® mi padre, tuve una crisis espiritual muy fuerte y me hice comunista. No quer¨ªa saber nada de Dios¡±. Amin se queda pensativo unos instantes; luego concluye: ¡°Cuando me convert¨ª al islam, sent¨ª que por fin regresaba a casa¡±. ¡°Mi maestro me ense?¨® el arte del fracaso. Es decir, aprender a fluir con la vida y a pensar con el coraz¨®n¡±, explica Amin. ¡°El que obra as¨ª no llegar¨¢ nunca a nada en la sociedad actual. Pero se habr¨¢ ganado a s¨ª mismo, porque para ¨¦l tendr¨¢n el mismo valor el oro y el barro. Eso es ser suf¨ª¡±.
Marhaban (bienvenido) es la palabra inscrita en un cartel de madera sujeto a un poste, entre campos de tabaco, huertas y las pocas casas que conforman la Aldea Tudal, una pedan¨ªa de Villanueva de la Vera (C¨¢ceres) donde est¨¢ la segunda comunidad suf¨ª naqshband¨ª m¨¢s importante de Espa?a, liderada por el sheij y escultor de renombre nacional Abdul Wahid (Crist¨®bal Mart¨ªn).
El coche se hunde en la direcci¨®n que se?ala la flecha del cartel. Al cabo de cinco minutos, el camino muere a los pies de la casa de Omar Ibrahim, un madrile?o que vivi¨® 35 en Alemania, donde mantuvo durante 10 una cadena de restaurantes. ¡°Luego vend¨ª todo y me vine aqu¨ª¡±.
Es jueves. Omar Ibrahim est¨¢ esperando a que llegue el resto de hermanos a su casa, que tambi¨¦n hace las veces de dergha, para celebrar el dhikr. ¡°Me hice musulm¨¢n hace casi 30 a?os. Y entonces comenc¨¦ a sentirme verdaderamente cristiano. No hay contradicci¨®n, porque Jesucristo es un profeta muy querido en el islam. Creemos en los santos; veneramos sus tumbas y sus reliquias. Esto es algo que nos distingue del resto de los musulmanes¡±.
A continuaci¨®n explica el porqu¨¦ de los patron¨ªmicos en el sufismo. ¡°El nombre ¨¢rabe te lo elige el maestro. Ese nuevo nombre expresa la esencia de lo que realmente eres y sirve para que el disc¨ªpulo aspire a lograr aquello que significa. Omar, por ejemplo, significa fuerza o sustento¡±.
Como en ?rgiva, los suf¨ªes de Villanueva de la Vera son espa?oles. ¡°De hecho, ahora solo hay un hermano marroqu¨ª¡±, explica Yamaluddin (Juan Andr¨¦s Molina), un madrile?o de 44 a?os. Todo ¨¦l es una viva estampa de la m¨¢s pura est¨¦tica naqshbandi: el anillo en recuerdo del que llevaba Mahoma, la barba solemne, el chaleco y los pantalones amplios de origen otomano que facilitan los movimientos en la oraci¨®n, el bast¨®n y el ?turbante verde, que es la corona m¨ªstica y la mortaja que cubrir¨¢ el cuerpo desnudo del suf¨ª.
Las mujeres usan tambi¨¦n ropas holgadas y el hiyab o velo para cubrirse la cabeza, algo que a Hawa (Ana Rosa Soto), una zaragozana de 41 a?os y madre de nueve hijos, le agrada. ¡°La mujer debe vestir con recato. Pero tambi¨¦n nos tapamos para proteger dos lugares muy energ¨¦ticos de nuestro cuerpo: la cabeza y la garganta. Yo, con el islam, he recuperado mi feminidad¡±, sostiene. ¡°Y nunca se ha metido nadie conmigo por vestir as¨ª¡±. A Mariam Sakina Scott, nacida musulmana en ?rgiva hace 22 a?os e hija de un norteamericano y una catalana convertidos al islam, el velo s¨ª le ha atra¨ªdo problemas en su centro de estudios. ¡°All¨ª todos saben que soy musulmana, pero no hago ostentaci¨®n de ello¡±, admite. ¡°En nuestra sociedad prevalece la idea de que el islam es una religi¨®n de fan¨¢ticos. Pero todav¨ªa se entiende peor el sufismo. Hay gente que me ha preguntado si pertenezco a una secta. ?C¨®mo decirles que el sufismo es respeto y amor por todas las criaturas?¡±
El sufismo, que en Europa se conoce, sobre todo, gracias a la danza de los derviches gir¨®vagos de Turqu¨ªa, ¡°remite a la pregunta de qui¨¦n es uno en realidad¡±, dice el sheij Umar Margarit. ¡°Y eso solo se puede responder buscando a Al¨¢ en el coraz¨®n. Para ello, el suf¨ª cumple con todos los preceptos isl¨¢micos, pero no se queda en ellos; los trasciende¡±.
Los suf¨ªes son v¨ªctimas de los movimientos m¨¢s radicales del islam, desde los salafistas en Egipto o Libia hasta los talibanes en Pakist¨¢n, que los consideran heterodoxos. Pero el sufismo es muy antiguo. Hay estudiosos que arguyen que hubo un sufismo preisl¨¢mico, y lo sit¨²an en el Gran Joras¨¢n, en el noreste de Ir¨¢n. Lo cierto es que todav¨ªa hoy perduran las controversias eruditas sobre sus or¨ªgenes. Una de las teor¨ªas m¨¢s divulgadas sostiene que el sufismo recibe influjos del monacato cristiano, de la filosof¨ªa neoplat¨®nica, del chamanismo de Asia Central, del hinduismo y del budismo. De hecho, el suf¨ª confiesa que su doctrina espiritual, aun insert¨¢ndose dentro del islam, es la misma que las de las dem¨¢s religiones: la uni¨®n con Dios. Y el ¨²nico ve?h¨ªculo para ello es el amor incondicional a todo y a todos. Ibn al Arabi, el gran m¨ªstico suf¨ª nacido en Murcia en el siglo XII, lo expresa as¨ª: ¡°Mi coraz¨®n puede adoptar todas las formas. / Es pasto para las gacelas. / Y monasterio para monjes cristianos, / y templo para ¨ªdolos, / y la Kaaba del peregrino, / y las tablas de la Torah, / y el libro del Cor¨¢n. / Porque yo sigo la religi¨®n del amor¡±.
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