Por qu¨¦ me odio siempre que estoy acabando de escribir una novela
Un escritor describe tres motivos por los que sufre al terminar un libro, cuando su comportamiento se torna creativo y obsesivo
Si el autor de la lista que sigue tuviera que justificarla, creemos que ser¨ªa algo as¨ª: ?Saben el prototipo de escritor que siempre se vende en las pel¨ªculas y en las solapas los libros? Gafas redondas, pinta de tener unos cimientos intelectuales inamovibles, una tremenda vida interior y, si es una pel¨ªcula de Woody Allen, la cara de Alan Alda. Alguien que sabe lo que se hace. Que ha pensado mucho lo que dice y que tiene claro a d¨®nde va. Bueno. Yo he publicado un par de novelas y en la mayor¨ªa de mis c¨ªrculos me llaman escritor. Y a¨²n estoy esperando a que esa fachada se convierta en realidad. Ahora me encuentro terminando mi nueva novela y, qu¨¦ les voy a contar, no me soporto. Me pasa siempre. Me consta que a m¨¢s gente tambi¨¦n. Si tuviera que elegir algunos comportamientos protot¨ªpicos de un escritor terminando su novela, y cre¨¢nme, yo los he sido todos, dir¨ªa que son los que siguen. Una trilog¨ªa de la frustraci¨®n, si quieren.. Pero, claro, jam¨¢s osar¨ªamos poner nada en boca de nuestro autor. Lo que s¨ª podemos hacer es reproducir su lista y su trilog¨ªa de comportamientos protot¨ªpicos de escritor que termina una novela.
1. Porque me he convertido en un explorador chalado
Estoy apostado en la barandilla de la pista de hielo de la carpa que cada diciembre se levanta en Plaza Catalu?a. Estoy tomando notas para mi novela. Los patinadores dibujan c¨ªrculos y espirales regalando sus sonrisas de patinadores. Para recordar el momento, le saco una fotograf¨ªa a la pista con el m¨®vil.
¨C?Eh, nen, qu¨¦ haces?
Se me ha acercado rapid¨ªsimamente un cenutrio con el gesto torcido. Tiemblo.
?¨CNada.
Ese es el secreto. Nunca digas que est¨¢s tomando notas para una novela. Hacerlo es como pedirle a alguien que no te pegue porque llevas gafas.
¨CLe estabas mirando las tetas a mi novia, ?no? Ahora lo subir¨¢s a internet, ?no? ?Dame el m¨®vil!
No estamos ante mi momento m¨¢s bajo. Durante el proceso de escritura de esta novela me he recluido en la casa de mi aldea gallega y le he acabado susurrando a las vacas (que nunca piden explicaciones) cap¨ªtulos enteros. Tambi¨¦n me he internado una semana entera en el Monasterio de Poblet, comiendo en un refectorio del Siglo XII en el m¨¢s estricto silencio (salvo por las lecturas sobre el santo del d¨ªa; Santo Tom¨¢s era un buen pavo, por lo visto) y aguardando con ilusi¨®n palpitante los salmos de las Vespres entonados por veinte monjes cistercenses (a las seis y media; juro que esperaba ese momento con la ansiedad con la que aguardaba el concierto de mi banda favorita a los 16 a?os; tan aburrido estaba).
Mi novia est¨¢ algo harta de mis recesos espirituales, as¨ª que ahora me conformo con encerrarme en casa. A menudo salgo a caminar, como he hecho toda esta tarde antes de llegar a esta pista de hielo. He le¨ªdo que caminar ayuda a activar las sinapsis.
¨C?Me escuchas, nen? Dame el puto m¨®vil o te parto la cara.
?Dijo Arist¨®teles que la valent¨ªa es un concepto ambiguo. No es valiente el general que aguanta en su puesto cuando sabe que la batalla est¨¢ perdida y que el enemigo aniquilar¨¢ a sus tropas.
¨CEstaba¡ ?estaba pensando en mi novela!
Deber¨ªan marcarnos con un brazalete fluorescente, a los que est¨¢n acabando una novela. O colgarnos de la oreja uno de esos carteles de ¡°No molestar¡± de los hoteles.
2. Porque en mi mejor momento soy un babosa arrellanada
Ahora estoy en casa. Resfriado. Estoy escrutando mi nevera en crecimiento negativo y pensando c¨®mo contestar a mi agente, a la que le dije que estaba plet¨®rico con la nueva novela. No s¨¦ c¨®mo confesarle ahora que en realidad voy a tardar m¨¢s (entendiendo m¨¢s como cl¨¢usula temporal abierta).
Estar acabando una novela es para el escritor lo mismo que el pollo despu¨¦s de la medianoche para el Gremlin. Te vuelves suspicaz como un jorobado e irascible como un portero de discoteca puesto de anfetas. Instalado en una obsesi¨®n pertinaz, incubas una ciclotimia que va de la euforia absoluta y la autocompasi¨®n m¨¢s miserable.
Ay de los teleoperadores de telefon¨ªa que osen interrumpirte con alguna oferta: descargar¨¢s sobre ellos la ira que emplear¨ªa Cal¨ªgula al ver a alguien manoseando el morro de su caballo. Ay, de ese que te llame con la excusa de pedirte la lectura del gas: lo despachar¨¢s como un oficial de la Wehrmarcht en uno de aquellos campamentos.
Un buen amigo, que tambi¨¦n a veces est¨¢ acabando novelas, me chincha con que yo siempre pregono a los cuatro vientos lo que estoy escribiendo.
¨CT¨² siempre explicas todo¡ porque si no piensas que no lo vas a escribir -dice.
?¨CEso no es cierto.
¨CEn cuanto caigan dos birras m¨¢s me vas a dar la brasa durante tres horas.
Este agosto di una conferencia en una librer¨ªa de Berl¨ªn. No pensaba hablar de la nueva novela, pero durante la charla le iba dando sorbos a una de esas cervezas de medio litro: acab¨¦ sacando el manuscrito y leyendo, ante un auditorio que cabeceaba adormilado, las cuarenta primeras p¨¢ginas.
Odio cuando mi amigo tiene raz¨®n. Este texto es la demostraci¨®n de que la tiene.
3. Porque trafico amistad a cambio de ideas
Estar escribiendo una novela es muy parecido a estar arruinado. Primero, porque a menudo lo est¨¢s. Pero como la mujer del C¨¦sar, que no s¨®lo ten¨ªa que ser honrada sino tambi¨¦n parecerlo, cultivas un look extra?o que evoque un gran mundo interior: los tejanos gastados, la sudadera de Barcelona 92 (tan vieja que parece de Barcelona 29) de color rojo... Y quedas con viejos amigos de forma interesada, del mismo modo que la gente en quiebra lo hace para pedirles dinero. Aquel amigo que no ves hace tiempo y que te suena que podr¨ªa servir para aquel secundario. Eres, en definitiva, una urraca: todo lo que brilla puede ser susceptible de acabar en la novela.
Me cito con ese antiguo amigo. Lo veo mover los labios desde hace un buen rato y asiento como un mu?eco en el salpicadero de un coche. Hace exactamente cinco minutos en la mesa de al lado una pareja de adolescentes ha dicho la frase: ¡°Creo que seremos j¨®venes demasiado tiempo¡±. La estoy repitiendo mentalmente para no olvidarla y poder usarla en el libro.
¨CY entonces fue cuando decid¨ª ir a tu casa, meter Fairy en la aceitera, prenderle fuego a todos tus discos y encamarme con tu novia. ?Me escuchas?
¨CS¨ª, claro.
¨C?Qu¨¦ he dicho?
Balas de esparto ruedan entre mi amigo y yo.
?¨CQue echas de menos a tu novia y que si ten¨ªa fuego. Y Fairy.
?Estoy bastante orgulloso con la sinopsis que le he entregado.
?- T¨ªo, es dif¨ªcil discutir con un imb¨¦cil: te tienes que poner a su altura y ah¨ª ¨¦l tendr¨¢ m¨¢s ventaja.
?Eso es bueno, pienso. Muy bueno.?
Lo siento. Este amigo es psic¨®logo. Seguro que est¨¢ revisando la definici¨®n de psic¨®pata: ¡°marcado comportamiento antisocial, empat¨ªa y remordimientos reducidos¡±. Tengo que ofrecerle una explicaci¨®n. S¨®lo me queda una salida.
?¨CEstoy algo despistado ¨²ltimamente.
¨CTranquilo. Todo tiene arreglo. Hay cosas peores. Expl¨ªcame¡
¨CEs que estoy¡
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