Un para¨ªso en el que se muere de parto
En las monta?as de Sidama, en Etiop¨ªa, se lucha por reducir la mortalidad materna y asegurar el bienestar de los reci¨¦n nacidos
¡°?Astonishing!¡±, exclama el conductor del veh¨ªculo de?M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) de camino a las monta?as de Sidama. ¡®Astonishing¡¯ es una palabra que no tiene una buena traducci¨®n en espa?ol, o por lo menos no tan buena como para expresar el verdadero significado de la palabra inglesa pronunciada con los ojos y la boca bien abiertos cuando uno contempla algo extraordinario.
Al principio de la ¨¦poca de lluvias, cualquier desplazamiento a la regi¨®n de los cafetales al sur de Etiop¨ªa dura m¨¢s de lo normal por dos motivos: el barro y el para¨ªso. Los inc¨®modos y sencillos Toyotas que utiliza MSF no est¨¢n equipados con ning¨²n confort, pero son las ¨²nicas "bestias", aparte de los burros y los caballos, capaces de llevarnos hasta las comunidades rodeadas por carreteras convertidas en verdaderos barrizales. Y tienen que afrontar terrenos resbaladizos, buscar nuevas rutas y pens¨¢rselo dos veces antes de subir o bajar una cuesta. Y cuando no pueden, los trabajadores sanitarios de MSF cambian de bestia o siguen a pie, con botas de pl¨¢stico. La meta es llegar y aportar atenci¨®n sanitaria y educaci¨®n para la salud a las personas.
La segunda raz¨®n surge en cada rinc¨®n. Es dif¨ªcil no detenerse y m¨¢s a¨²n si viajas con un fot¨®grafo, cuando la ladera de la monta?a te regala un maravilloso arco¨ªris o cascadas de agua que caen por la ladera de la monta?a como si de una pintura japonesa se tratase para dejar al descubierto con cada mirada a la vegetaci¨®n todos los diferentes matices del verde. Es imposible no decir algo cursi o exclamar ¡°astonishing¡±. Pero este para¨ªso est¨¢ lleno de riesgos. Es por ello que aqu¨ª en 2012 se lanz¨® un proyecto para mejorar la salud materno-infantil, en colaboraci¨®n con los equipos e instalaciones del Ministerio de Sanidad. Aqu¨ª, un minuto puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Lo hemos visto con nuestros propios ojos.
Uno de los problemas m¨¢s frecuentes en la zona es la falta de atenci¨®n durante el embarazo. Muchas mujeres no tienen la noci¨®n del tiempo que generalmente se aplica durante la gestaci¨®n, pierden la cuenta y no saben de cu¨¢ntas semanas est¨¢n. Y es incluso m¨¢s dif¨ªcil saber su edad o las de sus madres.
Ageze est¨¢ envuelto en una manta junto a su madre, Wurke, en una de las camas de la sala de maternidad. Es el segundo hijo de Wurke, nacido hace seis semanas en su casa. El mayor tiene cuatro a?os. Tuvo otro entre medio pero naci¨® muerto hace m¨¢s de un a?o (tambi¨¦n dio a luz en casa). Ageze se encuentra en el centro de estabilizaci¨®n porque su peso fue muy bajo al nacer. Es muy peque?o, pero despierto, observ¨¢ndolo todo con unos ojos muy grande a trav¨¦s del espacio en la manta que le envuelve. Zenaw, la abuela del ni?o, acaba de llegar con una peque?a bolsa de comida, su larga vida escrita en las arrugas de su rostro. Le pregunto a Wurke por qu¨¦ volvi¨® a dar a luz en casa despu¨¦s de su mala experiencia anterior.
¡°Porque no tuve tiempo¡±, responde. ¡°Desconoc¨ªa cu¨¢nto me faltaba para salir de cuentas. El beb¨¦ no me dio tiempo a venir al centro de salud¡±.
Cuando le pregunto por su edad, no lo sabe, pero parece tener poco m¨¢s de veinte a?os. La abuela lo confirma. ¡°Unos 20 a?os¡±, afirma. En casa de Wurke viven cinco personas y todas trabajan en los campos. La abuela tuvo cinco hijos, ninguno naci¨® muerto. Lo primero que me dice es que tiene tres nietos, y todos ellos subrayan, ¡°van a la escuela¡±. Ni ella ni Wurke saben leer ni escribir. Me dice que ahora las cosas est¨¢n mejor que antes, ahora tienen mayor protecci¨®n, y tanto la sanidad como la educaci¨®n han mejorado. Pregunto a Wurke y a Zenaw lo que les gustar¨ªa que fuese el ni?o cuando sea mayor.
¡°Que fuese a la universidad¡±, dicen ambas.
?Y de profesi¨®n?
¡°M¨¦dico. No tenemos la menor duda¡±, a?aden.
La realidad exige atenci¨®n (de calidad)
A la media hora de viaje a la comunidad nuestro conductor se rinde. Dice que es imposible cruzar la monta?a con tanto barro. Entonces hablo con Kebede, un educador de salud de la ONG, que llegar¨¢ a la comunidad a caballo. Tiene 24 a?os y es natural de Sidama. Conoce la zona muy bien y ha visto lo perjudicial que es carecer de atenci¨®n sanitaria para las madres embarazadas. Ha visto a muchas mujeres dar a luz en casa, con dolores de parto durante hasta dos d¨ªas y los beb¨¦s a menudo mueren. Otro problema es la falta de alimentos adecuados para los ni?os.
Ahora en la estaci¨®n de lluvias, no queda nada de la ¨²ltima cosecha. Y aunque parece incre¨ªble, en medio de este frondoso jard¨ªn, hay desnutrici¨®n. Solomon, un enfermero de la ONG, a cargo del centro de estabilizaci¨®n y del programa nutricional en el centro de salud en Mejo, sabe muy bien de qu¨¦ va todo esto. ¡°Lo que ocurre es que aunque, como pod¨¦is ver, la tierra es rica, el valor nutricional en las plantas es muy bajo para ayudar a los ni?os que est¨¢n d¨¦biles¡±. La abundancia de bananos es impresionante, pero tal como advierte Solomon, ¡°aqu¨ª les llaman falsos bananos. Las madres hacen un plato con esta planta, pero no da al ni?o lo que realmente necesita. Tenemos que seguir trabajando en la educaci¨®n para la salud y nutrici¨®n y formando en las comunidades¡±.
?sta es precisamente una de las necesidades y esperanzas que muchas personas tienen ahora que MSF est¨¢ en v¨ªas de traspasar este programa al Ministerio de Sanidad. Mantener el est¨¢ndar de los programas y no abandonar a las comunidades es la clave para impedir que la tasa de mortalidad materno-infantil crezca, a pesar del hecho que este para¨ªso lo dificulta para las madres y sus hijos.
Casa de espera maternas
Son grandes chozas, situadas cerca de dos centros de salud, a donde las mujeres con complicaciones y en las ¨²ltimas semanas de gestaci¨®n vienen a esperar a dar a luz. Estas instalaciones que el Ministerio de Sanidad est¨¢ ahora recibiendo de MSF son la clave para asegurar la vida de mujeres y ni?os, especialmente si viven en las zonas m¨¢s remotas, y todav¨ªa m¨¢s en esta ¨¦poca del a?o cuando la lluvia lo complica todo.
Cuando visitamos la casa de espera hab¨ªa una docena de mujeres esperando el momento del parto. ?sta es otra de las aportaciones de esta clase de proyectos que ahora gestiona el Ministerio de Sanidad.
Mejo, junto con Chire, son las dos principales ciudades donde la organizaci¨®n humanitaria ha trabajado durante m¨¢s de dos a?os entre estas monta?as, mejorando el acceso a la atenci¨®n de las mujeres embarazadas y de los ni?os menores de cinco a?os, intentando superar los retos impuestos por la lejan¨ªa y el barro, en la ¨¦poca de lluvias. Los equipos han trabajado para asegurar, por lo menos, que la vida puede seguir su curso de una forma digna en medio de este para¨ªso que se queda fijado en la imaginaci¨®n, como el olor del caf¨¦ reci¨¦n hecho en la nariz. Incluso cuando nos acercamos a Addis Abeba, horas despu¨¦s de haber salido de Sidama, la belleza y el barro de este para¨ªso siguen vivos en mi mente.
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