Una chica m¨¢gica
La literatura y el cine prometen el regreso de todo lo perdido en el mundo exterior
Una de las pel¨ªculas m¨¢s singulares y perturbadoras de las estrenadas el a?o que acaba de terminar es Magical Girl, de Carlos Vermut. Su protagonista es una ni?a de doce a?os enferma de leucemia. Su gran pasi¨®n es una serie japonesa titulada Magical Girl Yukiko y su padre decide regalarle un vestido como el de la protagonista de la serie. Pero el vestido, dise?ado por un modista famoso, vale una fortuna y para conseguirla el padre chantajea a B¨¢rbara (B¨¢rbara Lennie), una mujer con problemas mentales con la que ha pasado una noche. La primera escena de la pel¨ªcula nos muestra a B¨¢rbara cuando todav¨ªa es una ni?a. Est¨¢ en clase y su profesor la reclama un papel que acaban de pasarle sus compa?eros, pero ella en vez de entreg¨¢rselo lo hace desaparecer desafiante ante sus ojos. Walter Benjamin habl¨® de la sabidur¨ªa de la mala educaci¨®n, se?alando que la verdadera raz¨®n de la mala educaci¨®n de los ni?os es su fastidio por no poder vivir una vida marcada por lo excepcional. Por eso los ni?os sensibles y so?adores no saben renunciar a la magia. Alicia (la ni?a enferma) la buscar¨¢ en sus fantas¨ªas, en su propio interior; B¨¢rbara, en su vivir dislocado, en conflicto permanente con su entorno.
Ambas viven en las afueras, en el territorio de lo Otro. De lo Otro absoluto: la muerte; pero tambi¨¦n de lo extra?o, lo diferente: el territorio de la santidad, pero tambi¨¦n de lo atroz, de lo oscuro, de todo aquello que desaf¨ªa nuestra cordura. Franz Kafka no dej¨® de visitar ese territorio. Se tra¨ªa de all¨ª insectos, ratones cantores, ardillas, carretes olvidados, sirenas que hechizaban con su silencio, jinetes que volaban sobre cubos de carb¨®n, monos que hablaban como acad¨¦micos. Carlos Vermut, el director de Magical Girl, se ha tra¨ªdo dos ni?as. Una ni?a santa (los santos siempre se est¨¢n muriendo) y una endemoniada. ?Son acaso la misma? ?Las ni?as m¨¢gicas se vuelven malignas al crecer? Es posible que sea as¨ª, porque ?c¨®mo vivir con un poder como el suyo? Thomas Hardy tienen un poema que se titula El vestido rosa. Trata de una muchacha campesina que se lamenta de su suerte, ya que su marido est¨¢ a punto de morir y comprende que nunca podr¨¢ estrenar el vestido que acaba de comprarse y se ver¨¢ obligada a pasar el resto de su vida encerrada en su casa. El vestido representa esa vida que ya nunca podr¨¢ tener. En el folklore ciertos vestidos, como pasa en Cenicienta, son un s¨ªmbolo del alma. Emily Dickinson habla, en uno de sus poemas, de la vida como un vestido prestado y precioso que tendremos que devolver. Si B¨¢rbara act¨²a como lo hace es porque en algun rinc¨®n de su memoria a¨²n late la memoria de ese vestido sin estrenar (la memoria de su propia alma). La locura, que es la forma m¨¢s extrema de la mala educaci¨®n, es no querer renunciar a llevarlo. La ni?a que hace desaparecer los objetos se transforma al crecer en una mujer que siembra la desdicha por donde quiera que va, como si ese fuera el precio que hay que pagar por no renunciar a ese vestido. Seduce a su profesor, quiere tirar los beb¨¦s por la ventana, escucha canciones que no existen, miente a su marido, frecuenta casas de prostituci¨®n, deja a su paso un rastro de sinsentido y muerte.
Necesitamos pel¨ªculas como ¡®Magical Girl¡¯, por su belleza y su horror
Pero los otros -los se?ores de la realidad- no son mejores. El padre de la ni?a enferma se transforma en un chantajista; el profesor, en un criminal; el marido de B¨¢rbara, en un psiquiatra que desoye las ense?anzas de los sue?os; la amiga y antigua amante, en una vulgar regente de una casa de citas. ?Y qu¨¦ decir de la mansi¨®n misteriosa a la que B¨¢rbara se dirige para conseguir el dinero que necesita? Hay all¨ª varias puertas, y cada una de ellas conduce a un cuarto m¨¢s extra?o y temible que el anterior.
En la pel¨ªcula se contraponen dos figuras: la de la ni?a transfigurada por el vestido m¨¢gico, y la de la mujer sin rostro. Son las dos im¨¢genes esenciales del cine: la del cuerpo transfigurado por el amor o el encanto, y la del cuerpo sin rostro, que representa la imposibilidad de amar. El hombre invisible esconde ese vac¨ªo vend¨¢ndose la cabeza, y el Fantasma de la ¨®pera, al que un desdichado accidente ha desfigurado, detr¨¢s de una m¨¢scara. No tener rostro, estar privado de humanidad, es tambi¨¦n la tragedia del hombre lobo, y del Conde Dr¨¢cula, que sufre el dolor lacerante de carecer de reflejo. La p¨¦rdida del rostro supone la ca¨ªda en la animalidad o en el vac¨ªo de significaci¨®n. Su opuesto es el rostro transfigurado por el amor: y aqu¨ª los ejemplos son inumerables, pues esa ra¨ªz contemplativa es la esencia misma del cine, ya que el cine es el reino de las chicas m¨¢gicas.
Todo en esta pel¨ªcula resulta perturbador y casi inveros¨ªmil, sin embargo no podemos dejar de tener la sensaci¨®n mientras la vemos de que habla de lo que sucede entre nosotros como esas otras m¨¢s realistas, y sin duda preferidas por casi todos, no logran hacer. Sus im¨¢genes hablan de los due?os de la realidad, de su apego al poder y al dinero, de su oculta e insaciable perversidad. ?No es extra?o que el padre elija para recibir el dinero del chantaje un libro de la Constituci¨®n Espa?ola? Aun m¨¢s, esa casa a la que B¨¢rbara se dirige para conseguir lo que necesita, ?no es tambi¨¦n la casa donde perder¨¢ su rostro? ?Qui¨¦n es su anfitri¨®n? Desfigura a sus hu¨¦spedes, les arrebata su sue?os, representa a todos los poderosos de este mundo y sus pr¨¢cticas oscuras. Es lo contrario que Yukiko, la ni?a m¨¢gica del c¨®mic japon¨¦s, cuyo vestido est¨¢ hecho de luz.
En el folclore ciertos vestidos, como pasa en Cenicienta, son un s¨ªmbolo del alma
King Vidor hizo en los a?os treinta una pel¨ªcula que se titula Noche nupcial. En ella, un escritor en plena crisis creativa regresa al pueblo del que procede su familia para aislarse del agitado mundo social que le est¨¢ consumiendo. Conoce all¨ª a una muchacha campesina. Se ven cada d¨ªa, pues es ella quien le lleva la leche. El escritor empieza a escribir sobre la muchacha y el mundo que la rodea, un mundo brutal en que la mujer apenas es otra cosa que una bestia de carga, y no tardan en enamorarse. Hasta que estalla la tragedia y la chica muere. Entonces el escritor recuerda las tardes que los dos pasaron juntos y comprende que nada podr¨¢ separarlos, pues basta que alguien abra el libro que escribi¨® a su lado para que ellos vuelvan a encontrarse en los pensamientos de quien lo lea. La magia que no crea, sino que llama, escribi¨® Kafka. Esa llamada habla del eterno retorno de las cosas, hace que los que hemos sido en el pasado continuen vivos hasta el fin de los tiempos.
La pel¨ªcula de Carlos Vermut termina como empieza, y si en la primera escena hemos visto a una B¨¢rbara ni?a haciendo evaporarse el papel de la infamia ante los ojos de su profesor (Jos¨¦ Sacrist¨¢n), en la ¨²ltima vemos como ¨¦ste hace desaparecer entre sus manos el magnetof¨®n donde est¨¢n las pruebas que la pueden acusar. Es un final abierto, que cabe interpretar de muchas maneras. A m¨ª me gusta pensar que es la chica m¨¢gica, Yukiko, quien le ha dado ese poder. Es verdad que Jos¨¦ Sacrist¨¢n dispara sobre ella, pero la pervivencia de la magia nos habla de su misteriosa presencia m¨¢s all¨¢ de la muerte. La literatura, el cine, el arte en su conjunto, son el refugio de la magia en el mundo: prometen la resurrecci¨®n, el regreso de todo lo perdido en el mundo exterior. Por eso necesitamos pel¨ªculas como Magical Girl -su belleza, su horror-, porque un mundo sin resurrecci¨®n es un mundo de fantasmas (como este que tenemos).
Gustavo Mart¨ªn Garzo es escritor.
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