El tiempo tiene precio
Si Tsipras quiere un pacto serio y beneficioso con la UE, deber¨¢ suavizar sus primeros gestos
La primera semana tras la victoria de la izquierda radical en Grecia ha sido dura para las relaciones del nuevo Gobierno de Syriza y sus colegas de la UE. Era inevitable, pues los enfoques de pol¨ªtica econ¨®mica no solo son distintos, sino en algunos aspectos, radicalmente opuestos. Habituarse a un socio tan poco convencional por parte de los otros 27 y de las instituciones no es sencillo. Y adaptarse a la responsabilidad de gobierno y al pragmatismo posibilista para un partido caldeado en la movilizaci¨®n, a¨²n menos. Los desencuentros no se evaporar¨¢n por ensalmo. Se necesita mucha discusi¨®n seria y bastante tiempo. Pero tampoco el tiempo disponible es eterno. Si se quieren evitar males mayores, el asunto debe estar encauzado antes del verano, cuando se producen algunos vencimientos que, sin soluci¨®n, gangrenar¨ªan a Atenas.
En realidad ser¨ªa deseable mayor celeridad para despejar incertidumbres a la estabilidad griega. De entrada porque la recaudaci¨®n fiscal est¨¢ capotando peligrosamente desde diciembre, ya que muchos descuentan una futura gran laxitud fiscal; y porque los mercados no son inmunes a algunas de las primeras medidas renacionalizadoras. Tambi¨¦n convendr¨ªa para no alterar el crecimiento europeo. Pero es muy dudoso que ello sea pol¨ªticamente factible, pese a la esforzada interlocuci¨®n de algunos, como el presidente del Parlamento Europeo o el del Eurogrupo.
En las primeras escaramuzas, Alexis Tsipras ha solicitado ese tiempo, ha practicado una inusual firmeza y ha ofrecido colaboraci¨®n gen¨¦rica. Pero tras esta educada presentaci¨®n, su Gobierno ha entrado con trompeter¨ªa, fijando posiciones, s¨ª, pero sin abrir resquicios a completarlas. As¨ª, el programa de emergencia social anunciado en la primera reuni¨®n del Gobierno, aunque pudiera ser cauteloso en el aumento del gasto (faltan los detalles, por cierto), no estuvo acompa?ado de anuncios de reformas para incrementar la competitividad y la eficiencia de la Administraci¨®n.
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As¨ª, ha traducido la incomodidad con la troika en un rechazo absoluto a negociar con ella, que ser¨ªa practicable si Atenas no necesitase prolongar el segundo rescate o iniciar otro en toda regla y le bastase alguna l¨ªnea de cr¨¦dito precautoria; algo muy dudoso. Ser¨ªa suicida que esa negativa implicase el rechazo de todo control de la UE sobre el cumplimiento de los planes que se pacten: si es as¨ª, dif¨ªcilmente Grecia obtendr¨¢ ni un solo euro adicional. Y lo necesita. Tambi¨¦n las simpat¨ªas hacia Putin a cuenta de las sanciones, aunque ret¨®ricas, inquietan: por el retorno al decr¨¦pito nacionalismo exterior (prorruso y antiturco) que parec¨ªa abandonado por Atenas, y por la vuelta al bald¨ªo tacticismo de la toma de rehenes (bloquear algo para lograr concesiones en otro asunto) en la negociaci¨®n comunitaria.
Si quiere resultados, Tsipras deber¨¢ combinar la dureza de sus gestos iniciales con la apertura de ventanas para el acuerdo. Porque, endeudado y sin liquidez, dispone de pocos elementos de presi¨®n m¨¢s all¨¢ de la capacidad de convencer. Seguramente a estas horas sabe ya que la condonaci¨®n (parcial) de la deuda es una l¨ªnea roja infranqueable para sus socios (aunque no otras medidas m¨¢s suaves). Entre otras razones, porque estos tambi¨¦n tienen que rendir cuentas a sus conciudadanos. El consenso europeo est¨¢ en juego.
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