Carmen Iglesias: ¡°La libertad lleva consigo un grado de soledad¡±
Los libros siempre han sido el refugio de esta historiadora que ha basado su patrimonio en el conocimiento y la defensa del individuo. Ha ocupado cargos e instituciones de prestigio. Fue profesora de Historia de Felipe VI, al que califica como ¡°inteligente y bondadoso¡±.
Carmen Iglesias se mueve ligera por los fr¨ªos pasillos de la Real Academia de la Historia, de la que fue nombrada directora por mayor¨ªa el pasado diciembre. La Navidad lleg¨® cargada de felicitaciones por su nuevo nombramiento y su ego parece bien cubierto por las enhorabuenas de antiguos alumnos e historiadores. Apenas ha tenido tiempo de tomar posesi¨®n del despacho, con ventanales a la madrile?a calle de Le¨®n, pero ya ha cambiado de sitio los muebles. No quer¨ªa ocupar el sill¨®n de su amigo Gonzalo Anes, anterior director, ya fallecido, al que sucede. Una fotograf¨ªa del rey Felipe VI vestido de uniforme y muy sonriente contempla al visitante desde una de las mesas supletorias. ¡°Normalmente esto estar¨¢ lleno de papeles y habr¨¢ libros, pero es que a¨²n no he aterrizado¡±, se disculpa ante la desnudez del entorno, antes de posar su abrigo en un sof¨¢ de terciopelo rojo en esta ma?ana de enero.
Da ¨®rdenes de forma suave, pero claras. A¨²n quedan cuadros por colgar, y un par de operarios esperan, martillo en mano, a que acabe la entrevista para proceder. Para las paredes ha elegido un retrato de Alfonso XIII de ni?o y otros de Mar¨ªa Cristina y de Isabel II. Quer¨ªa verse arropada por mujeres. Ha conservado una delicada urna de cristal del XVIII que reposa en un rinc¨®n. Pero eso es solo en su despacho; desea cambiar algunas cosas m¨¢s y de momento empezar¨¢ por abrir la Academia a la gente. ¡°Esto no tiene el hall de la Academia de la Lengua ¨Cinstituci¨®n de la que tambi¨¦n forma parte¨C, pero le sacaremos partido¡±. El barrio donde se ubica, muy cerca de Atocha, en una zona popular y castiza, ¡°tiene un ambiente estupendo¡±. Apenas a unos pasos de su despacho, en el sal¨®n de plenos, junto a las libretas en blanco y los l¨¢pices para los historiadores, cuelgan cuatro goyas. Su favorito, el retrato de fray Juan Fern¨¢ndez de Rojas, un latinista que fue miembro de tan selecto club.
En 1989 fue elegida por unanimidad miembro de n¨²mero de la Academia de la Historia, y el pasado noviembre, directora de esta docta instituci¨®n. ?Se emocion¨®? Me emocion¨® la confianza de los compa?eros, de 29 me votaron 23. Estas votaciones son como c¨®nclaves; antes hay movimiento y se habla, pero puede haber una dispersi¨®n enorme o puede ocurrir, como el voto es secreto, que salga una cosa totalmente distinta.
Usted es la primera mujer que accede a la direcci¨®n de esta Academia fundada en 1736 o de cualquiera de las grandes Academias. Lo ha logrado todo por su val¨ªa y en ning¨²n caso por cuotas. ?C¨®mo cree que ha evolucionado el papel de la mujer en la sociedad espa?ola en el ¨²ltimo medio siglo? Hace a?os dec¨ªa en una entrevista que el siglo XXI ser¨ªa de las mujeres. Cuando estudiaba, las que segu¨ªamos una carrera profesional ¨¦ramos escas¨ªsimas. Adem¨¢s de las transformaciones sociales y la sociedad del bienestar, el gran cambio desde finales del siglo XX, como dice mi amiga Margarita Rivi¨¨re, tiene que ver con la percepci¨®n que tenemos sobre nosotras mismas, saber que la mujer puede hacer las cosas. Por educaci¨®n y por los avatares de la vida, supe desde muy joven lo que no quer¨ªa hacer. Sin el mundo del conocimiento, sin los libros, me muero. En mi ¨¦poca eso significaba ser un bicho raro; te ningunean tanto en la vida siendo mujer¡ Nos hemos hecho m¨¢s fuertes porque la vertebraci¨®n la hemos tenido que hacer hacia el interior sin estar pendientes de las opiniones ajenas.
?Le han ninguneado mucho? Seguro que lo ha vivido en alguna reuni¨®n de varones: dices una cosa y no hay ning¨²n comentario. Al rato, uno de ellos dice lo mismo sin mencionarte y la opini¨®n se considera, son momentos en los que te sientes invisible. En la universidad, algunas de las chicas de mi ¨¦poca buscaban ¨Cy lo dec¨ªan sin pudor¨C barniz cultural y un buen partido, pero lo que yo no quer¨ªa era convertirme en ama de casa. Cuando hablo con j¨®venes siempre defiendo que persigan lo que les gusta. Al acabar la carrera tuve varias opciones en la universidad; una muy ventajosa, que inclu¨ªa marchar a Am¨¦rica, pero me ten¨ªa que decantar por la Historia Econ¨®mica y rehus¨¦ la oferta. Lo m¨ªo era estudiar las ideas, las clases de don Luis del Corral. Nunca me he arrepentido de esa elecci¨®n.
Y parece que sigue en la brecha. Ja, ja, ja. El hombre es m¨¢s fuerte que el destino, que dec¨ªan los griegos. Me siento afortunada. A veces he rechazado cosas y he cometido errores con la gente que no me gustaba, pero los humanos somos un poco como los topos: no sabes muy bien lo que quieres, pero no te desv¨ªas del camino aunque vayas casi a ciegas.
En 1984 gan¨® por oposici¨®n la c¨¢tedra de Historia de las Ideas y de las Formas Pol¨ªticas de la Universidad Complutense de Madrid, pero hubo historiadores que se sintieron decepcionados. ?Soport¨® mucha presi¨®n? La oposici¨®n a c¨¢tedra contra cuatro varones fue tremenda. Esas oposiciones, que ven¨ªan de don Fernando de los R¨ªos, pod¨ªan ser horribles si tocaba un tribunal mostrenco de una ¨²nica ideolog¨ªa, pero tuve suerte, ya que cog¨ª el tardofranquismo y los tribunales era m¨¢s variados. Hab¨ªa seis ejercicios donde se ve¨ªa el conocimiento que llevabas; luego deliberaban en secreto y votaban p¨²blicamente. Ve¨ªa a los varones, todos convencidos de que la c¨¢tedra ser¨ªa para alguno de ellos, y pensaba para mis adentros: ¡°?Tendr¨¦ yo la misma falta de sentido de la realidad?¡±. Yo sab¨ªa lo que sab¨ªa, eso de san Agust¨ªn: ¡°Si me comparo conmigo mismo nada valgo, pero si me comparo con los otros, mucho¡±. El tribunal me vot¨® por unanimidad y no me lo perdonaron en la vida.
En esa ¨¦poca, ?hab¨ªa muchos tab¨²es que romper? Nunca he sido victimista. El medio en que desarroll¨¦ mi adolescencia, en plena sociedad franquista, era muy duro. Fui hija ¨²nica, muy solitaria y muy cuidada, enfrascada en mis cuentos de hadas, pero mi padre muri¨® cuando yo ten¨ªa 10 a?os y con mi madre fuera.
Y en esa ¨¦poca sin su madre, ?qui¨¦n fue su referente? Fue una madrina, una mujer independiente y profesional. Yo proced¨ªa de una familia que contaba con un sector muy de derechas y otro anarquista-republicano, donde siempre o¨ªa hablar con libertad de todo, incluidas cosas como que Franco iba a durar poqu¨ªsimo. Y luego lleg¨® esta mujer, una persona contradictoria, liberal de estructura, pero ideol¨®gicamente de derechas; con ella aprend¨ª que las ideolog¨ªas son relativas y lo ¨²nico absoluto es la calidad moral de cada persona. Me acuerdo de una vez que siendo adolescente le pregunt¨¦ algo muy personal y me dijo: ¡°Las cosas que hagas nunca van a gustar a todos, pero debes estar conforme con lo que haces. Antes de llevarlo a cabo piensa c¨®mo estar¨¢s al d¨ªa siguiente, no sea que te tengas que tirar de los pelos¡±. Consejos as¨ª de peque?itos me sirvieron mucho.
La falta de conciencia hist¨®rica nos impide valorar lo que tenemos¡±
?Tuvo una infancia dura? No la infancia, pero s¨ª la adolescencia. Mi madre estaba fuera, se encontraba mal; despu¨¦s vivi¨® cerca de m¨ª, una mujer valiente a la que admiraba, y muri¨® en mis brazos, pero se qued¨® viuda en unas condiciones terribles e hizo lo que pudo. A m¨ª me salvaba ir al instituto. En esos a?os de tristeza franquista pensaba que deb¨ªa haber gente distinta. Hab¨ªa un muchacho que me gustaba mucho y si le daba la mano me dec¨ªa: ¡°?Uy, qu¨¦ fuerte das la mano!¡± o ¡°Siempre vas con libros¡±. Creo que no era el modelo de chica de la ¨¦poca, viv¨ªa en tierra de nadie y as¨ª he seguido.
Esa opci¨®n se llama soledad. S¨ª, pero una soledad buscada y complaciente. Mi otro valor, adem¨¢s del conocimiento, son los amigos. Precisamente porque no he tenido familia directa, ellos son mi familia y mantengo relaciones muy afectivas con ellos.
Como historiadora ha investigado la evoluci¨®n de la mujer en las sociedades de los siglos XVIII y XIX. ?Dir¨ªa que a mayor ilustraci¨®n, mejor trato? Bueno, est¨¢n las sufragistas a las que debemos tanto. Y luego he rastreado bien desde la baja Edad Media. Montesquieu dec¨ªa que se mide la libertad de una civilizaci¨®n por la libertad que tienen sus mujeres. En la historia nos movemos en zigzag. Con la Ilustraci¨®n se nota cierta liberaci¨®n, aunque creada mayoritariamente por hombres, trae cierta emancipaci¨®n; luego en el marco del XIX vivimos un retroceso clar¨ªsimo, una vuelta al hogar, pero al mismo tiempo es el comienzo de la revoluci¨®n industrial y del mercado y, por tanto, las mujeres y hasta los ni?os trabajan porque se necesita mano de obra. Cuando hice la exposici¨®n de Cervantes para la Academia de la Lengua me impresion¨® las mujeres que lo rodearon, las cervantas, que eran mujeres que sab¨ªan leer y escribir, ten¨ªan una ilustraci¨®n, pero carec¨ªan de dote para casarse y subir su nivel. Es curioso, en las Partidas de Alfonso X el Sabio exist¨ªa una protecci¨®n a las mujeres por promesa de matrimonio, de manera que si alguien romp¨ªa ese pacto, el afectado deb¨ªa pagar una indemnizaci¨®n.
?Qu¨¦ piensa de las mujeres, algunas universitarias, que se apuntan al Ej¨¦rcito Isl¨¢mico? Es ¡°el miedo a la libertad¡± que explic¨® Erich Fromm. La libertad lleva consigo un grado de soledad y de independencia. Sin el grupo, no hubi¨¦ramos sobrevivido de ni?os, y luego persiste esa tendencia a que la tribu te proteja. Cuando se produce un linchamiento y la masa se muestra enardecida, no existe responsabilidad individual. En estas mujeres puede funcionar ese temor a la responsabilidad, una inercia a que decidan por ellas. Que las chicas se metan en sectas o se apunten al yihadismo resulta preocupante.
Carmen Iglesias
Doctora en Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa, la historiadora decant¨® su carrera por el lado del estudio de las ideas. Nunca se ha arrepentido de esa elecci¨®n. Presume de haber abierto a sus alumnos las puertas del conocimiento. Intelectual de referencia, est¨¢ considerada como una de las grandes especialistas en el pensamiento de Montesquieu y de la ¨¦poca de la Ilustraci¨®n espa?ola y europea. En 1984 gan¨® por oposici¨®n la c¨¢tedra de Historia de las Ideas y de las Formas Pol¨ªticas; segunda mujer en ser miembro de la Academia de la Historia y la cuarta en la Real Academia de la Lengua. Es autora, entre otros t¨ªtulos, de No siempre lo peor es cierto, un intento de derribar el fatalismo en la historia de Espa?a.
Usted ha basado su carrera en el conocimiento como patrimonio personal y ha escrito miles de p¨¢ginas sobre el individualismo como valor moral frente al grupo. ?La sociedad prima el gregarismo? He estado siempre en contra de los nacionalismos porque priman el grupo por encima de los individuos, y nos ha costado mucho llegar a ese estado en que el individuo tenga entidad moral y aut¨®noma. Dicho esto, el individuo no puede vivir solo y hay una relaci¨®n dial¨¦ctica entre el individuo y el grupo. Lo peligroso llega cuando el grupo se impone, eso tiende a ser totalitario. Hay un libro que siempre recomendaba a mis alumnos como iniciaci¨®n, El se?or de las moscas, una muestra de c¨®mo en un momento en que no hay normas para defenderse dentro del grupo se impone el m¨¢s fuerte, el m¨¢s violento, el m¨¢s osado. Ese es el peligro del grupo.
Y ahora que la raz¨®n y la ¨¦tica como valores de convivencia parecen retroceder, ?deber¨ªamos mirar a Montesquieu? ?Siempre! Hemos vivido unos a?os en los que el valor de lo material, del dinero contante y sonante, era casi lo ¨²nico que val¨ªa. Se primaba el ¨¦xito, los pelotazos, cualquiera pod¨ªa hacerse rico, y ahora vivimos las consecuencias de esa burbuja; la gente se entrampaba porque no ten¨ªa otra perspectiva que acumular cosas, nos ha faltado pedagog¨ªa en el mejor sentido.
?Y c¨®mo lo arreglamos ahora? La educaci¨®n es la asignatura pendiente en la democracia. Se hicieron muchas cosas buenas para cambiar la educaci¨®n y los chicos est¨¢n muy formados en ciertas cosas, pero, por ejemplo, el descr¨¦dito de las humanidades es una cat¨¢strofe porque ah¨ª se ense?a a los griegos y las bases de nuestra cultura. Recuerdo en mi familia, un poco en la senda de esa herencia de la tradici¨®n jud¨ªa, que siempre me dec¨ªan: ¡°Pase lo que pase en la vida, ten en cuenta que lo ¨²nico que no te pueden quitar es lo que t¨² llevas dentro, lo que aprendes¡±. Y eso, a veces, no te hace ser m¨¢s feliz, porque cuanto m¨¢s conoces, m¨¢s puedes sufrir, pero te ayuda a comprender.
?Ha seguido atada a los libros casi toda su vida? De hecho no me mov¨ª nunca de ese terreno, aunque recib¨ª muchas ofertas hasta que me ofrecieron el Centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales, que me gustaba porque entraba dentro de lo que hac¨ªa.
Pero eso requer¨ªa cierta afinidad pol¨ªtica. ?Se lo ofreci¨® Aznar? S¨ª, pero lo hubiera aceptado igual del PSOE, siempre que respetaran mis condiciones y me dieran libertad. El Centro lo conoc¨ªa bien, exist¨ªa cierto mito con todos los maestros que hab¨ªan pasado por ah¨ª, como Garc¨ªa Pelayo, y en cierto modo funcion¨® como un refugio. A Aznar le dije que s¨ª, pero impuse a mi equipo. Jam¨¢s tuve ninguna injerencia. Otra cosa es que viera a gente que no me gustaba, porque menudo vicepresidente hab¨ªa entonces.
?Y no le ofreci¨® ser ministra de Cultura? No, eso no. Estuve comprometida mientras dur¨® el franquismo con la FUDE y en el FLP, pero luego lleg¨® la democracia y pens¨¦: ¡°?Qu¨¦ gusto, ya no hay que estar dando testimonio!¡±. A m¨ª lo de ser pol¨ªtica, meterse en el despacho todos los d¨ªas y gestionar no me va.
El nacionalismo prima el grupo por encima de los individuos¡±
Tambi¨¦n acept¨® ser presidenta del grupo Unidad Editorial. Eso lo dud¨¦ much¨ªsimo. Fue Raniero Vanni el que me lo ofreci¨®, pero me resist¨ª porque no le ve¨ªa mucho sentido. Quer¨ªan una figura cultural, pero lo dud¨¦. El propio embajador italiano me llam¨® para que me decidiera, pero lo que me decidi¨® de verdad fue una llamada desde Oviedo del rey Juan Carlos.
Con la Casa Real ha tenido una relaci¨®n muy cercana. Con el Rey actual, primero fue su profesora de Historia y luego sigui¨® en seminarios en La Zarzuela. S¨ª, hemos estado casi veinte a?os, por eso nunca me han sorprendido sus ¨¦xitos. En la distancia corta muestra una inteligencia y una bondad enormes. Cuando empezamos ¨Ccasi la ¨²nica clase privada que he dado en mi vida¨C, est¨¢bamos en La Zarzuela en una mesita cuadrada y su padre, el Rey, muy gracioso me dijo: ¡°Carmen, no me aburras al muchacho con la prehistoria¡±.
Nunca he sido victimista. Crec¨ª en plena sociedad franquista¡±
Tambi¨¦n le ha dado clases a la infanta Cristina. ?Cree que deber¨ªa renunciar a sus derechos din¨¢sticos? Deber¨ªa dar alg¨²n paso que libere a la Monarqu¨ªa de la presi¨®n que supone su situaci¨®n actual. Ha querido seguir junto a su marido y me parece bien, pero en la vida, a veces, hay que elegir.
En la situaci¨®n actual, la Monarqu¨ªa tambi¨¦n parece cuestionada. ?Cree que esa corriente que se mueve en la calle pidiendo un refer¨¦ndum acabar¨¢ por llegar al Parlamento? Me parece un falso debate. El problema no es monarqu¨ªa o rep¨²blica, lo que importa es que haya democracia o dictadura. No hablamos de monarqu¨ªas absolutas, donde s¨ª har¨ªa falta un refer¨¦ndum para decidir qu¨¦ hacemos. Vivimos en la soberan¨ªa del pueblo y una jefatura del Estado que nos proporciona una imagen que es ¨²til. Las Rep¨²blicas aqu¨ª salieron mal por lo que sea y la Monarqu¨ªa parlamentaria nos est¨¢ funcionando, llevamos 50 a?os que son los mejores de nuestra historia.
?A qu¨¦ achaca el presentismo en que nos movemos? Es una de las consecuencias de la falta de educaci¨®n, de humanidades y de una historia com¨²n. Nos falta una conciencia hist¨®rica, que va m¨¢s all¨¢ de aprender fechas y personajes. Conciencia hist¨®rica es comprender, a trav¨¦s de las narraciones, el legado de las anteriores generaciones. Y somos privilegiados por la ¨¦poca que nos ha tocado vivir, y m¨¢s siendo mujeres. Esa falta de conciencia hist¨®rica de creer que la democracia y las libertades son una cosa que est¨¢ ah¨ª y que no vale me abruma. Ya tuvimos la experiencia hist¨®rica de los a?os treinta, cuanto la intelectualidad europea empez¨® a pensar para qu¨¦ val¨ªan las libertades burguesas. Me preocupa en los j¨®venes espa?oles ese presentismo que carece de hondura. Que se puedan volver a decir las cosas que se dicen, que son de la ¨¦poca bolchevique, me asombra. En el p¨¦ndulo franquismo/antifranquismo ha faltado una reflexi¨®n autocr¨ªtica y en profundidad respecto a lo que han sido los reg¨ªmenes totalitarios, y no solo el alem¨¢n, tambi¨¦n los sovi¨¦ticos y lo que significa Camboya o China. Ha faltado una educaci¨®n c¨ªvica, en eso estoy con Savater. Saber a d¨®nde conducen las utop¨ªas imposibles y la falacia del hombre nuevo. Esa falta de conciencia hist¨®rica nos lleva a no valorar lo que tenemos. A m¨ª los grandes salvadores me dan miedo, porque la historia ha demostrado que se convierten en grandes dictadores.
Suele decir que las cosas en la vida le han llegado solas, que no las ha buscado. ?Esa ha sido su actitud con los hombres? ?Los ha esperado, o los ha buscado? Pues las dos cosas. A veces los he buscado y no me ha salido muy bien porque¡ pero¡ eso es ya muy privado. Me llevo bien con los hombres.
Leyendo su entrada en el Diccionario Biogr¨¢fico Espa?ol, cinco p¨¢ginas de logros profesionales, me preguntaba cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que se enamor¨®. Pues la ¨²ltima vez, hace tiempo. Estuve casada y separada, y ahora viuda, porque me hice cargo de mi exmarido, que estaba muy enfermo. Me separ¨¦ porque nos casamos muy j¨®venes, en la universidad, y tomamos caminos diferentes, pero mantuve buen recuerdo de aquellos a?os. Me he enamorado plat¨®nicamente muchas veces y tengo los amigos con los que siempre funciona una relaci¨®n afectiva fuerte, pero, como dec¨ªa un cl¨¢sico, no creo en el amor fou, pero s¨ª en la amistad entre personas maduras. A partir de una cierta edad, ya se sabe. Pero enamorarme, de la pasi¨®n que dec¨ªa Carlos Castilla que fue una obnubilaci¨®n, sucedi¨® hace a?os y no sali¨® bien.
He le¨ªdo que de no haber sido historiadora, le hubiera gustado ser bailarina. Me ha gustado mucho bailar, ahora menos porque hay pocas fiestas y casi no se baila. Lo he pasado muy bien, sobre todo cuando viajo a Am¨¦rica, en Colombia con Garc¨ªa M¨¢rquez y la Gaba, ?c¨®mo bailan! Me gustaba el baile cl¨¢sico, pero no tuve oportunidad. Empec¨¦ tarde y la espalda no me resist¨ªa, pero me encanta ver bailar.
En 2014, el rey Juan Carlos la nombr¨® condesa de Gisbert. ?Qu¨¦ aporta esta medalla a su carrera? Me result¨® divertido, me gusta m¨¢s que un marquesado. Me acerca m¨¢s a mis personajes. Como no tengo herederos directos, ped¨ª que no fuera vitalicio y eleg¨ª Gisbert, el segundo apellido de mi padre, como homenaje a mis antepasados, a mi abuela materna.
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