Salvajada
La crueldad y el ensa?amiento del yihadismo aumentan con el piloto jordano quemado vivo
El autoproclamado Estado Isl¨¢mico (EI) elev¨® este martes a¨²n m¨¢s el list¨®n del salvajismo del que hace gala al difundir un v¨ªdeo en el que se observa c¨®mo quema vivo dentro de una jaula a un piloto militar jordano, Moaz al Kasasbeh, secuestrado el 24 de diciembre en Siria. Su difusi¨®n por Internet ¡ªvergonzosamente festiva entre los simpatizantes yihadistas¡ª a?ade ignominia al asesinato de un hombre indefenso con un m¨¦todo que trata de infligirle el m¨¢ximo dolor posible. Un hecho absolutamente incompatible con cualquier atisbo de humanidad.
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El asesinato, que aparentemente tuvo lugar el pasado 3 de enero, es la culminaci¨®n de un macabro juego que los secuaces del EI han estado practicando sin piedad con dos Gobiernos y dos familias. Se trata de los Ejecutivos de Jordania y Jap¨®n y de las familias del citado Al Kasasbeh y del periodista Kenji Goto. Los secuestradores impusieron una falsa negociaci¨®n triangular que deb¨ªa terminar con la liberaci¨®n de Sayida al Rishawi, quien particip¨® en un atentado ¡ªcon 57 muertos¡ª contra un hotel en Amm¨¢n donde varias familias celebraban una boda. Jordania accedi¨® a liberar a la terrorista pero exigi¨® una prueba de que su piloto segu¨ªa vivo.
La respuesta fue la decapitaci¨®n del periodista japon¨¦s ¡ªcon la ya tristemente habitual palabrer¨ªa previa de su verdugo¡ª y este martes, las im¨¢genes del despiadado asesinato del jordano. Fue adem¨¢s la confirmaci¨®n del sadismo que utiliza el Estado Isl¨¢mico en sus negociaciones. El piloto hab¨ªa sido asesinado hace un mes. Nunca hubiera podido ser liberado a cambio de la terrorista.
La oleada de horror y asco que producen estas nuevas atrocidades no deben llevarnos a dos errores. El primero ser¨ªa el de pensar que se trata de hechos aislados. Siendo especialmente terrible, la muerte de Moaz al Kasasbeh no es menos cruel que la decapitaci¨®n de rehenes, la crucifixi¨®n de ni?os, la defenestraci¨®n de homosexuales, la lapidaci¨®n de mujeres o el tiro en la nuca a prisioneros. Lo que no hay que olvidar es que la mano detr¨¢s de todas estas muertes ¡ªdirigidas contra religiones y personas muy diversas¡ª es la misma: la del Estado Isl¨¢mico.
El segundo error ser¨ªa el de pensar que nuestras sociedades est¨¢n a salvo. No es necesario remontarse a los asesinatos de Charlie Hebdo y el supermercado kosher de principios de enero. Este martes mismo, en Niza, dos soldados franceses que proteg¨ªan un centro jud¨ªo fueron atacados a pu?aladas. El yihadismo cabalga sobre una ola de odio que justifica cualquier acto. Y esa ola est¨¢ rompiendo contra las sociedades occidentales tras mostrar sus efectos devastadores en Oriente Pr¨®ximo. Es necesario redoblar la guardia y ser m¨¢s firmes que nunca en la defensa de los valores que han hecho de las sociedades democr¨¢ticas el espacio de libertad que a los iluminados totalitarios les horroriza. Protegerlo es una obligaci¨®n de los Gobiernos y de los ciudadanos.
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