Traficadas. El negocio de la trata de mujeres en M¨¦xico

Diana Ang¨¦lica era una ni?a alegre y optimista. De cuerpo menudo, ojos grandes almendrados, y cara angelical. El 7 de septiembre de 2013 su madre se despidi¨® de ella como cada ma?ana cuando se iba al colegio¡­ Y nunca m¨¢s la volvi¨® a ver.

Historias como esta engrosan cada d¨ªa la enorme lista de ni?as y mujeres desaparecidas en todo M¨¦xico. Un drama silenciado que desgarra a la sociedad del pa¨ªs. Estas desapariciones forman parte de un entramado de tr¨¢fico de personas con fines de explotaci¨®n sexual. Los feminicidios de Ciudad Ju¨¢rez son solamente una parte de este grav¨ªsimo problema que golpea profundamente a millares de familias.

Seg¨²n el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, han desaparecido en s¨®lo nueve estados del pa¨ªs 9.200 mujeres y ni?as. Entre junio de 2011 y junio de 2012 s¨®lo en el estado de M¨¦xico fueron 955, de las que el 60% eran menores de 17 a?os. Mar¨ªa de la Luz Estrada Mendoza, presidenta de esta organizaci¨®n, puntualiza, sin embargo, que no existe una cifra oficial fiable de desaparecidas, porque los gobiernos, dice, maquillan los datos. El estado de Veracruz reconoci¨® de forma extraoficial que en su territorio hay 6.000 desaparecidas. El resto de estados, sin embargo, se niegan a dar informaci¨®n al respecto y los pocos n¨²meros que aportan a las estad¨ªsticas de las entidades son rid¨ªculos, muy inferiores a las que estas mismas manejan. Es este un problema invisibilizado social y pol¨ªticamente.

En los ¨²ltimos a?os, el tr¨¢fico de mujeres con fines de explotaci¨®n sexual ha pasado a ser el segundo negocio m¨¢s lucrativo en M¨¦xico, despu¨¦s de las drogas. As¨ª lo indica un informe sobre las condiciones de vulnerabilidad que propician la trata de personas en M¨¦xico, elaborado por la Comisi¨®n Nacional de los Derechos Humanos y el Centro de Estudios e Investigaci¨®n en Desarrollo y Asistencia Social. Pero lo que m¨¢s preocupa a los autores es que algunos militares han entrado a formar parte de la red de secuestros y explotaci¨®n sexual, as¨ª como los narcotraficantes, que ven en este rentable negocio una forma de diversificar sus ingresos. Al sur del pa¨ªs, en el estado de Oaxaca, la persona que controla el negocio de la trata y la explotaci¨®n sexual es un ¡°militar de alta graduaci¨®n¡±, asegura Elvira Madrid, presidenta de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Mart¨ªnez, A.C, una ONG que trabaja en favor de los derechos de las prostitutas y en contra del tr¨¢fico de mujeres.

Levantones sexuales

Existen diferentes formas de captar a las mujeres y ni?as. Una de ellas es la conocida como levant¨®n. El crimen organizado tiene a hombres que controlan determinadas zonas o barrios, se fijan en una posible v¨ªctima ¡ªcasi siempre muy j¨®venes y de complexi¨®n delgada¡ª, la vigilan unos d¨ªas para conocer su rutina y, cuando pueden, la suben de forma violenta a una camioneta. Y desaparece. A veces, no hay ni vigilancia previa. Simplemente ven una muchacha que les gusta, paran el veh¨ªculo y la suben en el acto.

Otro de los sistemas es a trav¨¦s de falsos anuncios de empleo. ¡°Mi hija Fabiola vio un anuncio enganchado a una farola en el que se buscaba a una mujer para cuidar a una persona mayor. Llam¨® por tel¨¦fono y la citaron al d¨ªa siguiente a las diez de la ma?ana, en el mismo lugar donde lo hab¨ªa encontrado. Ella me pidi¨® que la acompa?ara y as¨ª lo hice, pero no se present¨® nadie. Fabiola volvi¨® a llamar y le dijeron que hab¨ªa surgido un problema con la persona que ten¨ªa que ir y la volvieron a citar al d¨ªa siguiente. En esta ocasi¨®n, no la pude acompa?ar porque ten¨ªa que ir al m¨¦dico¡­y ya nunca m¨¢s volvi¨®¡±, relata Rosa Mar¨ªa, madre de una v¨ªctima. Fue el 10 de enero de 2012.

Fabiola es del municipio de Ecatepec, uno de los lugares de donde m¨¢s mujeres desaparecen de todo el Estado de M¨¦xico, como coinciden en afirmar la Asociaci¨®n Mexicana de Ni?os Robados y Desparecidos A.C., la Coalici¨®n Contra El Tr¨¢fico de Mujeres y Ni?as en Am¨¦rica Latina y El Caribe, y la Brigada Callejera de Ayuda a la mujer Elisa Mart¨ªnez A.C. Estas organizaciones que trabajan contra el tr¨¢fico de personas y la explotaci¨®n sexual tienen claras evidencias de que algunos polic¨ªas locales del municipio participan en estas redes. La familia de Fabiola sabe con certeza, por diferentes pistas y testigos, que ella est¨¢ siendo explotada como esclava sexual. Sin embargo, la negligencia, desidia y en algunos casos la connivencia de la polic¨ªa, hace que el caso de la joven se encuentre en una v¨ªa muerta.

¡°Vivos se los llevaron y vivos los queremos¡±, gritaba Rosa Mar¨ªa durante la manifestaci¨®n que tuvo lugar en M¨¦xico DF el d¨ªa de la madre, organizada por las diferentes asociaciones de familiares de desaparecidos, y que convoc¨® a personas llegadas desde todos los estados del pa¨ªs. A su lado estaba Tadeo, hijo de Fabiola de siete a?os de edad, quien, con un gran cartel de su madre colgado en el pecho, repart¨ªa incansablemente folletos en los que se ofrec¨ªa una recompensa de 300.000 pesos (unos 17.500 euros), a la persona que aportara informaci¨®n ¨²til para encontrarla. Su expresi¨®n de esperanza mientras corr¨ªa como un loco de un lado a otro, dando impresos a todo el mundo, no dejaba indiferente a los asistentes.

Semanas m¨¢s tarde, en casa de su abuela, preguntado por qu¨¦ dir¨ªa a las personas que tienen retenida a su mam¨¢, el peque?o respondi¨® as¨ª: ¡°Me llamo Tadeo. A las personas que se la llevaron, devu¨¦lvanmelas. Porque a m¨ª me hace m¨¢s falta que a ustedes, as¨ª que devu¨¦lvanmelas. Es lo que yo tengo dentro de mi coraz¨®n, que nada m¨¢s que tengo a mi pap¨¢. Que cuando veo a todas las familias juntas, me pongo triste porque mi familia todav¨ªa no est¨¢ junta. Y decirles que si me pueden dar su direcci¨®n para que vaya a por ella¡±.

El tercer sistema de captaci¨®n de mujeres es m¨¢s sofisticado y retorcido. Es el de los llamados padrotes, hombres quese dedican a enamorar a las menores de edad, hasta que consiguen alejarlas de sus familias ¡ªtienen estipulado un tiempo de tres meses de media para conseguirlo¡ª, para posteriormente llev¨¢rselas a otro estado. Es all¨ª cuando su novio cambia radicalmente y le muestra la cruda realidad. Inmediatamente, la pone a trabajar. Algunos incluso las dejan embarazadas y, cuando nace el ni?o, se lo quitan para chantajearlas con la vida de la criatura. Para los padrotes las mujeres son objetos de su propiedad que deben proporcionarles beneficios. As¨ª lo ha corroborado Elvira Madrid, soci¨®loga con 27 a?os de experiencia en el trabajo de campo con v¨ªctimas. Muchos de estos hombres no consideran que esto sea un delito, sino simplemente una forma de ganarse la vida. La cultura machista tiene aqu¨ª su m¨¢ximo exponente como se desprende de los testimonios de las mujeres explotadas entrevistadas.

V¨ªctimas de explotaci¨®n sexual

Alejandra fue vendida con 10 a?os a la due?a de uno de los muchos tables dance (locales de baile er¨®tico) que existen en M¨¦xico. Ella fue a parar a la ciudad de Toluca, Estado de M¨¦xico. Sus t¨ªas, que se dedicaban al tr¨¢fico de drogas y otras actividades ilegales, llegaron un buen d¨ªa y le dijeron: "T¨² ya est¨¢s buena para trabajar". A su madre le aseguraron que la llevaban a trabajar a una f¨¢brica. Agobiada por las deudas, no dio cr¨¦dito a las quejas de su hija pensando que eran excusas para no ir a trabajar.

¡°Trabajaba de lunes a domingo, de nueve de la noche a siete de la ma?ana, todos los d¨ªas, todos los d¨ªas, todos los d¨ªas¡­¡±, relata, ahora ya liberada, Alejandra. Durante dos a?os la obligaron a bailar y prostituirse. Hasta que fue violada por un t¨ªo abuelo y se qued¨® embarazada. Su madre la forz¨® a tener a la criatura y, despu¨¦s de dar a luz, la ni?a huy¨® y nunca m¨¢s volver¨ªa a ver al beb¨¦. Con 12 a?os lleg¨® a Michoac¨¢n, donde conoci¨® a un padrote que la enamor¨® y la dej¨® embarazada. Tuvo un ni?o que el padre le arrebat¨® para chantajearla (y al que nunca pudo criar). Tiempo despu¨¦s tendr¨ªa una ni?a.

Cuando su hija ten¨ªa un a?o, Alejandra intent¨® escapar, pero su explotador la encontr¨® y la amenaz¨® a punta de pistola con matar a la ni?a. Durante 18 a?os trabaj¨® para el padre de sus hijos y la familia de este como una esclava sexual. Finalmente, reuni¨® las fuerzas necesarias para huir con su hija, aunque lamentablemente tuvo que renunciar a su otro hijo. Alejandra continua ejerciendo la prostituci¨®n, ahora de forma libre, en el barrio de la Merced de M¨¦xico DF, el barrio tradicional de prostituci¨®n de la ciudad. Como ella, all¨ª trabajan unas 1.500 prostitutas en la calle, pero la cantidad podr¨ªa ser mayor porque no est¨¢n contabilizadas las que est¨¢n en locales internos, subrayan desdela la ONG Brigada Callejera de Ayuda a la Mujer Elisa Mart¨ªnez, A.C.

El caso de Rebeca no es muy distinto. Ella fue explotada con 11 a?os por su padre y tres socios de este que ten¨ªan una red de tr¨¢fico de mujeres en Estados Unidos (Miami y Tampa, Florida). Su abuela la envi¨® con su progenitor para que escapara de los abusos de los que era v¨ªctima por parte de su padrastro en M¨¦xico. Pero no sab¨ªa que la estaba enviando al infierno. Con 17 a?os consigui¨® escapar y regresar a su pa¨ªs. Lleg¨® a la capital y, desesperada por encontrar un trabajo, pens¨® que la fortuna por fin se hab¨ªa acordado de ella, al encontrar un anunci¨® en la estaci¨®n de autobuses, en el que solicitaban chicas j¨®venes como asistentes dom¨¦sticas.

Rebeca acudi¨® a la cita con el empleador. Se encontr¨® montada en una camioneta con otras 17 chicas, pero nunca sospech¨® que su destino final ser¨ªa un edificio en el barrio de prostituci¨®n de la Merced, ni que durante tres a?os y medio estar¨ªa encerrada sin ver la luz del d¨ªa, siendo explotada sexualmente otra vez. ¡°Me toc¨® ver c¨®mo mataban a golpes a una muchacha porque no dio todo el dinero que hab¨ªa ganado un d¨ªa. Me toc¨® ver que a otra la asesinaron porque no quiso salir a trabajar a la calle, a esa s¨ª a sangre fr¨ªa. La mataron¡±, recuerda. ¡°Si trabajabas m¨¢s, te tocaban dos comidas; si no, no com¨ªas¡­ Si no sacabas suficiente [dinero] a veces te dejaban con la misma vestimenta y no te ba?aban hasta que volv¨ªas a trabajar bien; si estabas con la regla, te pon¨ªan un tap¨®n y as¨ª ten¨ªas que seguir trabajando. Si un cliente se quejaba de que no te hab¨ªas dejado hacer algo, entraba la mujer o el hombre encargados y te daban de golpes¡±, contin¨²a ahondando en su memoria.

Rebeca fue rescatada por un polic¨ªa federal que durante tres meses estuvo investigando qu¨¦ pasaba en aquel hotel. Cada ocho d¨ªas, la visitaba haci¨¦ndose pasar por cliente fijo. Ella le facilit¨® toda la informaci¨®n que pudo. El federal acogi¨® a Rebeca y su compa?era de cuarto en su casa los primeros d¨ªas, hasta que ellas hicieran sus declaraciones y reconocimiento de los detenidos. Su esposa les facilit¨® comida y ropa. Pero el segundo d¨ªa, a las siete de la tarde, llamaron a la casa del agente para notificarle a su mujer que ¨¦l hab¨ªa sido asesinado. Rebeca rememora aquel tr¨¢gico momento que presenci¨®.

Rebeca sigue ejerciendo la prostituci¨®n tras ser liberada Tiene a su cargo a su madre y dos sobrinos peque?os, que abandon¨® uno de sus hermanos tras quedarse viudo. Rebeca es una luchadora nata: tiene muchas ganas de dejar esta vida y, gracias a Brigada Callejera de Ayuda a la Mujer Elisa Mart¨ªnez, y muy especialmente a Elvira Madrid, est¨¢ estudiando para enfermera. Es uno de sus sue?os.

Mientras contaba su truculenta historia, su rostro redondo esbozaba en todo momento, una hermosa sonrisa de serenidad. Relataba su historia como si fuera la de otra persona. Se esforzaba por mostrar fortaleza, sus ojos negros se llenan de l¨¢grimas y se le quiebra la voz al decir: ¡°Es dif¨ªcil cuando ves que pudiste tener otro tipo de familia y no es as¨ª. Pero aprendes que cuando est¨¢s m¨¢s abajo es cuando te debes de sentir m¨¢s arriba. Cuanto m¨¢s te pisoteen, m¨¢s debes de salir adelante. Y si sigo aqu¨ª es porque tengo algo que hacer y tengo que superarme¡±.