Yanis Varoufakis, el hombre sin corbata
La poderosa presencia del ministro de Finanzas griego en su visita al Reino Unido protagoniz¨® informativamente la semana
Aunque s¨®lo fuera por contemplar el pase¨ªllo del ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis al encuentro de su hom¨®logo brit¨¢nico Georges Osborne, qu¨¦ caramba, la semana mereci¨® la pena. Y aunque s¨®lo fuera por la jocosa respuesta que a dicho pase¨ªllo dieron los medios brit¨¢nicos, la semana, s¨ª, mereci¨® mucho la pena. La semana perteneci¨®, informativamente hablando, a este tipo que se estrena en su ronda de visitas europeas de la siguiente manera: ¡°Soy el ministro de finanzas de un pa¨ªs en bancarrota¡±. Pero Varoufakis no s¨®lo rein¨® en los pa¨ªses del norte por lo que dijo sino por c¨®mo se present¨® para defender el fin de la humillaci¨®n y del ahogo a su pa¨ªs.
Todos los medios comenzaron la cr¨®nica de la visita describiendo esa poderosa presencia que sacudi¨® por un d¨ªa los cimientos del r¨ªgido protocolo brit¨¢nico. No hubo columnista que no comenzara destacando que el griego se present¨® descorbatado, con una camisa azul azafata por fuera de los pantalones y con los dos ¨²ltimos botones desabrochados, unas botas imponentes, jeans negros y un abrigo de cuero que caus¨® tanta sensaci¨®n como la falta de corbata. Simon Jenkins en The Guardian escribi¨® que ¡°se present¨® vestido como ir¨ªa Putin a una cacer¨ªa de osos¡±, y varios hubo que le compararon con alguna estrella del rock en su espl¨¦ndida madurez. Todo esto dicho sin acritud porque lo que se desprend¨ªa de las cr¨®nicas period¨ªsticas era una incontenida simpat¨ªa por el personaje, que con su aspecto lanz¨® los primeros mensajes de la jornada: no pertenezco a vuestro club ni voy a cambiar mis h¨¢bitos para ser aceptado.
Y se obr¨® el milagro. Varoufakis se meti¨® en el bote a la prensa, que defendi¨® el aire fresco que hab¨ªa supuesto una presencia m¨¢s cercana a la realidad del pueblo de lo que puede estar cualquier pol¨ªtico ingl¨¦s. ?Es esto el c¨¦lebre populismo o estamos verdaderamente ante el nuevo estilo de una nueva clase pol¨ªtica?
Nunca se hab¨ªa hablado tanto de la imagen de un pol¨ªtico. Ese terreno quedaba para criticar a las mujeres?
No es el ministro de Finanzas griego un hombre de poco mundo, al contrario, su imagen responde a la de un individuo de 53 a?os con una biograf¨ªa tan rica profesionalmente como azarosa en su vida privada. Ha vivido en el Reino Unido, en Australia y, antes de incorporarse al proyecto de Syriza, en los Estados Unidos, donde fue profesor de econom¨ªa en la universidad de Texas. Si no ha vestido corbata y traje no ha sido por falta de familiaridad con el protocolo establecido sino por un deseo consciente de aparecer tal cual se presenta en su pa¨ªs, en el que luce en muchas ocasiones camisas estampadas que le dan un aire de naviero bohemio.
Cierto es que el f¨ªsico de los griegos tiene algo de alarmante. Rasgos tremendos, ojos almendrados y de mirada directa, cr¨¢neos privilegiados (hablo en sentido est¨¦tico). Cada cabeza es una escultura y la de Varoufakis, que no pod¨ªa ser menos, parece que fue esculpida hace siglos, y aunque cuando est¨¢ serio presenta una cualidad marm¨®rea que intimida, al sonre¨ªr se le aprecia cercan¨ªa, cosmopolitismo y mundanidad. El ministro, tan experto en juegos que sus compa?eros de Texas afirman que calibra varios movimientos por delante del adversario, sali¨® exitoso de su primer pase¨ªllo y los brit¨¢nicos clamaron: ¡°oh, qu¨¦ aburridos parecen ahora todos los dem¨¢s¡±.
Lo cierto es que nunca se hab¨ªa hablado tanto de la imagen de un pol¨ªtico, ese controvertido terreno quedaba reservado para criticar a las mujeres que se atrev¨ªan con una indumentaria m¨¢s rompedora que la del consabido traje de chaqueta ¡°Merkel¡±. Varoufakis ha llegado para marcar tendencia en muchos sentidos. Pisa Europa con garbo, es un hombre coqueto, es una estrella en las redes donde capitanea un blog seguid¨ªsimo y ha aprendido algo de la desenvoltura americana a la hora de contar el aspecto m¨¢s ¨ªntimo de su biograf¨ªa. Pueden encontrar, en el cap¨ªtulo de su historia personal, el episodio en el que el propio ministro relata cu¨¢l fue la mayor crisis de su vida: la forzosa separaci¨®n de su hija peque?a que se fue a vivir con la madre a Sidney, tambi¨¦n cuenta el feliz encuentro con su actual mujer, Danae Stratou, una creadora de instalaciones con la que Varoufakis ha realizado varios proyectos de concienciaci¨®n medioambiental a trav¨¦s del arte.
Este hombre atractivo, cultivado, original, que ha exhibido estos d¨ªas un ingl¨¦s fluido y que no se amedrent¨® cuando la altiva entrevistadora de la BBC le inquiri¨® de manera desabrida sobre sus planes para sacar a Grecia de ese hoyo en que la han sumido tantos a?os de austeridad y castigo, este hombre, que pelea duro pero sabe tender la mano amistosamente nos est¨¢ reservando grandes momentos. De izquierdas, pero no un radical, es el tipo que tal vez alise el terreno al cuarteto de los pigs, para que acabemos de una vez, seg¨²n sus palabras, con el t¨®pico que reza que ¡°las cigarras viven en el sur y las hormigas en el norte¡±.
Esta semana, que mereci¨® la pena, Varoufakis demostr¨® que la imagen con que uno se presenta en los sitios importa. Los comentaristas pol¨ªticos se soltaron la melena y ejercieron un poco de periodistas de pasarela. Eso tambi¨¦n fue hist¨®rico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.