?Ha llegado la hora de experimentar con el clima del planeta?
Los cient¨ªficos dise?an los primeros experimentos de geoingenier¨ªa para enfriar la Tierra ante la incapacidad de los pol¨ªticos de acordar la reducci¨®n de emisiones de CO2
Cumbre tras cumbre, los pol¨ªticos se han mostrado incapaces de acordar una reducci¨®n significativa de las emisiones que calientan el planeta. Esa incapacidad est¨¢ llevando a un grupo creciente de cient¨ªficos a pensar en un plan B: cambiar el clima de la Tierra. Ingenieros y climat¨®logos han escrito ya mucho sobre las tecnolog¨ªas que podr¨ªan enfriarla. Ahora, algunos, quieren llevar sus experimentos de los modelos de ordenador a la vida real.
Detr¨¢s de la palabra geoingenier¨ªa hay un abanico de tecnolog¨ªas que comparten un mismo punto de partida y de llegada. Si los humanos no consiguen reducir las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, tendr¨¢n que cambiar el clima para enfriar el planeta. Desde pintar los tejados y fachadas de blanco para reflejar la radiaci¨®n solar, como se ide¨® en un fallido plan en California, hasta colocar gigantescos espejos en el espacio creando zonas de sombra planetarias pasando por la captura del CO2, son muchas las ideas que se han propuesto.
Si las emisiones no se frenan y la temperatura media global supera el umbral de los 2? en lo que queda de siglo, hay que introducir nuevos elementos en la ecuaci¨®n. Aunque el Sol no tenga la culpa de las emisiones humanas, la reducci¨®n de su radiaci¨®n podr¨ªa bajar las temperaturas. Tampoco los oc¨¦anos o el subsuelo son culpables de nada, pero la fertilizaci¨®n de los primeros y el uso del segundo como sumidero podr¨ªan retirar el exceso de CO2 de aquella ecuaci¨®n. Junto a la geoingenier¨ªa desde el espacio, la gesti¨®n de la radiaci¨®n solar y la captura de CO2, son las tres grandes alternativas que hay si los pol¨ªticos fallan.
"El fracaso de nuestros pol¨ªticos en lograr medidas concretas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero est¨¢ preocupando a los cient¨ªficos y causando que muchos de ellos empiecen a pensar en medidas extremas", dice el climat¨®logo de la Instituci¨®n Carnegie de Washington (EE UU), Ken Caldeira. Considerado uno de los mayores expertos en cambio clim¨¢tico del mundo, Caldeira ha sido siempre un gran defensor de la geoingenier¨ªa.
La gesti¨®n de la radiaci¨®n solar, la captura del CO2 o espejos en el espacio, son las tecnolog¨ªas candidatas
No es que Caldeira quiera trastear el clima ya, es que considera que hay que tener bien estudiadas las alternativas por si todo lo dem¨¢s falla. "Estoy a favor de experimentos a peque?a escala que ayuden a construir conocimiento sobre los procesos b¨¢sicos relacionados con la geoingenier¨ªa solar", explica. "Lo que no apoyo, al menos por ahora, son los experimentos que tenga por objetivo desarrollar las tecnolog¨ªas de despliegue", aclara.
La gesti¨®n de la radiaci¨®n solar es quiz¨¢ la tecnolog¨ªa m¨¢s radical pero tambi¨¦n una de las m¨¢s efectivas para enfriar el planeta. En un informe al Gobierno de EE UU elaborado por Caldeira y otra veintena de cient¨ªficos en 2011 se planteaban todas las posibilidades, con sus riesgos, costes y ventajas. Se trata de jugar con el Sol. Hay soluciones de ingenier¨ªa, como pintar los tejados de blanco o conseguir que las carreteras reboten los rayos solares, lo que aumentar¨ªa el efecto albedo.
Pero la mayor¨ªa de los geoingenieros miran a las nubes. Mientras unos las quieren convertir en espejos que reflejen parte de la luz, otros estudian como hacerlas m¨¢s permeables para que la radiaci¨®n y el calor escapen al espacio.
Lo m¨¢s cerca que se ha estado de realizar uno de estos experimentos fue en 2011. Entonces, ingenieros y climat¨®logos brit¨¢nicos idearon el proyecto SPICE (Inyecci¨®n Estratosf¨¦rica de Part¨ªculas para la Ingenier¨ªa Clim¨¢tica, por sus siglas en ingl¨¦s). Pretend¨ªan inyectar aerosoles como el di¨®xido de azufre en las capas altas de la atm¨®sfera para aumentar la refracci¨®n de las nubes. Aunque su experimento era tan a peque?a escala que solo iban a usar un peque?o dirigible como difusor, el proyecto fue paralizado, al menos su parte m¨¢s experimental.
El fracaso de nuestros pol¨ªticos est¨¢ causando que muchos cient¨ªficos empiecen a pensar en medidas extremas", dice el climat¨®logo Ken Caldeira
"SPICE a¨²n est¨¢ investigando la inyecci¨®n estratosf¨¦rica de aerosoles. Una parte del proyecto iba a estudiar la inyecci¨®n desde un globo y una parte de este plan era construir el prototipo de dirigible. Por varias razones, los cient¨ªficos decidieron que no seguir¨ªan adelante con esta peque?a parte del proyecto", explica Piers Forster, principal investigador del IAGP. Tras estas siglas se encuentra uno de los frutos del amago experimental de SPICE. La pol¨¦mica que supuso el plan entre la opini¨®n p¨²blica y la propia comunidad cient¨ªfica brit¨¢nica llev¨® a la creaci¨®n de esta plataforma para estudiar la viabilidad de los distintos proyectos de geoingenier¨ªa pero tambi¨¦n sus posibles efectos colaterales.
"Se puede aprender mucho, como de hecho hacemos, de las rigurosas simulaciones y los estudios de laboratorio sin necesidad de llevar los experimentos a la calle. Pero, en general, creo que se necesita desarrollar ambos de forma conjunta", sostiene Forster. Otro de los frutos de SPICE fue, precisamente, que demostr¨® la necesidad de regular la geoingenier¨ªa. A¨²n a peque?a escala, estos experimentos pueden alterar los patrones de lluvias o vientos. Pero, como aclara el cient¨ªfico brit¨¢nico, "es dif¨ªcil crear un marco legal si no sabes qu¨¦ est¨¢s regulando y de qu¨¦ te est¨¢s protegiendo. Por eso, necesitamos tener alguna idea de la tecnolog¨ªa. Pero, por otro lado, no ser¨ªa ¨¦tico iniciar la experimentaci¨®n sin tener en cuenta unas buenas pr¨¢cticas de supervisi¨®n y gobernanza y la ruta que estas establecer¨ªan hacia los experimentos a gran escala", a?ade.
En esa ruta desde las simulaciones a los experimentos a gran escala se encuentra SCoPEx. Ideado por cient¨ªficos de la Universidad de Harvad, este proyecto pretende inyectar aerosoles en la estratosfera. En eso recuerda a SPICE, pero SCoPEx tambi¨¦n quiere estudiar c¨®mo afectar¨ªa esa inyecci¨®n a la capa de ozono, no sea que el remedio agrave la enfermedad. La propuesta, detallada en un especial de la revista Philosophical Transactions A de la Royal Society brit¨¢nica sobre geoingenier¨ªa, pretende inyectar varios centenares de gramos de ¨¢cido sulf¨²rico para ver si funciona la gesti¨®n de la radiaci¨®n solar sin da?ar la capa de ozono.
"La idea de realizar experimentos para alterar los procesos atmosf¨¦ricos es comprensiblemente controvertida, pero nuestro experimento SCoPEx es solo una propuesta", aclara uno de sus impulsores, David Keith. Su objetivo es ponerlo en marcha en 2017 pero, como dice, "solo seguiremos adelante si la financiaci¨®n es sustancialmente p¨²blica, con un proceso formal de aprobaci¨®n y un estudio de riesgos independiente", a?ade en una nota.
Espejos en el espacio
Otros han ido mucho m¨¢s lejos, hasta 1,5 millones de kil¨®metros de la Tierra. En el punto de Lagrange L1, donde la fuerza de gravedad del Sol y la Tierra se anulan, se podr¨ªan colocar gigantescos espejos para reducir la incidencia de los rayos solares. "Desde nuestro planeta, solo ver¨ªamos una peque?a mancha en el disco solar", cuenta el investigador de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalunya, Joan Pau S¨¢nchez. Pero el espejo o espejos crear¨ªan una ligera sombra rebajando las temperaturas.
La idea no es nueva, pero S¨¢nchez ha profundizado en ella para ver si, f¨ªsicamente es posible. El pasado verano, durante una conferencia sobre geoingenier¨ªa celebrada en Berl¨ªn, el investigador catal¨¢n mostr¨® sus ¨²ltimos c¨¢lculos. Se tratar¨ªa de colocar en L1 dos gigantescos parasoles, uno para sombrear cada hemisferio, con un ¨¢rea de 1,4 veces Espa?a. "Puede parecer la idea m¨¢s descabellada pero, desde el punto de vista de la f¨ªsica, es factible", explica. Adem¨¢s, tendr¨ªa la ventaja de que no habr¨ªa que trastear el clima del planeta como con la gesti¨®n de la radiaci¨®n solar.
Uno de los mayores problemas de los parasoles y de los otros proyectos de geoingenier¨ªa aplicados a escala planetaria es el coste. "El nivel de financiaci¨®n de un proyecto para contrarrestar el cambio clim¨¢tico ser¨ªa algo nunca visto en la historia de la humanidad", comenta S¨¢nchez. "Un proyecto como este costar¨ªa alrededor del 1,5 % del PIB mundial", a?ade. Para hacerse una idea, eso ser¨ªan 30 veces los d¨®lares invertidos en el programa Apolo, que puso al hombre en la Luna. Sin embargo, las cuentas podr¨ªan cuadrar si se tiene en cuenta que los costes asociados con el cambio clim¨¢tico podr¨ªan ascender al 5 % del PIB de todas las naciones del planeta.
Eficacia, gobernanza, coste son los obst¨¢culos con los que se enfrenta la geoingenier¨ªa. Pero tambi¨¦n miedo y desconocimiento de los que no son cient¨ªficos. Ese desconocimiento es lo que ha movido a la fil¨®sofa vasca de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), Maialen Galarraga, a impulsar el proyecto GeoE. "Queremos hacer un documental sobre geoingenier¨ªa que sea reflexivo, que lleve a la gente a tomar este tema como algo suyo, que lo democratice", explica. Galarraga colabora con el IAGP brit¨¢nico para que las propuestas sobre c¨®mo cambiar el clima no solo se basen en los c¨¢lculos de los climat¨®logos o los ingenieros. Porque, si la geoingenier¨ªa no se abre a los dem¨¢s, no saldr¨¢ de los laboratorios.
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