?C¨®mo se dice ¡°callarse¡± en chino?
Es rara la censura: sinuosa, caprichosa. Se la suele pensar como un par de tijeras; yo la veo como la serpiente de aquel ¨¢rbol

No est¨¢ claro cu¨¢l fue la gota que colm¨® el vaso. S¨ª que las autoridades chinas decidieron, como suelen, cortar por lo sano. As¨ª que el Estado que m¨¢s reos mata sali¨® a matar, tambi¨¦n, los juegos de palabras. Semanas atr¨¢s, la Administraci¨®n Estatal de Prensa, Publicaciones, Radio, Cine y Televisi¨®n de la Rep¨²blica Popular dio instrucciones tajantes para el uso del lenguaje en los medios: ¡°No se pueden cambiar los significados de los refranes populares para fines comerciales. Tampoco se pueden usar palabras que vengan de Internet, o adoptadas de idiomas extranjeros, o juegos de palabras¡±. La censura, a veces, tiene una rara confianza en su poder.
El Estado chino, en cualquier caso, la ejerce con denuedo. Es rara la censura: sinuosa, caprichosa. Se la suele pensar como un par de tijeras; yo la veo como la serpiente de aquel ¨¢rbol. Hace unas semanas mi agente me pas¨® la oferta de una editorial de Shangh¨¢i para publicar El Hambre, mi libro m¨¢s reciente. El Hambre ya estaba contratado en una docena de pa¨ªses, pero la posibilidad de que circulara en mandar¨ªn me excit¨® especialmente. Hab¨ªa un problema, me dijo: tendr¨ªa que cortar las p¨¢ginas que cuentan la gran hambruna china.
En 1958, el presidente Mao Zedong ¨Cque entonces se llamaba Mao Tse Tung¨C decidi¨® dar un vuelco definitivo a la econom¨ªa de su pa¨ªs. Lo llam¨® el ¡°Gran Salto hacia Adelante¡±: un proyecto fara¨®nico de industrializaci¨®n y modernizaci¨®n. Por muchas razones el plan fracas¨® y, en tres a?os, m¨¢s de 30 millones de personas murieron de hambre. Fue dantesco: familias fam¨¦licas respetaban viejos tab¨²es intercambiando los cad¨¢veres de los hijos; as¨ª, nadie se comer¨ªa la carne de su propia carne.
¡°Dejaron de alimentar a las nenas; solo les daban agua. Cambiaron el cuerpo de su hija por el de la hija del vecino. Hirvieron el cuerpo en una especie de sopa¡¡±, le cont¨® mucho despu¨¦s un sobreviviente al periodista ingl¨¦s Jasper Becker.
Fui cobarde: mi primera respuesta ante la oferta de publicaci¨®n mediante m¨®dica censura fue aceptarla
El genocidio nunca fue aceptado por las autoridades chinas: la historia del pa¨ªs no lo registra. El episodio no es central ¨Cni mucho menos¨C en mi libro: aparece en un cap¨ªtulo de la historia del hambre, pero me dije que pod¨ªa no estar. Pregunt¨¦ qui¨¦n ped¨ªa que se eliminara; me explicaron que lo m¨¢s astuto de la censura china es que la ejercen los propios editores, por si acaso. Para evitar que un libro pueda incluir algo que disguste a los censores y los lleve a secuestrar la edici¨®n. No hay censura m¨¢s eficiente que la que viene en auto.
Fui cobarde ¨Cu oportunista, o realista, que suelen ser sin¨®nimos¨C: mi primera respuesta ante la oferta de publicaci¨®n mediante m¨®dica censura fue aceptarla. Se ve que la idea de ese libro en ideogramas me atra¨ªa lo suficiente como para hacer ¡°ese peque?o sacrificio¡±. Pero despu¨¦s pens¨¦ que ser¨ªa in¨²til: que la ausencia de esa hambruna en un recuento de las grandes hambrunas del siglo XX llevar¨ªa a cualquier lector chino a desconfiar de la verdad del resto. As¨ª, todo el libro ser¨ªa deslegitimado por esa omisi¨®n, pens¨¦, y decid¨ª no aceptarla. Hasta que un amigo me record¨® que, cuando viv¨ªamos bajo un r¨¦gimen que ejerc¨ªa la censura, lo sab¨ªamos, y sab¨ªamos por qu¨¦ razones ciertos libros ¨Co peri¨®dicos, o pel¨ªculas, o personas¨C no dec¨ªan ciertas cosas. Y que, por lo tanto, los lectores chinos entender¨ªan que no hab¨ªa hablado de la hambruna para poder hablar del resto, y que¡
Parec¨ªa razonable, pero sigo dudando. Pronto tendr¨¦ que resolver qu¨¦ hacer, y no lo s¨¦. Aunque quiz¨¢ publicar estas l¨ªneas ya sea una respuesta. O no, qui¨¦n sabe. Una de las grandes armas de los poderes consiste en ponerte a pelear con tus contradicciones, en una batalla donde no hay victoria.
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