Una frontera en 16 mil¨ªmetros
La directora catalana Mireia Pujol introduce un equipo de cine en el monte Gurug¨² El documental versa sobre quienes, por el hambre, "arriesgan todo por un futuro"
Mireia Pujol (Barcelona, 1984) decidi¨® que, para reflexionar sobre el futuro, primero deb¨ªa hablar de quienes no lo ten¨ªan. De quienes, a media tarde, empu?an una cuchara oxidada con la que remueven la comida recopilada tras horas rebuscando en la basura y mendigando. De quienes duermen entre piedras y bajo lonas de pl¨¢stico, con un ojo siempre abierto, por si vuelven los golpes y los porrazos. De quienes aguardan d¨ªas, semanas y a?os en la monta?a, a la espera de saltar a una nueva vida. "Nos propusieron, para el festival OFFF de Barcelona, que pens¨¢ramos una pieza sobre el futuro. Entonces, concluimos que era mucho m¨¢s importante mostrar a aquellas personas que no tienen ninguno. O que tienen menos futuro. O que lo arriesgan todo por uno", sentencia la realizadora catalana, que el pasado a?o se ech¨® la c¨¢mara de cine al hombro y se adentr¨® en el monte Gurug¨², donde sobreviven cientos de inmigrantes con el ¨²nico objetivo de superar la valla que separa Marruecos de Espa?a.
El resultado: un documental con una duraci¨®n de 15 minutos y grabado en 16 mil¨ªmetros. Un retrato de la tensa y emotiva "cotidianidad" de la frontera: de los saltos masivos que se repiten en la alambrada, de las devoluciones en caliente, de los llantos de los subsaharianos que consiguen entrar en la ciudad aut¨®noma... Como el de ese chico que les pidi¨®, simplemente, un tel¨¦fono m¨®vil para llamar a casa. "Uno de los momentos que m¨¢s me emocion¨®", afirma la directora: "Aunque no entend¨ªa nada de lo que dec¨ªa". Pero en su pel¨ªcula se comprende todo gracias a los subt¨ªtulos. "Mam¨¢", dice el chaval ya con el aparato en la oreja. "Mam¨¢", repite, mientras sus primeras l¨¢grimas asoman, mientras el equipo de Pujol graba la escena a las puertas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), apenas unas horas despu¨¦s de que un grupo de sin papeles accediera al enclave espa?ol. "He entrado. He entrado", insiste de manera compulsiva el joven, que remacha de inmediato: "Mam¨¢, se acab¨® tu sufrimiento". Contundente.
Porque para este extranjero, al igual que para otros 2.100 que superaron la valla en 2014, ya qued¨® atr¨¢s la complicada vida del Gurug¨². "En los campamentos que hay en el monte existe una extra?a sensaci¨®n de calma-chicha. Todos est¨¢n atentos a cualquier m¨ªnimo ruido", relata la realizadora. Por si llegan los agentes marroqu¨ªes. Esos que destrozan sus rudimentarias tiendas, que los agreden y detienen. "En ese lugar se respira miedo", a?ade Rafael Montilla (Barcelona, 1952), el productor de la cinta, que explica c¨®mo este proyecto se gest¨® en solo unas semanas. Apenas dos meses separan su estreno y la concepci¨®n de la idea original. "La verdad es que parec¨ªa que un hada madrina nos guiaba por todos lados. Para empezar, tuvimos la suerte de pasar una c¨¢mara de cine a Marruecos", apostilla el catal¨¢n.
En el pa¨ªs africano, precisamente, arranca la narraci¨®n. Pujol selecciona cuidadosamente varias grabaciones de la Guardia Civil: im¨¢genes nocturnas, borrosas, que muestran las largas filas de inmigrantes dirigi¨¦ndose, en uno de los d¨ªas elegidos para saltar, hacia la frontera. El pr¨®logo de un relato que se encamina, a continuaci¨®n, a la alambrada ¡ªpara present¨¢rsela al espectador¡ª. Que, de inmediato, regresa a Marruecos. Al monte. ¡°A la interminable espera¡± de los sin papeles. Y que, de nuevo, vuelve a la valla. A la "barrera", como la llaman los subsaharianos. La que separa el mundo en dos.
Llega, entonces, la hora de contemplar el salto. Y las marcas que deja la verja: las contusiones y los cortes. "En ese instante, mientras un grupo de inmigrantes se encaramaban a la alambra, vimos c¨®mo intentaban saltar algunas de las personas con las que hab¨ªamos estado esa misma ma?ana en el Gurug¨²", apunta Montilla. "Fue muy duro descubrir el racismo que existe a pie de valla, gente que les gritaba e insultaba", a?ade la autora de un corto que se ha paseado ya por el Festival Internacional de Documentales de ?msterdam, seleccionado para la secci¨®n oficial; y por el Festival Internacional El Ojo de Iberoam¨¦rica.
La primera vez que intent¨¦ saltar, la polic¨ªa marroqu¨ª me golpe¨®. Estuve en coma un d¨ªa o dos aproximadamente Mireille, la primera menor que logr¨® superar la valla de Melilla
En todos ellos se escuch¨® la voz de Mireille, la primera menor que logr¨® superar la alambrada. Ataviada con una sudadera donde se lee "I love travelling with my friends" ["Amo viajar con mis amigos"], la joven cuenta ante la c¨¢mara su experiencia: "Particip¨¦ tres veces en un salto. La tercera vez, entr¨¦. La primera, la polic¨ªa marroqu¨ª me golpe¨®. Estuve en coma un d¨ªa o dos aproximadamente. La segunda vez me enviaron a Oudja (Marruecos) y yo regres¨¦ al Gurug¨²".
Una constancia grabada en blanco y negro. "Elegimos este formato porque quer¨ªamos darle un halo de atemporalidad a la historia", destaca Pujol, que reconoce que durante el rodaje tuvo que aguantarse las l¨¢grimas m¨¢s de una vez, vencida por la rabia. Porque, aunque su c¨¢mara recogi¨® las im¨¢genes y testimonios de un d¨ªa concreto, la historia que compone se repite desde hace a?os. Como reza el subt¨ªtulo de la obra: "Cuando en una parte del mundo hay hambre, la gente sale a saciarla all¨ª donde no la hay. As¨ª ha sido y ser¨¢". "Al final, el ¨²nico impulso que mueve a estas personas a jugarse la vida es la fuerza del hombre. Por eso decidimos que Diario del hambre era el t¨ªtulo perfecto para el corto. Porque, sencillamente, es el diario de la misera", concluye la directora.
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