Un estent¨®reo silencio
Am¨¦rica Latina, que conoce bien el desastre de Venezuela, calla o lo defiende
Se ha cumplido un a?o desde que Leopoldo L¨®pez , l¨ªder opositor venezolano, est¨¢ preso. Cuando fue responsabilizado por ¡°incendio intencional, instigaci¨®n p¨²blica, da?os a la propiedad p¨²blica y asociaci¨®n para delinquir¡± opt¨® por entregarse. Pens¨® que su encarcelamiento ser¨ªa la m¨¢s fuerte acusaci¨®n contra el Gobierno. Hoy est¨¢ en una prisi¨®n, Ramo Verde, a 30 kil¨®metros de Caracas, en una situaci¨®n de comunicaci¨®n restringida. Tanto que no se dej¨® verlo a los expresidentes Andr¨¦s Pastrana (Colombia) y Sebasti¨¢n Pi?era (Chile).
La legisladora Mar¨ªa Corina Machado fue despojada de la banca que gan¨® con una formidable votaci¨®n y, si bien est¨¢ libre, pesa sobre ella la amenaza de un arbitrario juicio.
Ahora, es arrestado de un modo ostentoso y brutal, el alcalde de Caracas, tan electo por el pueblo como el presidente Maduro, solo que aqu¨¦l soportando la enorme desventaja de la mordaza de la prensa opositora, la restricci¨®n de la actividad pol¨ªtica y el clima generalizado de amenaza instalado por el Gobierno. Desde el primer momento, su autoridad fue vaciada de contenido, porque una vez que gan¨® las elecciones, el Gobierno cre¨® una Jefatura de Gobierno del Distrito Capital y a ella se trasladaron el presupuesto y las competencias de la alcald¨ªa. Pero eso no bast¨®: ahora se le encarcela, por firmar un manifiesto opositor que, en la reiterada versi¨®n oficialista, es parte de un plan golpista para derribar al Gobierno.
Todos esos hechos son conocidos. Como lo es el desabastecimiento de los productos m¨¢s elementales, la constante represi¨®n de las manifestaciones, el total desquicio econ¨®mico, el cercenamiento masivo de la prensa y la inflaci¨®n m¨¢s elevada del mundo. Lo que nos mueve a desaz¨®n es la actitud de Am¨¦rica Latina, su silencio o la defensa declarada del r¨¦gimen venezolano, asumiendo como indiscutible la fantasiosa teor¨ªa de la conspiraci¨®n Madrid-Bogot¨¢-Miami, que Maduro usa como pretexto para su atropello de todos los derechos ciudadanos. Esta complacencia con el chavismo comenz¨® con su fundador. La idea fue entonces no aislarlo, acompa?arlo y moderarlo, evitar el error que EE?UU hab¨ªa cometido con Cuba, a trav¨¦s de ese inefectivo embargo comercial, que solo ha servido para que el r¨¦gimen se abrace a una rom¨¢ntica bandera nacionalista de fuerte convocatoria emocional.
Ch¨¢vez correspond¨ªa a esa actitud con una diplomacia de chequera, que practicaba como un Pap¨¢ Noel, recorriendo Am¨¦rica Latina y regalando hospitales, escuelas o aun petr¨®leo. Carism¨¢tico, verborr¨¢gico, gan¨® simpat¨ªas y compr¨® alianzas. Despu¨¦s de su muerte, su sucesor, un tosco representante de su revoluci¨®n bolivariana, hered¨® esa red pol¨ªtica pero no gener¨®, ni de cerca, la resonancia de su mentor. M¨¢s que nunca se abraz¨® a Cuba para lograr el certificado de pureza revolucionaria que le otorgaban los Castro. A la vez, y a cambio de un apoyo decisivo (que sustitu¨ªa para Cuba a la derrumbada protecci¨®n sovi¨¦tica), recib¨ªa de ellos know how para organizar con eficiencia totalitaria servicios de inteligencia y mecanismos de control social. Hoy Maduro gobierna un pa¨ªs desquiciado, destruido en sus estructuras como no hay parang¨®n en nuestra Am¨¦rica moderna. Adem¨¢s, la ca¨ªda del petr¨®leo ha derrumbado lo poco que quedaba de su econom¨ªa.
Los Gobiernos latinoamericanos conocen bien el desastre venezolano. Nadie simpatiza de verdad con Maduro, pero guardan silencio. Apenas la acusada Colombia se ha hecho o¨ªr y los organismos de integraci¨®n que pueblan la regi¨®n miran hacia otro lado. En la OEA est¨¢ vigente una pomposa Carta Democr¨¢tica y en el Mercosur, del que Venezuela es miembro, rige la autom¨¢tica suspensi¨®n del pa¨ªs en que no exista ¡°la plena vigencia de las instituciones democr¨¢ticas¡±. Esta cl¨¢usula, incluso, se le aplic¨® arbitrariamente a Paraguay, en junio de 2012, cuando despu¨¦s de un juicio pol¨ªtico jur¨ªdicamente correcto el poder legislativo destituy¨® a un presidente al que nadie defendi¨®. Pudo haber sido un error pol¨ªtico, pero jur¨ªdicamente todo se hizo regularmente, sin la menor intervenci¨®n de fuerza p¨²blica y con una sucesi¨®n leg¨ªtima. Ahora, silencio. Nadie dice nada y el presidente Maduro llega a Uruguay a participar de la ceremonia de transmisi¨®n de mando presidencial.
Este silencio c¨®mplice desnuda la falta de compromiso democr¨¢tico de Gobiernos fundamentales, como el de Brasil, y el temor a chocar con los sistemas populistas, que han construido una falsificada aureola de izquierda que los inmuniza de la cr¨ªtica. Todo el que les cuestione es acusado de fascista, cuando ¡ªjustamente¡ª la esencia de esos populismos poco o nada tiene de socialismo y son un calco de la hist¨®rica metodolog¨ªa autoritaria que en su tiempo cre¨® Mussolini. Da la impresi¨®n que los Gobiernos de la izquierda democr¨¢tica, obligados a manejar la econom¨ªa con equilibrio (pese a la bonanza de esta ¨²ltima d¨¦cada) y a enterrar sus viejas consignas revolucionarias, tratan de mantener su viejo imaginario abraz¨¢ndose con Cuba y Venezuela, para contemplar a sus grupos m¨¢s radicales.
No creemos que una acci¨®n internacional m¨¢s decidida vaya a moderar a Maduro. Pero est¨¢ claro que este silencio desalienta a la sacrificada oposici¨®n y le aporta a un r¨¦gimen que es ya una descarada dictadura, un falso barniz de legitimidad.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti es abogado y periodista, y fue presidente de Uruguay (1985-1990 y 1994-2000)
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