Desideologizar para ganar
Contraponer ¡°¨¦lite¡± a ¡°pueblo¡± es el nuevo eje de competici¨®n de los partidos pol¨ªticos
Hace unas semanas, con motivo de la firma del pacto antiterrorista entre PP y PSOE, el popular Rafael Hernando ped¨ªa unidad a los partidos y criticaba que parte de la oposici¨®n rechazara el acuerdo por un mero ¡°c¨¢lculo oportunista¡± (enti¨¦ndase electoral). Probablemente olvidaba que la ruptura de la unidad entre Gobierno y oposici¨®n en la lucha contra el terrorismo tuvo quiz¨¢s su momento cumbre durante la primera legislatura de Zapatero y, en particular, en el minuto del debate parlamentario en el que Rajoy acus¨® al presidente de ¡°traicionar a los muertos¡±, all¨¢ por mayo de 2005.
La dureza del mensaje de Rajoy de aquel entonces no era fortuita, sino fruto de una calculada estrategia de oposici¨®n, bautizada como la estrategia de la crispaci¨®n (Informe de la democracia en Espa?a 2007), cuyo objetivo era debilitar los apoyos electorales del Gobierno. La f¨®rmula consist¨ªa en crear un clima pol¨ªtico de enfrentamiento permanente que desmotivara a parte del electorado socialista y lo condujera a la abstenci¨®n. Los temas que los populares seleccionaban en la confrontaci¨®n partidista eran poco ideol¨®gicos y de naturaleza m¨¢s transversal, como la lucha contra el terrorismo (un fin que suscita el acuerdo entre la poblaci¨®n) o la estructura territorial del Estado (cuya divisi¨®n no se organiza estrictamente en torno al eje izquierda-derecha). Al evitar temas electorales fuertemente ideol¨®gicos, como la redistribuci¨®n de la riqueza o las cuestiones morales, se pretend¨ªa desactivar la ventaja fundamental con la que part¨ªa el PSOE: el hecho de que, seg¨²n las encuestas, los espa?oles se consideren m¨¢s progresistas que conservadores.
Aunque ha llovido mucho desde entonces, hay algo en la estrategia de oposici¨®n que sigui¨® el Partido Popular durante el primer mandato de Zapatero que nos devuelve al tablero de competici¨®n electoral actual. El discurso de ¡°arriba y abajo/lo viejo y lo nuevo¡± que domina el panorama pol¨ªtico desde la irrupci¨®n de Podemos se caracteriza por formas y medios distintos a la estrategia de la crispaci¨®n del PP, pero comparte curiosamente con aquella un mismo objetivo: desideologizar el discurso pol¨ªtico para maximizar la capacidad de competici¨®n electoral, con algunas diferencias interesantes.
El Partido Popular promovi¨® la desideologizaci¨®n del debate pol¨ªtico como t¨¢ctica para reducir la ventaja que proporcionaba al PSOE una opini¨®n p¨²blica que estaba (y est¨¢) sesgada ideol¨®gicamente hacia el centro izquierda. Se trataba, por tanto, de desactivar la mayor¨ªa natural progresista que caracteriza el perfil ideol¨®gico de los ciudadanos en Espa?a. Lo interesante de la estrategia electoral de Podemos es que no pretende desactivar (ni activar) mayor¨ªa ideol¨®gica alguna, sino construir una nueva mayor¨ªa en torno a un nuevo eje de competici¨®n ¡ª¨¦lites frente a ciudadanos¡ª que le permita, parad¨®jicamente, recabar apoyos de sectores del electorado que de entrada pueden sentirse ideol¨®gicamente alejados del partido.
El conflicto de intereses que plantea Podemos -los de arriba/los de abajo- ha calado entre los votantes
La ambici¨®n de Podemos en su objetivo de desideologizar la competici¨®n partidista es de un alcance mucho mayor que la de los populares. El PP intent¨® minimizar el peso de la ideolog¨ªa en el voto de los ciudadanos dirigiendo la agenda p¨²blica hacia temas de car¨¢cter m¨¢s transversal y con un discurso negativo y confrontacional. El partido de Pablo Iglesias, en cambio, no solo pretende reducir el peso del eje izquierda-derecha seleccionando temas menos ideol¨®gicos (como la lucha contra la corrupci¨®n), sino que aspira a sustituir dicho eje. En otras palabras, para Podemos no es suficiente con conseguir que pese menos la ideolog¨ªa en la decisi¨®n de voto. Su objetivo es cambiar la manera en la que los votantes perciben el conflicto de intereses que subyace en toda sociedad y que se gestiona pac¨ªficamente en democracia, as¨ª como la forma en la que los ciudadanos se posicionan en ese conflicto. Los grupos que Podemos contrapone son algo abstractos (una ¡°¨¦lite¡± frente al ¡°pueblo¡±), y nadie parece sentirse aludido como parte del primer grupo, la minor¨ªa elitista. El resultado es que la confrontaci¨®n que envuelve su discurso no genera claramente un enfrentamiento entre dos partes, sino el desahogo indignado de una de ellas, la de la ciudadan¨ªa.
A juzgar por las encuestas, el conflicto de intereses que plantea Podemos ¡ªlos de arriba/los de abajo¡ª ha calado entre los votantes. Parte de dicho atractivo se basa en su simplicidad: un binomio ¡ª¨¦lites y ciudadan¨ªa¡ª en el que uno de los grupos es, por definici¨®n, una mayor¨ªa en la que cualquier votante se ubicar¨ªa. Quiz¨¢s el m¨¦rito de ese partido se circunscribe a una cuesti¨®n de tiempos: haber sido capaces de crear la oferta cuando ya exist¨ªa cierta demanda, que no es otra que la propia realidad de la crisis. La historia de una minor¨ªa privilegiada frente a una mayor¨ªa que paga los costes es parte insoslayable de lo que ha venido pasando en los ¨²ltimos a?os, y Podemos ha contribuido a fijar ese relato en la sociedad.
Alguien me dijo hace alg¨²n tiempo que votar a Podemos es un poco como votarse a uno mismo, pues para muchos apoyarle se ha convertido en un acto de reafirmaci¨®n de las propias convicciones sobre c¨®mo funciona el mundo. En ello reside seguramente su fortaleza actual, pero quiz¨¢s tambi¨¦n su principal debilidad para el futuro.
Sandra Le¨®n es profesora de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de York y colaboradora de la Fundaci¨®n Alternativas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.