Un pa¨ªs adanista e idiota
Que ahora haya desastres sin cuento, no puede ponerse en el debe de la Transici¨®n
A veces tengo la sensaci¨®n de que este es un pa¨ªs definitivamente idiota, en la escasa medida en que puede generalizarse, claro. Entre las idioteces mayores de los espa?oles est¨¢ el narcisismo, que los lleva a querer darse importancia personal, aunque sea como parte de un colectivo. Rara es la generaci¨®n que no tiene la imperiosa ambici¨®n de sentirse protagonista de ¡°algo¡±, de un cambio, de una lucha, de una resistencia, de una innovaci¨®n decisiva, de lo que sea. Y eso da pie a lo que se llama adanismo, es decir, seg¨²n el DRAE, ¡°h¨¢bito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente¡±, o, seg¨²n el DEA, ¡°tendencia a actuar prescindiendo de lo ya existente o de lo hecho antes por otros¡±. El resultado de esa actitud suele ser que los ¡°originales¡± descubran sin cesar mediterr¨¢neos y por tanto caigan, sin saberlo, en lo m¨¢s antiguo y aun decr¨¦pito. Presentan como ¡°hallazgos¡± ideas, propuestas, pol¨ªticas, formas art¨ªsticas mil veces probadas o experimentadas y a menudo arrumbadas por inservibles o nocivas o arcaicas. Pero como el adanista ha hecho todo lo posible por no enterarse, por desconocer cuanto ha habido antes de su trascendental ¡°advenimiento¡± ¨Cpor ser un ignorante, en suma, y a mucha honra¨C, se pasa la vida creyendo que ¡°inaugura¡± todo: aburriendo a los de m¨¢s edad y deslumbrando a los m¨¢s idiotas e ignaros de la suya.
Los adanistas menos puros, los que encajan mejor en la segunda definici¨®n que en la primera, se ven en la obligaci¨®n de echar un vistazo atr¨¢s para desmerecer el pasado reciente, para desprestigiarlo en su conjunto, para considerarlo enteramente in¨²til y equivocado. Han de demolerlo y declararlo nulo y da?ino para as¨ª subrayar que ¡°lo bueno¡± empieza ahora, con ellos y s¨®lo con ellos. Es una de las modalidades de vanidad m¨¢s radicales: antes de que lleg¨¢ramos nosotros al mundo, todos vivieron en el error, sobre todo los m¨¢s cercanos, los inmediatamente anteriores. ¡°Ma?ana nos pertenece¡±, como cantaba aquel himno nazi que populariz¨® en su d¨ªa la pel¨ªcula Cabaret, y todo ayer es injusto, desdichado, err¨®neo, perjudicial y nefasto. Si eso fuera cierto e incontrovertible, tal vez no har¨ªa falta aplicarse a su destrucci¨®n. Tenemos aqu¨ª un precedente ilustrativo: tras casi cuarenta a?os de dictadura franquista, pocos fueron los que no estuvieron de acuerdo en la maldad, vulgaridad y esterilidad de ese periodo, y los que no lo estuvieron se convencieron pronto, sinceramente o por conveniencia (evolucionaron o se cambiaron de chaqueta aprisa y corriendo). El adanismo no careci¨® ah¨ª de sentido, aunque no fue tal propiamente, dado que, como tantas veces se ha dicho con raz¨®n, la sociedad espa?ola hab¨ªa ¡°matado¡± a Franco en todos los ¨¢mbitos bastante antes de que ¨¦ste muriera en su cama, aplastado no s¨¦ si por el manto del Pilar o por el brazo incorrupto de Santa Teresa.
Entre las idioteces mayores de los espa?oles est¨¢ el narcisismo, que los lleva a querer darse importancia personal
Lo sorprendente y llamativo ¨Clo idiota¨C es que ahora se pretenda ?llevar a cabo una operaci¨®n semejante con la llamada Transici¨®n y cuanto ha venido a ra¨ªz de ella. Los idiotas de Podemos ¨Ccon esto no quiero decir que sean idiotas todos los de ese partido, sino que en ¨¦l abundan idiotas que sostienen lo que a continuaci¨®n expongo¨C han dado en denominarlo ¡°r¨¦gimen¡± malintencionadamente, puesto que ese t¨¦rmino se asoci¨® siempre al franquismo. Es decir, intentan equiparar a ¨¦ste con el periodo democr¨¢tico, el de mayores libertades (y prosperidad, todo sumado) de la largu¨ªsima y entera historia de Espa?a. La gente m¨¢s cr¨ªtica y enemiga de la Transici¨®n naci¨® acabado el franquismo y no tiene ni idea de lo que es vivir bajo una dictadura. Ha gozado de derechos y libertades desde el primer d¨ªa, de lo que con anterioridad a este ¡°r¨¦gimen¡± estaba prohibido y no exist¨ªa: de expresi¨®n y opini¨®n sin trabas, de partidos pol¨ªticos y elecciones, de Europa, de un Ej¨¦rcito despolitizado y jueces no t¨ªteres, de divorcio y matrimonio gay, de mayor¨ªa de edad a los dieciocho y no a los veintiuno (o a¨²n m¨¢s tarde para las mujeres), de pleno uso de las lenguas catalana, gallega y vasca, de amplia autonom¨ªa para cada territorio en vez de un brutal centralismo¡ Nada de eso es incontrovertiblemente malo, como se empe?an en sostener los idiotas.
Yo dir¨ªa que, por el contrario, es bueno innegablemente. Que ahora, treinta y muchos a?os despu¨¦s de la Constituci¨®n que dio origen al periodo, haya desastres sin cuento, corrupci¨®n exagerada y multitud de injusticias sociales, pol¨ªticos mediocres cuando no funestos, todo eso no puede ponerse en el debe de la Transici¨®n, sino de sus herederos ya lejanos, entre los cuales est¨¢ esa misma gente que carga contra ella sin pausa. ¡°Es que yo no vot¨¦ la Constituci¨®n¡±, dicen estos individuos en el colmo del narcisismo, como si alg¨²n estadounidense vivo hubiera aprobado la de su pa¨ªs, o alg¨²n brit¨¢nico su Parlamento. Es como si los espa?oles actuales protestaran porque no se les consult¨® la expulsi¨®n de los jud¨ªos en 1492, o la de los jesuitas en 1767, o la expedici¨®n de Col¨®n a las Indias. Tengo para m¨ª que no hay nada m¨¢s peligroso que el af¨¢n de protagonismo, y el de los espa?oles de hoy es desmesurado. Ni m¨¢s idiota, no hace falta insistir en ello.
elpaissemanal@elpais.es
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