Es¡ palabra de arquitecto
Ya desde el t¨ªtulo, o desde el formato intencionadamente decimon¨®nico, este libro de arquitectura -Palabra de arquitecto (Gustavo Gili)- busca explotar, se supone que desde la iron¨ªa, la relaci¨®n entre arquitectura y religi¨®n. Y lo hace remitiendo a la concomitancia entre creadores y disc¨ªpulos o a los v¨ªnculos entre predicadores y p¨²blico. Su autora, Laura S. Dushkes es documentalista en el estudio de arquitectura NBBJ de Seattle (Estados Unidos) y, adem¨¢s de actuar como la bibliotecaria de ese despacho -catalogando libros e informaciones, archivando publicaciones, im¨¢genes y documentos- se ha dedicado a compilar las frases pronunciadas por arquitectos de cualquier ¨¦poca, pero sobre todo vivos, que m¨¢s le han hecho pensar.
M¨¢s all¨¢ del formato de otro siglo ¨Cun dise?o aparentemente serio y caro para un contenido en realidad anecd¨®tico- est¨¢ por ver si ese contenido ¨Clo que dicen los maestros- tambi¨¦n es juzgado desfasado por los arquitectos contempor¨¢neos. Mi apuesta es que no.
Como objeto, el libro es un volumen curioso seguramente m¨¢s para arquitectos de sal¨®n (los que recurren a las citas para demostrar su conocimiento o su falta de este cuando tienen que escribir textos o dar conferencias) que para proyectistas que obtienen sus ideas y conclusiones a partir del an¨¢lisis de ciudades, edificios o el propio comportamiento humano. Como ¨²ltimo defecto, antes de empezar con las virtudes ¨Cque son varias -, la gran paradoja de este singular volumen es que resulta chocante que siendo un libro de citas no consigne la procedencia de dichas ¡°ocurrencias y p¨ªldoras de sabidur¨ªa¡±. As¨ª, Moneo describiendo un edificio aislado no puede ser otra cosa que una cr¨ªtica, pero la falta de contexto podr¨ªa invitar a confundirlo con una propuesta. Juzguen ustedes:
¡°El edificio mismo permanece solo, en completa soledad, no m¨¢s pol¨¦micas alrededor, no m¨¢s preocupaciones. Adquiri¨® su condici¨®n definitiva y permanecer¨¢ solo para siempre, due?o de s¨ª mismo¡±.
Con todo, lo que en cualquier publicaci¨®n rigurosa ser¨ªa un fallo, vamos a conceder que en este tipo de libro-objeto pueda ser una conexi¨®n m¨¢s con el ¨¢mbito religioso al que remiten su formato y su t¨ªtulo: si es religi¨®n y no ciencia, se trata de creer sin esperar demostraciones.
A pesar de tantos peros, el libro contiene frases que dan que pensar y, al final, puede leerse (las 159 p¨¢ginas en 20 minutos porque una cita ocupa una p¨¢gina) como un mosaico que retrata a muchos arquitectos como seres capaces de decir (no sabemos si pensar o hacer) una cosa y su contraria. En ese retrato coral la autora juega su mejor baza enfrentando opiniones como las de Barrag¨¢n -¡°Toda obra de arquitectura que no exprese serenidad es un error¡±- y las de Eisenman -¡°La arquitectura que recordamos es aquella que nunca nos consuela o reconforta¡±-. O juntando afinidades como sucede con los juicios de Kenzo Tange -¡°La incoherencia en s¨ª genera vitalidad¡±- y G¨¹nter Behnisch -¡°?De d¨®nde sale la idea de que nuestras calles tienen que parecer creadas por el mismo cliente o el mismo arquitecto? La diversidad, y no su contrario, es lo que nos atrae¡±-.
Ese valor, el de provocar la duda del lector, no es un pago despreciable. Tampoco lo son los consejos: ¡°Nunca hables de arquitectura a un cliente. H¨¢blale de sus hijos; es una buena pol¨ªtica. La mayor¨ªa de las veces el cliente no entender¨¢ lo que tienes que decir sobre arquitectura. En la mayor parte de los casos, el cliente no sabe lo que quiere¡±, que le atribuye Dushkes a Mies van der Rohe para buscar respuesta en Frank Gehry: ¡°No s¨¦ por qu¨¦ la gente contrata arquitectos para luego decirles lo que tienen que hacer¡±.
Puede que algunos de los autores incluidos en esta antolog¨ªa hubiesen preferido no decir lo que dijeron: ¡°La forma sigue al beneficio, es el principio est¨¦tico de nuestros tiempos¡±, dice por ejemplo Richard Rogers no se sabe si denunciando o anunciando sus propios ¨²ltimos trabajos.
?lvaro Siza hablando de una segunda espontaneidad o Tom Kundig glosando la valent¨ªa de quien construye su propia casa -¡°gente con curiosidad por la vida¡±-, llevar¨¢n m¨¢s ¡°creyentes¡± a la religi¨®n arquitect¨®nica. Por la parte que me toca, mi ¡°salmo¡± favorito lo firma Louis Kahn haci¨¦ndonos comprender que el espacio puede ser el tiempo: ¡°Recuerdo que cuando era ni?o, sol¨ªamos tirar el bal¨®n desde la ventana del primer piso. Nunca ¨ªbamos a un espacio especialmente pensado para jugar; el espacio de juego se establec¨ªa en el momento de jugar. El juego era inspiraci¨®n, no organizaci¨®n¡±. Am¨¦n.
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