Nuevo impulso

El env¨ªo de seis militares colombianos de alta graduaci¨®n a las conversaciones de paz en La Habana pone de manifiesto un notable paso adelante dado por el presidente del pa¨ªs, Juan Manuel Santos, en la consecuci¨®n de un acuerdo de paz que ponga fin al conflicto armado m¨¢s antiguo de Latinoam¨¦rica. A pesar de los altibajos en el proceso, el hecho de que se incorporen a la mesa cinco generales y un almirante supone ¡ªadem¨¢s de incluir a la c¨²pula del Ej¨¦rcito en el proceso¡ª que se van a discutir cuestiones t¨¦cnicas sobre la aplicaci¨®n de los acuerdos: un momento muy complicado, y una novedad con respecto a anteriores intentos en los que se hab¨ªa dejado de lado a los responsables de las Fuerzas Armadas, pensando que iban a estar en contra del di¨¢logo. Pero, como se?al¨® ayer el presidente Santos en el Foro por la Paz, organizado por EL PA?S, ¡°?qui¨¦n mejor que los propios combatientes, los militares, para ir se?alando el camino y negociar un alto el fuego definitivo?¡±.

Ya antes, y por iniciativa personal del mandatario, han participado en las conversaciones de La Habana representantes de las v¨ªctimas, que sorprendieron, dijo ayer el presidente, por una generosidad superior a la expresada por el conjunto de los colombianos.

Con la cautela propia de la dif¨ªcil fase en la que se encuentra el proceso, las se?ales lanzadas ayer por los expertos convocados al Foro sugieren que se podr¨ªa estar en un punto de no retorno. Es otra de las razones para que la comunidad internacional redoble su respaldo al esfuerzo, como pidi¨® Santos, que valor¨® muy positivamente que Estados Unidos haya nombrado un enviado especial ¡°que habla con las FARC¡± y que destac¨® el precedente de que Colombia, al negociar, est¨¢ sentando el proceso en el contexto del Tratado de Roma y de la Corte Penal Internacional.

Hay dos puntos pendientes en las negociaciones de La Habana, el de las v¨ªctimas y la justicia y el de los efectos del final del conflicto en cuanto a la desmovilizaci¨®n, el desarme y la reintegraci¨®n de los armados. La sociedad colombiana, v¨ªctima de la violencia durante cinco d¨¦cadas, reclama justicia. El Gobierno colombiano y la guerrilla tendr¨¢n que demostrar sus capacidades en este punto. Santos insiste en la necesidad de encontrar un equilibrio entre la justicia para las v¨ªctimas y la necesidad de la paz. Una parte de los colombianos considera que los guerrilleros no pueden tener ning¨²n tipo de papel en la Colombia que surja despu¨¦s de los acuerdos.

Es probable que algunas las decisiones que lleven hasta la paz sean impopulares. Es l¨®gico que la fase final de un largu¨ªsimo conflicto corra el riesgo de generar frustaciones y pueda dejar expectativas sin cumplir. Por eso es obligado un gran esfuerzo de pedagog¨ªa: para que tanto la sociedad colombiana como la comunidad internacional asuman que se est¨¢ ante una oportunidad hist¨®rica para Colombia y que podr¨ªa convertirse en ejemplo y aliciente para otras situaciones en la regi¨®n y en el mundo.