¡°Amamantar no es un retroceso, sino algo a lo que aspirar¡±
Consultora de lactancia, la brit¨¢nica ha formado a madres y personal sanitario en Etiop¨ªa
Cuando lleg¨® al hospital universitario de Addis Abeba hace cuatro a?os, la brit¨¢nica Alice Allan se sinti¨® deprimida. Todo lo que hab¨ªa usado en el hospital de Londres en el que hab¨ªa trabajado con madres lactantes hab¨ªa desaparecido: no hab¨ªa jeringuillas para dar calostro a los reci¨¦n nacidos ni sacaleches el¨¦ctricos; en caso de necesidad, no hab¨ªa leche de f¨®rmula, sino que se usaba leche desnatada; por no haber, no hab¨ªa ni ventiladores, ni persianas¡ Pero decidi¨® que ten¨ªa que cambiar de mentalidad y apa?arse con lo que hab¨ªa. Allan, de 41 a?os, acaba de terminar su estancia en Etiop¨ªa, donde ha trabajado en los ¨²ltimos a?os en el apoyo de la lactancia materna y ha establecido el primer grupo de La Liga de la Leche de la capital.
Esta brit¨¢nica no es una cooperante al uso. Esposa de un diplom¨¢tico, entr¨® en contacto con La Liga de la Leche en Jap¨®n, donde naci¨® su primera hija, y encontr¨® el grupo el apoyo que necesitaba como madre primeriza sin apenas contacto con otras mujeres con ni?os. A la vuelta a Reino Unido, decidi¨® formarse como consultora en lactancia materna. ¡°Me di cuenta de que si ¨ªbamos a un pa¨ªs en desarrollo, no quer¨ªa verme buscando trabajo en alg¨²n ¨¢rea completamente irrelevante, sino que quer¨ªa hacer algo que sirviera de ayuda en las comunidades en las que vivir¨ªa¡±.
"La leche materna es siempre la mejor opci¨®n para el beb¨¦, aunque la madre sufra malnutrici¨®n"
Pese a que Etiop¨ªa es un pa¨ªs donde muchas mujeres amamantan, y durante periodos largos, hab¨ªa trabajo de sobra para alguien como Allan. El pa¨ªs ha conseguido reducir entre 1990 y 2012 la tasa de mortalidad infantil (antes de los cinco a?os) en un 67%. Pero la tasa de muertes en los primeros 28 d¨ªas desde el nacimiento sigue siendo muy alta: 29 fallecimientos por cada 1.000 nacidos con vida (frente a 3 por cada 1.000 en Espa?a). En este contexto, procurar a los beb¨¦s el mejor alimento posible y fortalecer su sistema inmunol¨®gico es crucial. Como obst¨¢culos, la creciente medicalizaci¨®n del parto en los hospitales urbanos, donde recuerda que ofrec¨ªan ces¨¢reas sin necesidad a las mujeres de clase media para cobrarles la intervenci¨®n o ten¨ªan el h¨¢bito de separar a las madres de los beb¨¦s tras el parto; tambi¨¦n algunas creencias tradicionales que perjudican la lactancia y el desembarco de los fabricantes de leche de f¨®rmula que, al igual que ocurri¨® en los pa¨ªses occidentales hace d¨¦cadas, se empieza a ver por las mujeres como una aspiraci¨®n a alcanzar, sin¨®nimo de modernidad y tecnolog¨ªa.
Como voluntaria en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital, donde muchas de las mujeres que acuden son embarazadas de alto riesgo, ten¨ªa el objetivo de apoyar a las madres en el inicio y el mantenimiento de la lactancia materna. Pero acab¨® realizando muchas otras labores, desde formar a m¨¦dicos, enfermeras y matronas en el contacto piel con piel para evitar los numerosos casos de hipotermia en los reci¨¦n nacidos a comprar mantas para los beb¨¦s y sus madres. Dentro de su trabajo de concienciaci¨®n, esta brit¨¢nica que estudi¨® para ser actriz promovi¨® la grabaci¨®n de v¨ªdeos educativos, como los que acompa?an este art¨ªculo, que se emitieron en televisi¨®n y cines de zonas rurales y que muestran, a modo de documental dramatizado, los beneficios de hacer piel con piel, t¨¦cnicas de extracci¨®n manual de leche materna y resuelven otras dudas frecuentes sobre lactancia.
Allan ha participado en el Congreso de Lactancia Materna celebrado en Bilbao hace unos d¨ªas, donde ha explicado c¨®mo apoyar el amamantamiento en lugares sin apenas tecnolog¨ªa. "En Etiop¨ªa he aprendido a ser creativa", asegura. En su hospital, aunque contaban con unos rudimentarios sacaleches manuales que funcionaban con una pera de goma, prefer¨ªa ense?ar a las madres a extraerse la leche a mano, al ser m¨¢s higi¨¦nico y dar mejores resultados. Un gran mural muestra la t¨¦cnica de extracci¨®n en la zona de prematuros, donde se practica el m¨¦todo canguro.
Adem¨¢s de la falta de medios, Allan tuvo que enfrentarse a las diferencias culturales, sobre todo en las ¨¢reas rurales que visit¨®. Muchas madres creen, por ejemplo, que tienen que tirar el calostro, que es la primera leche que se produce tras el parto, una concentraci¨®n amarillenta cargada de nutrientes y anticuerpos. "Piensan que es algo sucio, dicen que se parece al pus", relata. ¡°Tambi¨¦n tienen la idea de que hay que introducir l¨ªquidos, como t¨¦, o que las leches animales, de vaca, oveja, cabra, camello, son poderosas y har¨¢n a los beb¨¦s m¨¢s fuertes¡±.
Otra tradici¨®n que afecta a la salud de la madre y del beb¨¦ desde el embarazo es la de que el hombre coma primero, y solo cuando ha terminado, la mujer come las sobras. ¡°Se intenta animar a los varones con esposas embarazadas, a trav¨¦s de programas de educaci¨®n, a dar a las mujeres su propia raci¨®n¡±. Pese a que la mujer pueda estar desnutrida, Allan recalca que la leche materna es siempre la mejor opci¨®n para el beb¨¦. ¡°Para que la leche de la madre le afectara de forma negativa, tendr¨ªa que estar gravemente desnutrida. En ocasiones, la malnutrici¨®n cr¨®nica puede afectar a los micronutrientes de su leche, pero a¨²n as¨ª, es lo mejor que le puede dar al beb¨¦¡±, insiste.
"Hay que educar a los hombres con esposas embarazadas para animarles a que las mujeres tengan su raci¨®n de comida y no s¨®lo las sobras"
La costumbre de que las mujeres deben permanecer en casa durante 40 d¨ªas tras dar a luz tambi¨¦n dificulta el apoyo cuando surgen problemas. ¡°Las mujeres et¨ªopes son muy estoicas, a menudo sufren en silencio sin buscar ayuda, hasta que est¨¢n realmente mal y las trae un familiar¡±. En estos cuatro a?os, unas 200 mujeres han pasado por el grupo de La Liga de la Leche de Addis Abeba, que se ha convertido tambi¨¦n en un punto de encuentro entre madres et¨ªopes y expatriadas.
¡°Cinco de ellas han decidido formarse para ser monitoras de La Liga de la Leche o de otras organizaciones, una de las madres ha hecho una p¨¢gina web en ahm¨¢rico (la lengua oficial) para dar apoyo a las et¨ªopes¡¡±, cuenta con orgullo Allan, que espera continuar con la labor en su pr¨®ximo destino, en alg¨²n lugar de Asia Central. La brit¨¢nica destaca que a trav¨¦s de la educaci¨®n recibida en el grupo, estas mujeres han aprendido que ¡°amamantar no es un retroceso, no es algo conectado con la pobreza o su ¨²nica opci¨®n, sino que es algo a lo que aspirar¡±. Es su forma de contrarrestar el desembarco de los fabricantes de leche de f¨®rmula y la visi¨®n de muchas mujeres de clase media de Ad¨ªs Abeba, que ven el biber¨®n como su deseo a alcanzar.
¡°Es una importante amenaza para los beb¨¦s et¨ªopes¡±, alerta. Sin la adecuada formaci¨®n, los cuidadores pueden usar demasiada agua para diluir la leche en polvo o dar alimentos s¨®lidos demasiado pronto. La dificultad de luchar contra las campa?as de estas empresas empieza en los propios hospitales, donde no rige el C¨®digo Internacional de Comercializaci¨®n de Suced¨¢neos de la Leche Materna, que proh¨ªbe la publicidad o repartir muestras en las maternidades, y donde no existe la cultura de no aceptar obsequios. Allan pone como ejemplo unas impolutas batas de trabajo que una empresa de alimentaci¨®n occidental regal¨® a las enfermeras de su hospital, con su logo impreso. ¡°No nos podemos permitir esta elevada ¨¦tica, somos demasiado pobres en recursos¡±, contestaron a Allan cuando ella les dijo que no deb¨ªan aceptarlas. La soluci¨®n, creativa a la vez que pr¨¢ctica: coser un parche sobre el logo para ocultarlo y seguir usando las batas.
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