La universidad m¨¢s peculiar del mundo
En Corea del Norte, los cachorros de las ¨¦lites preparan su futuro en el ¨²nico centro universitario privado del pa¨ªs. La Pyongyang University of Science est¨¢ gestionada por cristianos evangelistas y acoge a 300 veintea?eros. Una periodista infiltrada en sus aulas cuenta su experiencia en un libro.
En las afueras de Pyongyang, 270 muchachos en torno a los 20 a?os, todos hijos varones de la ¨¦lite norcoreana, preparan su futuro. Su vida est¨¢ reglamentada estrictamente desde que se levantan hasta que se acuestan. Organizados en pelotones, y con un comisario por grupo, carecen de autorizaci¨®n para abandonar el recinto, vigilado por guardias femeninas. No se trata de ning¨²n cuartel. Es la ¨²nica universidad privada en la comunista Corea del Norte. Adem¨¢s de impartir todas sus clases en ingl¨¦s, la Pyongyang University of Science and Technology (PUST) tiene otra peculiaridad: est¨¢ gestionada y sufragada por cristianos evangelistas.
¡°En esencia, los cristianos evang¨¦licos del mundo est¨¢n educando a los l¨ªderes futuros de Corea del Norte¡±, dice la periodista y escritora estadounidense de origen surcoreano Suki Kim. Ella sabe de lo que habla. Se infiltr¨® como profesora en la PUST durante dos trimestres en 2011 ¨Csu marcha coincidi¨® con la muerte del Querido L¨ªder, Kim Jong-il¨C y cuenta su experiencia en el libro Sin ti no hay nosotros (Blackie Books), disponible en espa?ol a partir del 11 de marzo.
Esta enigm¨¢tica universidad comenz¨® a funcionar en 2009. Oficialmente se describe como un proyecto conjunto. Pero construirla, dice la periodista Suki Kim, cost¨® 35 millones de d¨®lares y su mantenimiento diario ¡°requiere much¨ªsimo dinero¡±. ¡°Por lo que yo s¨¦¡±, prosigue Kim, ¡°Corea del Norte no pone ni un c¨¦ntimo¡±. Son los donantes mundiales, principalmente iglesias surcoreanas y estadounidenses, quienes cubren los gastos. ¡°Al r¨¦gimen de Corea del Norte le da igual que seas cristiano, musulm¨¢n o ateo, al final todo es lo mismo porque no crees en su Gran L¨ªder, as¨ª que si esta organizaci¨®n de extranjeros quiere traer este mont¨®n de dinero, ?por qu¨¦ van a decir que no?¡±.
Los cristianos evang¨¦licos del mundo est¨¢n educando a los l¨ªderes futuros de Corea del Norte¡±
Su fundador y presidente es James Kim, un cristiano evangelista de origen coreano y nacionalidad estadounidense que ya dirig¨ªa otro centro similar en Yanbian, en China, y que desde los a?os noventa cortejaba al r¨¦gimen de Pyongyang. A principios de la pasada d¨¦cada recibi¨® el visto bueno personal de Kim Jong-il. ¡°Este grupo est¨¢ aqu¨ª con su permiso, [en el r¨¦gimen] saben exactamente qui¨¦nes son estos cristianos evang¨¦licos¡±, asegura la autora de Sin ti no hay nosotros en conversaci¨®n telef¨®nica desde Se¨²l.
La ¨²nica condici¨®n aparente es que no proseliticen. Si bien ¡°eso es lo que hay en la superficie, no sabemos si se pactaron otros acuerdos¡±, matiza Suki Kim. Aunque los responsables de la PUST van de la mano del r¨¦gimen, ¡°se sienten justificados¡±, pues para ellos se trata de ¡°un proyecto a largo plazo, con el que llevan la misi¨®n de Dios¡± a Corea del Norte, el r¨¦gimen totalitario m¨¢s estricto del mundo. Los profesores ni siquiera cobran: o bien trabajan gratis, o tienen que buscarse un patrocinio, generalmente el de sus iglesias.
Cuando la periodista Suki Kim empez¨® a trabajar en el centro se estaba desarrollando el trimestre de primavera. Lo primero que le llam¨® la atenci¨®n fue la ¡°hipervigilancia¡± en el campus. La universidad est¨¢ construida en forma semicircular, de modo que cualquier ¨¢rea es visible desde cualquier otra y todo el mundo puede vigilar a todo el mundo. ¡°Ya hab¨ªa estado varias veces en Corea del Norte desde 2002, sab¨ªa que todo estaba controlado, pero esto era como un cuartel¡±.
Los profesores y los estudiantes conviven en el campus, en bloques de dormitorios adyacentes y vigilados por un grupo de guardias femeninas veintea?eras. ¡°Al principio parece que eran hombres, militares varones, pero se decidi¨® cambiarlos por mujeres para dar una imagen menos intimidatoria. Nos dijeron que eran para protegernos, pero no de qu¨¦ nos proteg¨ªan. M¨¢s bien, su misi¨®n era impedirnos salir¡±. Cada movimiento estaba vigilado por los ¡°acompa?antes¡± oficiales que el Gobierno impone a los extranjeros y que incluso comparten bloque de dormitorio con los profesores. Los docentes solo est¨¢n autorizados a abandonar el recinto una vez por semana, para comprar provisiones en Pyongyang o para excursiones milim¨¦tricamente organizadas, y siempre escoltados por sus ¡°acompa?antes¡±. Para los estudiantes, el r¨¦gimen parec¨ªa incluso m¨¢s claustrof¨®bico. No pod¨ªan salir de la universidad bajo ninguna circunstancia. Cuando lleg¨® Suki, muchos llevaban meses enteros sin ver a sus familias. Ni siquiera ellos, los hijos de la ¨¦lite del r¨¦gimen, est¨¢n libres de vigilancia y deben desenvolverse en una atm¨®sfera de desconfianza y miedo.
Diariamente, los estudiantes llegan al comedor en formaci¨®n militar, cantando al un¨ªsono himnos al partido y a los l¨ªderes, perfectamente uniformados con traje y corbata y carteras id¨¦nticas. Cada grupo forma un pelot¨®n y cuenta con un comisario encargado de vigilar el desarrollo de las clases. Por turno rotatorio, media docena de alumnos vela cada noche el edificio dedicado al estudio de las ense?anzas de Kim Il-sung y Kim Jong-il. Tambi¨¦n en patrullas se reparten tareas como la limpieza del monumento dedicado al Gran L¨ªder o el cuidado del jard¨ªn y la poda ¨Ca mano¨C del c¨¦sped.
Las actividades diarias est¨¢n estrictamente organizadas. Cada lecci¨®n, cada libro de texto, debe recibir la aprobaci¨®n de las ¡°contrapartes¡±, el profesorado norcoreano encargado de la supervisi¨®n. En los primeros tiempos de la universidad, solo se daban clases de ingl¨¦s. A pesar del nombre de este centro, no hab¨ªa profesores de ciencia ni de inform¨¢tica, que s¨ª llegaron en a?os posteriores.
En la Pyongyang University of Science and Technology de Corea del Norte no hab¨ªan o¨ªdo hablar de Steve Jobs y carec¨ªan de Internet
Los docentes pueden interactuar con los alumnos no solo durante la clase, sino tambi¨¦n en las horas dedicadas al deporte o durante las comidas. La carne escasea en dichos almuerzos, que suelen limitarse a arroz con verduras en salmuera. En un pa¨ªs donde el 84% de la poblaci¨®n sufre una dieta insuficiente, seg¨²n el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, comer tres veces al d¨ªa ya representa un privilegio.
Los temas de conversaci¨®n no son mucho m¨¢s variados que los platos del campus. Se limitan, sobre todo al principio, al deporte, a los estudios o, un poco m¨¢s adelante, a novias reales o so?adas. ¡°Est¨¢bamos vigilados 24 horas al d¨ªa 7 d¨ªas a la semana; si los chicos daban la m¨¢s remota muestra de curiosidad sobre el mundo exterior, eso se acallaba inmediatamente¡±, explica Suki Kim. ¡°Cada vez que ten¨ªa la sensaci¨®n de que hab¨ªamos avanzado un poco en nuestra relaci¨®n personal, ellos volv¨ªan a meterse inmediatamente en su concha¡±.
En aquellos d¨ªas de 2011, adem¨¢s, se viv¨ªa un momento ¡°especialmente vulnerable¡± para los estudiantes. El resto de los universitarios norcoreanos hab¨ªan sido enviados a trabajar en obras de construcci¨®n. Oficialmente, porque se conmemoraba el centenario del nacimiento del fundador de la dinast¨ªa, Kim Il-sung, y hab¨ªa que ofrecerle una ¡°naci¨®n poderosa y pr¨®spera¡±. Extraoficialmente, porque en Oriente Pr¨®ximo se desarrollaba la primavera ¨¢rabe y probablemente el r¨¦gimen tem¨ªa un posible contagio. Los alumnos de la PUST fueron los ¨²nicos en todo el pa¨ªs que no fueron convocados a dicha labor, una muestra m¨¢s de sus privilegios especiales. Pero la desconfianza y la vigilancia diarias generaban un tejido de mentiras. Mentiras por parte del r¨¦gimen: para demostrar la existencia de la libertad de culto, los profesores fueron invitados a un servicio religioso cristiano en Pyongyang. Pronto les qued¨® claro que el coro de elegantes damas que entonaba himnos era un grupo de cantantes profesionales, y los feligreses, meros comparsas que desaparecieron r¨¢pidamente tras el ¨²ltimo am¨¦n.
La periodista tambi¨¦n ocultaba la verdad. Aunque present¨® su solicitud con su nombre aut¨¦ntico y James Kim sab¨ªa que era escritora, Suki nunca revel¨® que su intenci¨®n era escribir un libro sobre el centro, algo que hubiera podido acarrearle consecuencias graves. ¡°Tratar de cubrir Corea del Norte, el pa¨ªs m¨¢s corrupto del mundo, es como cubrir la mafia o la industria farmac¨¦utica, no hay m¨¢s opci¨®n que infiltrarse para intentar obtener algo de la verdad de ese sitio. Fing¨ª ser profesora, pero ense?¨¦ de verdad y no me comport¨¦ de modo enga?oso con mis alumnos. Mi comportamiento con ellos y mi cari?o eran genuinos¡±.
Y los alumnos recurr¨ªan tambi¨¦n a constantes enga?os: ¡°Hab¨ªa diferentes niveles. Las mentiras que sus supervisores les ordenaban que contaran. Las que soltaban por puro h¨¢bito. Las que les hab¨ªan ense?ado y cre¨ªan verdad¡±. Buena parte de la cultura general de los estudiantes estaba basada en falsedades: cre¨ªan que el coreano se habla en cualquier lugar del mundo o que jugar al baloncesto les har¨ªa crecer. Desconoc¨ªan la existencia de la Torre Eiffel. No hab¨ªan o¨ªdo hablar de Steve Jobs. Carec¨ªan de Internet y ¨²nicamente ten¨ªan acceso a una Intranet muy limitada.
¡°No sab¨ªan c¨®mo pensar de manera cr¨ªtica. Ense?arles a establecer un argumento, aportar ejemplos, exponer tu tesis para llegar a una conclusi¨®n no era posible, no entend¨ªan el concepto de introducci¨®n, o conclusi¨®n, o demostraci¨®n. En su sistema del Gran L¨ªder no se demuestra nada, no se incentiva el pensar por uno mismo¡±, cuenta Kim.
Pese a todo, a lo largo de las conversaciones, y en cartas que le escrib¨ªan como ejercicios de clase, algunas veces aparecen indicios de que algo hay tras las m¨¢scaras. Los chicos admiten aburrimiento por la rutina, nostalgia por sus familias, con las que no pueden tener contacto. Las actitudes clonadas se convierten en gestos individuales, personalidades definidas. Alguno llega a confesar que le gusta el rock and roll, otro se atreve a preguntar por el concepto de asamblea nacional.
Y la periodista tambi¨¦n se anima a mencionarles los pa¨ªses donde ha viajado, a hablarles de Skype. El d¨ªa antes de partir, Suki Kim tiene la oportunidad de mostrar a un grupo de alumnos Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Pero los muchachos apenas tienen ocasi¨®n de regodearse de la experiencia: ese mismo d¨ªa, el 20 de diciembre de 2011, se anuncia la muerte de Kim Jong-il.
Tras su marcha y la publicaci¨®n del libro, que le ha valido duras cr¨ªticas de los responsables de la PUST, Kim no ha vuelto a saber de sus alumnos. ¡°Una parte de m¨ª se preocupa. Cualquier noticia de Corea del Norte siempre es tan tremenda¡¡±.
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