Los misterios de Madame Lanvin
El dise?ador Alber Elbaz rinde homenaje a la fundadora de la marca que dirige con una exposici¨®n en el Museo Galliera de Par¨ªs
Hace casi 15 a?os, cuando Alber Elbaz fue nombrado director creativo de Lanvin, tuvo el reflejo de encerrarse varios d¨ªas en los archivos de la m¨ªtica maison parisina, la m¨¢s antigua que sigue hoy en activo. Su objetivo era entender qui¨¦n fue su semidesconocida fundadora, una mujer avanzada a su tiempo que empez¨® su carrera en la Francia de 1885 y logr¨® abrir su primera boutique cuatro a?os m¨¢s tarde, en los albores de la Belle ?poque. ¡°De todas las costureras de su ¨¦poca, Jeanne Lanvin fue la m¨¢s misteriosa y la menos conocida¡±, explica Elbaz, quien encontr¨® la clave para entender al personaje en los vestidos que dise?¨®. ¡°Descubr¨ª a una mujer a imagen y semejanza de sus creaciones: de apariencia fr¨¢gil, pero con una fuerte personalidad. A trav¨¦s de esta exposici¨®n, he querido compartir presentarla al mundo¡±.
Elbaz habla de la suntuosa muestra que ha orquestado en el Palais Galliera, museo municipal de la moda en Par¨ªs, donde a partir de este domingo se exponen un centenar de vestidos de elegancia atemporal, que resumen la trayectoria de una mujer cargada de misterios. La misma Jeanne Lanvin da la bienvenida a la exposici¨®n a trav¨¦s de una fotograf¨ªa de 1937, donde aparece tap¨¢ndose la cara con las manos. Tal vez fueron su atributo m¨¢s conocido: Lanvin fue celebrada por su virtuosismo en el bordado, la sobrecostura y el uso de abundante pedrer¨ªa, as¨ª como en la combinaci¨®n de elementos procedentes de horizontes est¨¦ticos muy diversos. Pas¨® sin transici¨®n del clasicismo Dieciochesco a la modernidad art d¨¦co, y de los monacales atuendos medievales a la inspiraci¨®n venida de las culturas asi¨¢ticas. En las piezas presentadas sobresale su predilecci¨®n por un minimalismo en blanco y negro, pero tambi¨¦n por su color fetiche, el azul, que declin¨® del lavanda al a?il, inspir¨¢ndose en los cuadros del Quattrocento italiano.
Hija de periodista y nieta de tip¨®grafo, de familia humilde pero cultivada, Jeanne Lanvin se cas¨® dos veces ¨Cla primera, con el conde italiano Emilio di Pietro¨C ??y tuvo una vida m¨¢s tradicional que Coco Chanel, a quien llevaba 16 a?os de ventaja. ¡°Chanel fue una mujer del siglo XX, mientras que Lanvin todav¨ªa pertenec¨ªa al XIX. No tuvo el mismo gusto por lo mundano. Fue una patrona a la antigua, tan admirada como temida, de car¨¢cter discreto aunque no necesariamente austero¡±, aclara el director del Palais Galliera, Olivier Saillard. Este reputado historiador de la moda afirma que no existi¨® rivalidad alguna entre ambas, pese a que sus concepciones de la moda fueran muy distintas. ¡°Para vestir de Chanel m¨¢s val¨ªa ser joven, mientras que Lanvin vest¨ªa a mujeres de todas las edades¡±, apunta.
El propio logo de la marca, que representa a la modista bailando junto a su adorada hija Marguerite, da fe de ello. De hecho, Lanvin confeccion¨® colecciones de alta costura para ni?os desde 1908, antes de crear tambi¨¦n una l¨ªnea sport, una colecci¨®n para novias y otra masculina, adem¨¢s de perfumes y objetos de decoraci¨®n. ¡°No ten¨ªa el sentido del marketing de Chanel, ni la t¨¦cnica de Madame Gr¨¨s, ni los cortes de Vionnet, pero tal vez fue la m¨¢s inteligente de todas. No se trataba solo de hacer vestidos, sino de responder a todas las necesidades de la mujer de su ¨¦poca. Fue la primera en entender la costura como un estilo de vida¡±, analiza Alber Elbaz, quien dice encontrar numerosos parecidos entre su trabajo al frente de Lanvin y la herencia de su predecesora. ¡°Mi trabajo se centra en una reflexi¨®n sobre la vida de hoy, sobre la comodidad. Me interesa crear vestidos que a las mujeres les apetezca llevar, que sean ligeros y c¨®modos, y que permitan que quien los lleva pueda repetir postre¡±, sonr¨ªe.
En el trabajo de Lanvin se detecta la misma preocupaci¨®n por el confort, como si quisiera liberar a la mujer de la fortaleza del vestido decimon¨®nico. ¡°Nunca tuvo un discurso feminista, aunque su posici¨®n creativa la acercaba a eso sin saberlo¡±, matiza Saillard. ¡°No suprimi¨® el cors¨¦ como Poiret, ni tuvo las opiniones radicales de Chanel, pero quiso que quien llevara sus vestidos se sintiera a gusto. En ese sentido, se nota que est¨¢n dise?ados por una mujer: su ropa pesa muy poco¡±. En la sala principal, un espejo perpendicular da el reflejo de un vestido dispuesto en una vitrina. Parece cobrar vida ¡°como si fuera una bella durmiente¡±, bromea Elbaz. Lo mismo sucede con la propia protagonista, cuya borrosa silueta ser¨¢, a partir de ahora, un poco menos imprecisa.
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