Escribir la historia de las mujeres, la de la humanidad
La historia de las mujeres se escribe con el tinte de la valent¨ªa. S¨®lo con esfuerzo y aliento se puede seguir escribiendo, letra a letra, paso a paso. Y en cada espacio de cada p¨¢rrafo pararse a coger aliento. Porque s¨®lo escribiendo, incluso, se puede llegar a hacer historia. Sin embargo, hay muchas mujeres que no quieren hacer historia, tan s¨®lo quieren seguir siendo lo que son, mujeres. Pero mujeres en igualdad de derechos y oportunidades. Mujeres parte de una sociedad que las necesita, porque sin la mujer no ser¨ªa sociedad. Porque el futuro como el presente es con las mujeres. Y con las mujeres ha sido siempre, pero con la diferencia del reconocimiento merecido. Queremos ser mujeres sin ser las primeras v¨ªctimas de una crisis. Queremos ser mujeres con un salario equitativo al del hombre. Queremos ser mujeres en igualdad de condiciones y oportunidades. Queremos ser mujeres sin machismo ni violencia. Queremos ser mujeres valientes y seguras. Queremos seguir siendo lo que somos, mujeres. Mujeres con roles indispensables, mujeres libres, mujeres capaces, mujeres. No queremos ser m¨¢s, no se confundan. Queremos construir, junto a los hombres, un futuro mejor para nuestras familias, para las sociedades, para nosotros mismos. Queremos lo justo, lo indispensable, la mitad de todo. Queremos, sencillamente, crecer y crecer juntos, todos. Y ser felices, como dec¨ªa Pepe M¨²jica, ser felices.
Qu¨¦ curioso. Algo aparentemente tan sencillo todav¨ªa es una brecha internacional. El mundo avanza, s¨ª, pero muy despacio. Y aunque todo el mundo sea consciente de ello, todav¨ªa el D¨ªa Internacional de la Mujer sigue siendo una fecha del calendario ineludible donde ONU Mujeres pone el acento especialmente. Este a?o se hace un firme llamado a la Campa?a de Beijing+20: ¡°Empoderando a las mujeres, empoderando a la humanidad: ?imag¨ªnalo!¡±. ?C¨®mo ser¨ªa un planeta 50-50 en 2030? No lo sabemos, pero ser¨ªa el deseable no en 2030, aunque se marque una fecha, sino ahora, ya. Y aunque sabemos que el camino es complicado, alguien tuvo que andarlo primero. Nada de lo que ahora tenemos hubiese sido posible sin la inspiraci¨®n y los pasos marcados de otras muchas mujeres que dijeron ¡°no¡±, a tiempo, para empezar a marcar el sendero de la justicia. No a seguir siendo sumisas. No a la desigualdad. No a s¨®lo aceptar. No a la violencia machista. No a cobrar un salario desigual. No a ser simplemente ayudantes. No a ser inferior. No a ser d¨¦bil. Decir no, a tiempo, es empezar a decir s¨ª a todo lo dem¨¢s. Decir no, a tiempo, es empezar a ser hero¨ªnas y h¨¦roes de un tiempo presente para construir m¨¢s y mejores sociedades: la del conocimiento, la de la igualdad, la de la educaci¨®n, la de la sanidad, la de la pol¨ªtica, la de todos.
Y alcanzar ese 50-50 s¨®lo depende de nosotros mismos, de desearlo, de creer que se puede y se debe hacer. Inspirarse en otras mujeres es el primer paso porque como dec¨ªa Marie Curie, ¡°en la vida no hay nada que temer, s¨®lo que entender¡±. Entendamos, comprendamos, escuchemos. Y hagamos. Adem¨¢s, sabemos, porque nos lo dijo bien Soledad Gallego D¨ªaz, que ¡°para combatir el antisemitismo no hace falta ser jud¨ªo, como para luchar contra el racismo no hace falta ser negro. Lamentablemente, a veces, parece que para combatir la discriminaci¨®n de la mujer hace falta ser mujer¡±. Pero esta batalla hacia el 50-50 no es s¨®lo de mujeres, es una batalla social, donde debemos participar todos y todas. ¡°Luchar en defensa de los derechos de las mujeres es luchar por los derechos de todos nosotros¡±, escribi¨® un d¨ªa Miguel Focart. Un hombre, s¨ª, feminista. Gracias. Quien crea que esto es ¨²nicamente tarea nuestra se equivoca. Podremos ser hero¨ªnas, pero no de un mundo paralelo al real.
Yo, como Emma Goldman, si no puedo bailar, no quiero estar en esta revoluci¨®n. Quiero bailar y quiero ganar la revoluci¨®n. Y, ojo, Rigoberta Mench¨² lo ten¨ªa claro: ¡°una mujer con imaginaci¨®n es una mujer que no s¨®lo sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, sino tambi¨¦n el futuro de un milenio¡±. ?Te animas? Puede que estemos ¡°tan condicionados por los valores masculinos, que hemos cometido el error de emularlos al precio de nuestro propio feminismo¡±, como advert¨ªa Petra Karin Kelly, pero siempre estamos a tiempo de aprender de los errores y de reconducir nuestros propios objetivos. Una bala quiso destrozar a Malala Yousafzai el habla y su sonrisa. Los pecados que cometi¨® fueron dos: ser mujer y querer ir a la escuela. ¡°Nada ha cambiado en mi vida excepto esto¡± ¨Cdijo- ¡°la debilidad, el miedo y la falta de esperanza murieron. La fuerza, el poder y el ¨¢nimo nacieron¡±.
?Cu¨¢ntas mujeres no sienten debilidad y miedo hacia sus maltratadores? ?Cu¨¢ntas no sienten falta de esperanza ante a las oportunidades que no llegan, ante a la discriminaci¨®n, ante a la desigualdad? Recuerden tambi¨¦n las palabas de Malala: ¡°un ni?o, un maestro, un libro y un l¨¢piz pueden cambiar el mundo. La educaci¨®n es la ¨²nica soluci¨®n¡±.
?Saben? La educaci¨®n es el primer paso hacia la igualdad. Los parches mal puestos de mala calidad por hombres para acallar las demandas de las mujeres son pasos hacia sus propios intereses, es decir, hacia ninguna parte.
Un maestro puede ense?ar a un ni?o con un libro y un l¨¢piz a escribir la historia de las mujeres, la de la humanidad. Y esa historia titulada ¡°Igualdad" puede cambiar el mundo.
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