Un coraz¨®n africano de Madrid
Madrid tiene un coraz¨®n africano en Arturo Soria, escondido tras un muro gris, cerca de un centro comercial. All¨ª se encuentra la sede de la Fundaci¨®n Misioneros Combonianos, la redacci¨®n de la revista Mundo Negro y el Museo Africano, que abri¨® sus puertas en 1985 con la intenci¨®n de dar a conocer a las ni?as y los ni?os de la ciudad las culturas africanas. El objetivo final es, a trav¨¦s de ese conocimiento, ense?arles a amar el continente. Se han especializado en visitas guiadas escolares y cuentacuentos. Lo llevan dos mujeres, Montse y Blanca, y el padre Gabino.
Montserrat Garc¨ªa es la directora adjunta del Museo Africano, una doctora en Historia enamorada del continente africano y que trata con mimo y conoce cada pieza de la instituci¨®n. Explica que el museo se divide en cinco secciones, desde lo m¨¢s externo de la persona a la espiritualidad y el interior de los hogares. Por el camino, se muestran vestimentas, adornos y objetos de uso cotidiano; el trabajo diario con los utensilios necesarios para realizarlo; las manifestaciones art¨ªsticas como la m¨²sica y la escultura; las manifestaciones religiosas africanas y las m¨¢scaras y, finalmente, una secci¨®n especial de arte cristiano que incluye una excelente colecci¨®n de belenes. Montserrat tambi¨¦n precisa que adem¨¢s de buscar similitudes entre juegos de all¨¢ y ac¨¢ y de contar historias, son taxativas a la hora de rese?ar el papel de las potencias colonizadoras europeas en la destrucci¨®n de culturas africanas y denunciar el genocidio que supuso la trata esclavista.
En el museo se disponen, con esp¨ªritu did¨¢ctico y cari?o, objetos cotidianos como los pilones para moler el grano o la banana; las calabazas pirograbadas de Chad que portan el agua, la cerveza o la leche; las oscuras mu?ecas de la fertilidad ndbeles. En la pared pende una hermosa puerta de granero dog¨®n con la mitolog¨ªa de su pueblo grabada en ella. Sillas y monedas, cuchillos, una tetera et¨ªope con dos pitorros, para servir a un tiempo al comensal y a los esp¨ªritus de los ancestros. Bastones de jefe, peines de madera. Y la recreaci¨®n de un hombre leopardo pigmeo, diminuto, disfrazado para conseguir que los monos trepen a lo m¨¢s alto de los ¨¢rboles y preparado con sus flechas envenenadas para abatirlos entonces. Pa?os de Korhogo, orfebrer¨ªa y pa?os ashanti. Pipas. Platos labiales de cer¨¢mica para las mujeres, cascos de guerrero. Nasas para pescar. Un escudo de piel de hipop¨®tamo.
M¨¢s all¨¢, c¨ªtaras, liras, tambores, una kora de Togo. La rareza de las esculturas makonde, en ¨¦bano, sin brillo y sin flotabilidad, representando de manera realista ancianos o un ¨¢rbol de la vida. Dos colmillos de marfil donados por Pablo VI tras una visita a Uganda. Terracota y escarificaciones. Una pieza funeraria ghanesa de 450 a?os. Pesas de oro. M¨¢scaras. La copia de un altar de vud¨² de Togo. Amuletos. Pergaminos et¨ªopes. Juguetes de alambre, latas de aceite de palma, trapo.
Montserrat Garc¨ªa explica que, adem¨¢s de tener la agenda ocupada con visitas escolares hasta abril, han montado una exposici¨®n itinerante que, bajo el nombre ?frica nos abre sus puertas, acerca el arte africano a universidades, ayuntamientos, colegios, centros culturales o parroquias. Y se despide junto a un kraal sudafricano que se levanta a la entrada del museo, el punto exacto donde sientan a los ni?os de las visitas escolares en el suelo y les desvelan historias, secretos y leyendas, vestidas de ni?as masai, Blanca y Montse, en equilibrio sobre diminutos bancos de madera, transmitiendo respeto y pura fascinaci¨®n por las culturas africanas.
La solicitud de visitas guiadas se tramita en el tel¨¦fono 91 415 24 12 y el correo info@museoafricano.es. El museo cierra entre julio y septiembre.
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