Manos de artista
En Europa, los oficios tradicionales de la moda como el bordado o las plumas est¨¢n en peligro de extinci¨®n. Algunos dise?adores, desde Chanel o Dior hasta los de peque?as empresas, buscan rescatarlos con la compra de talleres como Lesage o formando a sus propios trabajadores.
"En Espa?a tengo 10 bordadoras, todas por encima de los 60 a?os. Dentro de cuatro o cinco se jubilar¨¢n y me quedar¨¦ sin ellas. He pedido a una de las veteranas que le d¨¦ unos cursos a Montse, y me apuntar¨¦ yo tambi¨¦n¡±. Rosario D¨ªaz se?ala a su empleada, que ronda la treintena y se encuentra trabajando en la parte trasera de este showroom en la calle de Vel¨¢zquez de Madrid. Modista formada en Dior, en su taller D¨ªaz fabrica principalmente vestidos de novia. ¡°Las clientas espa?olas est¨¢n perdiendo el miedo a comprar¡±, afirma. Y su agenda de extranjeras ricas, muchas de ellas ¨¢rabes, se encuentra en perfecto estado. Pero, como a tantos otros empresarios de la industria, le preocupa la p¨¦rdida de los artesanos en su sector por la falta de relevo generacional.
Las marcas de alta costura dependen del delicado trabajo de los artesanos para producir piezas de la categor¨ªa que quiere su p¨²blico. ¡°El cliente busca un significado est¨¦tico, un estatus. Pero adem¨¢s el producto debe tener calidad¡±, resume Hubert Barr¨¨re, director creativo de Lesage, la casa de bordado por excelencia de Par¨ªs. Su empresa es una de las 11 que forman Paraffection, compa?¨ªa subsidiaria de Chanel en la que el gigante del sector ha ido reuniendo desde 1997 a peque?as empresas conocidas como ma?tres d¡¯art. Literalmente, la expresi¨®n significa ¡°maestros de arte¡±. Es el t¨ªtulo que concede el Ministerio de Cultura franc¨¦s a los artesanos del pa¨ªs. Los talleres de Chanel trabajan desde la manipulaci¨®n de plumas en la centenaria casa Lemari¨¦ hasta las joyas de Desrues, pasando por los sombreros del taller Michel y el propio bordado de Lesage.
Chanel organiza un desfile anual para homenajear su trabajo. La motivaci¨®n de la gran casa de la moda francesa al comprar estos talleres fue ¡°preservar un patrimonio ¨²nico¡± y contribuir a la formaci¨®n de nuevos trabajadores para asegurar la pervivencia de los oficios. De la misma forma, Dior adquiri¨® en 2012 la firma de bordado Vermont, tambi¨¦n en Par¨ªs. Una de las condiciones para formar parte de la asociaci¨®n del Ministerio galo y recibir el sello p¨²blico de reconocimiento es contratar a aprendices en los talleres. Lesage posee una escuela donde ofrece formaci¨®n a todos los niveles. Algunos alumnos pueden entrar a trabajar para la propia marca, explica Barr¨¨re, aunque ¨¦l trata de buscar perfiles distintos.
¡°En Espa?a tenemos la tradici¨®n artesanal arraigada en nuestra cultura¡±, explica Josep Font, director creativo de Delpozo. ¡°Pero es en Francia donde esa herencia de la artesan¨ªa se reconoce formalmente gracias a la alta costura¡±. Los procesos de selecci¨®n de trabajadores en la alta costura son tan minuciosos como el producto final. Debido al aumento de los puntos de venta y la escasez de mano de obra preparada, Delpozo emplea tambi¨¦n talleres externos. ¡°La calidad del trabajo en los talleres espa?oles es excelente, mucho m¨¢s que fuera. Pero la dificultad de nuestros acabados y la exigencia respecto a los remates de materiales es muy alta, y no es sencillo encontrar talleres que est¨¦n al nivel¡±.
Un maniqu¨ª en el recibidor del establecimiento de Rosario D¨ªaz muestra un delicad¨ªsimo bordado de puntadas milim¨¦tricas que entrelaza el hilo de plata con unas perlas diminutas. Alrededor cuelga un tul con puntadas m¨¢s grandes, en forma de eses y meandros entrelazados. ¡°Ese se hace con una m¨¢quina del siglo XIX que ya no se fabrica. Una trabajadora nuestra tiene la de su familia; es ella la que nos lo fabrica¡±. Debido a la falta de artesanas y, sobre todo, al alto coste de producci¨®n, D¨ªaz env¨ªa prendas a talleres de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo para realizar determinados acabados. En India, explica, las ni?as aprenden el oficio de sus madres, igual que ocurr¨ªa en Espa?a hace 50 a?os. Al ser una labor transmitida por la v¨ªa informal y estar m¨¢s extendida, los salarios se abaratan. ¡°Son gente muy seria¡±, asegura D¨ªaz. ¡°El a?o pasado se inund¨® el local de uno con el que trabajo en Rajast¨¢n (una regi¨®n al norte de India) y me devolvieron el vestido porque no lo pod¨ªan terminar¡±.
Aunque menos institucionalizadas que las francesas, tambi¨¦n existen iniciativas de recuperaci¨®n en Espa?a. En 2013, Loewe abri¨® una escuela de marroquiner¨ªa en Getafe (Madrid) para formar a nuevos trabajadores. Entre ese a?o y 2015 planificaron 14 cursos para formar a 280 personas, con la idea de crear 150 puestos de trabajo en la firma. Patricia Rosales, dise?adora de zapatos de lujo, decidi¨® incorporar a su nueva l¨ªnea de bolsos el encaje de bolillos. Para ello busc¨® telares en Almer¨ªa. ¡°Las que saben manejarlos son se?oras mayores, y el oficio se est¨¢ perdiendo¡±.
¡°Es complicado vivir del encaje de bolillos, porque es un trabajo intensivo y caro¡±, dice una artesana
Su l¨ªnea estar¨¢ destinada al comercio y quiere desarrollar en la provincia toda la producci¨®n: el tejido en Almer¨ªa y la fabricaci¨®n del bolso en Ubrique. ¡°Lo interesante es formar a la propia mano de obra. Una vez presentemos la colecci¨®n, empezaremos a montar cursos formativos¡±, asegura. Quiere colaborar con la asociaci¨®n de encajeras almerienses El Mundillo, que agrupa a unas 150 trabajadoras que lo hacen por afici¨®n. Manuela Gonz¨¢lez, la presidenta, explica que de ellas solo una veintena son menores de 40 a?os. ¡°Casi todas estamos jubiladas¡±. Resulta dif¨ªcil vivir del encaje de bolillos en Espa?a, incluso en zonas con mucha tradici¨®n como la suya, porque es un trabajo tremendamente intensivo y poca gente puede pagar el resultado final. ¡°Puedes estar un a?o trabajando en una mantilla de Semana Santa, de la ma?ana a la noche, que luego costar¨¢ unos 30.000 euros¡±. Un sistema poco rentable, aunque Gonz¨¢lez se muestra muy interesada en organizar cursos de formaci¨®n. Las encajeras de su asociaci¨®n proveen a Ram¨ªrez principalmente de piezas peque?as.
La clave, asegura Hubert Barr¨¨re, es trabajar con mercados grandes. ¡°Los clientes de zonas llamadas emergentes, como Rusia o Latinoam¨¦rica, vienen a Europa a comprar un valor a?adido¡±. Admite que la competici¨®n internacional es complicada. ¡°La artesan¨ªa tiene un trabajo excepcional detr¨¢s y debemos educar al p¨²blico¡±. Pero no se muestra excesivamente preocupado. ¡°Antes ten¨ªamos muchos aprendices que hac¨ªan este trabajo como hubieran hecho cualquier otro. Hoy hay muy pocos j¨®venes, pero son verdaderamente apasionados. Este oficio se ha convertido en una elecci¨®n, y eso tambi¨¦n es formidable¡±. Los contratos de aprendizaje en los talleres son esenciales para la formaci¨®n de las propias costureras, destaca una portavoz de Dior.
La supervivencia de las artesan¨ªas tradicionales depende adem¨¢s de la innovaci¨®n. En la colecci¨®n de primavera-verano 2015, Delpozo, firma particularmente interesada en el bordado, utiliz¨® conchas naturales del Pac¨ªfico. En otras ocasiones ha utilizado crinolina, PVC o piel. Chanel, en su desfile de la misma temporada, incorpor¨® ¡°placas l¨ªquidas que, al secarse y cortarlas, parecen hojitas de l¨¢tex¡±, detalla Barr¨¨re. ¡°Lo m¨¢s importante es mantener la curiosidad¡±, remata el creativo.
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