El gen Rajoy
La explicaci¨®n de la existencia se est¨¢ neurocientificando. Suena mal, pero es que no existe el verbo y me las he tenido que apa?ar como he podido. Neurocientificando. Se dir¨ªa que es un gerundio propio de los tiempos de Mary Poppins pero, muy al contrario, es un verbo que define la tendencia presente. A todo se le busca una explicaci¨®n neurol¨®gica, gen¨¦tica, cient¨ªfica en suma. Parece que no existe m¨¢s que la mezcla qu¨ªmica que nos toc¨® en suerte modelada en un rid¨ªculo porcentaje por el peso de la experiencia. A m¨ª esta idea me abruma. Me acogota ser prisionera de mis propios genes. Aparec¨ªa esta semana en The New York Times un estudio reciente que explica c¨®mo la ansiedad es patrimonio de los que no tienen el feel-good gene, un gen maravilloso (del que, evidentemente, carezco) que te protege contra ella y que te concede una armon¨ªa vital parecida a la que se siente cuando se fuma marihuana, pero sin las consecuencias indeseables que el uso continuado de la marihuana puede ocasionar. Eso ha sido esta semana, pero no hace tantas aparec¨ªa otra pieza sobre la propensi¨®n innata al fanatismo (gracias a Dios, tambi¨¦n carezco de este gen) que explicar¨ªa tantas devociones ideol¨®gicas o religiosas. Y as¨ª todo. No me extra?a que los psicoanalistas est¨¦n que trinan. Yo me solidarizo, por cuanto me parece un aburrimiento ser en el ¨²ltimo d¨ªa de tu vida lo que llevabas escrito en el cerebro desde el primero. Para qu¨¦ entonces este valle de l¨¢grimas.
?Cu¨¢l es el mecanismo mental por el que un jefe nombra aspirante a un cargo importante a su peor enemiga?
?No s¨¦ si los espa?oles llevamos grabado a fuego un gen que nos hace vehementes. A veces se dir¨ªa que s¨ª porque en una discusi¨®n echamos chispas desde el minuto uno, casi sin saber de qu¨¦ trata tal pol¨¦mica. En mi relaci¨®n con Espa?a yo me considero ciclot¨ªmica. Una semana me suben los ¨ªndices de vehemencia de tal manera que se me hinchan las venas del cuello, y a la siguiente, como si mi cuerpo produjera unos anticuerpos que lucharan contra la natural indignaci¨®n, entro en un estado mercuriano, en el que sin llegar a que todo me resbale, adopto el papel de mera observadora; imagino que para rebajar el ritmo de estr¨¦s que me produce la actualidad pol¨ªtica. Eso explica en parte, ahora que lo pienso, la doble personalidad de estos art¨ªculos domingueros: unos, te?idos de humor; los otros, de desesperanza. Eso explica tambi¨¦n que mientras una semana encuentro que habitar en Madrid es inspirador, a la siguiente pienso que dan ganas de hacer las maletas y largarse. Imagino que la parroquia que me lee tiene paciencia conmigo, y es que en Espa?a es obligado para la pura supervivencia poseer el gen de la ciclotimia a fin de que no nos explote el cerebro por tanta vehemencia.
A punto estuvo de explotarme (el cerebro) la semana pasada cuando el presidente del Gobierno de mi pa¨ªs, contra todo pron¨®stico, anunci¨® la pareja de ases que presenta su partido a las elecciones municipales y auton¨®micas de los Madriles. A esto le llamo yo una bomba informativa. O bombas en racimo. El gen que empuja a Rajoy a tomar estas decisiones merecer¨ªa un art¨ªculo en la revista Science. ?Cu¨¢l es el mecanismo mental por el que un jefe nombra aspirante a uno de los cargos m¨¢s importantes de su empresa a su peor enemiga? Al parecer, seg¨²n Carlos E. Cu¨¦ (periodista que al estar tanto tiempo observando de cerca a los habitantes de G¨¦nova podr¨ªa escribir un tratado sobre su complejo comportamiento con el mismo rigor que Jane Goodall hiciera con los gorilas), Rajoy la ha nombrado candidata a la alcald¨ªa de Madrid para quit¨¢rsela de en medio de una pu?etera vez. Porque caben s¨®lo dos posibilidades: que gane, con lo cual el PP seguir¨ªa conservando Madrid, o que pierda, y as¨ª quede (casi) del todo anulada la presencia de tan molesta camarada. Dado el retorcimiento del asunto, sospecho que lo que espera y desea verdaderamente el presidente de mi pa¨ªs es que su candidata pierda, pero lo m¨¢s triste es que no esperar¨ªa que perdiese por su abrumadora cercan¨ªa con los casos de corrupci¨®n de la Comunidad de Madrid, ni por el tufo que despiden los que han sido sus m¨¢s estrechos colaboradores, ni siquiera por ese comportamiento siempre desafiante que tanto admira su selecto club de fans, no, Rajoy se la querr¨ªa quitar de encima por ser su mosca cojonera, una mujer que siempre se ha presentado a s¨ª misma como lo que podr¨ªa haber sido el Partido Popular de haberla tenido a ella como presidenta del Gobierno.
Lo que Madrid te da como fuente de inspiraci¨®n, te lo quita con las marruller¨ªas de quien la gobierna
Ya pueden darse abrazos en los m¨ªtines que vendr¨¢n, ya puede levantar Mariano el brazo de su Esperanza en se?al de victoria, ya pueden entrelazarse en arrumacos y dedicarse sonrisillas c¨®mplices, que no. No ser¨¦ yo quien me crea esa escenificaci¨®n despu¨¦s de tantos cap¨ªtulos de desencuentro que han protagonizado y de los que hemos sido testigos. ?Qu¨¦ es esto? Una falta permanente de respeto, una demostraci¨®n de que no existe ninguna traza de regeneraci¨®n. Al contrario, como respuesta a la desafecci¨®n ciudadana, existe un inaudito enrocamiento en lo que han sido, son y ser¨¢n. Una actitud desafiante.
C¨®mo no ser ciclot¨ªmico con este panorama. Lo que Madrid te da como fuente de inspiraci¨®n, como ciudad vitalista, te lo quita a diario, con las marruller¨ªas de quien la gobierna. Y as¨ª vivo, entre la indignaci¨®n y el deseo de verlo todo con cierta distancia. Un l¨ªo.
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