M¨¢laga, nueva milla del arte
El 28 de marzo abrir¨¢ en M¨¢laga la primera sede del Centro Pompidou fuera de Francia. Tres d¨ªas antes se inaugura una filial del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo. Se unen al Museo Picasso y el Centro de Arte Contempor¨¢neo en una ciudad que construye su identidad art¨ªstica, y donde late un efervescente movimiento ¡®underground

Una nube de polvo blanco en suspensi¨®n recibe al p¨®quer de visitantes que esta ma?ana se acercan a ver c¨®mo van las obras del nuevo Pompidou. Media febrero, las nubes se empe?an en hurtar a M¨¢laga su luz y las m¨¢quinas que cortan metal chirr¨ªan, ahogando los ecos de ese suave chill out que suena por la megafon¨ªa del puerto. La primera sede extranjera del prestigioso Centro Pompidou, ubicada en el muelle uno, junto al punto en el que descansan los ferris que viajan a Benalm¨¢dena, est¨¢ rodeada de tiendas, de modernos cub¨ªculos que acogen puestos de helados, de boller¨ªa, de alquiler de bicicletas. Estamos en la parte baja del flamante Cubo, icono de una urbe que intenta construir su identidad cultural y tur¨ªstica en torno a una decidida apuesta por los museos.
El alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, ayuda a la directora del Museo Carmen Thyssen, Lourdes Moreno, a ajustarse el casco de obra; la visita ha surgido de forma fortuita, improvisada. Los directores de los principales museos de la ciudad acaban de posar con el alcalde junto al Cubo ¨Cdesarrollado por el estudio de arquitectura L35¨C para una de las fotos que ilustran este reportaje. Es la primera vez que todos coinciden para una instant¨¢nea. ¡°Esto tiene un punto de expectaci¨®n tipo Bienvenido, Mister Marshall¡±, dice en tono de broma Jos¨¦ Lebrero, director del Museo Picasso, en alusi¨®n a la llegada de filiales de grandes museos extranjeros a la ciudad andaluza.
M¨¢laga se ha implicado en un proyecto ambicioso. Se ha transformado en los ¨²ltimos a?os, lucha por convertirse en polo tur¨ªstico, y para ello se convierte en laboratorio de experimentaci¨®n de los museos franquicia. Grandes marcas desembarcan: Pompidou, San Petersburgo; grandes firmas aterrizaron: Thyssen. Buena parte de su oferta muse¨ªstica se concentra en una milla cuadrada que mira al mar y que ba?a sus pies aqu¨ª, en el puerto; una milla en la que tambi¨¦n late una efervescente escena alternativa.
Los directores de los museos, convenientemente ataviados con su casco blanco y su chaleco amarillo reflectante, se adentran en la nube de polvo. Paredes blancas, techos met¨¢licos, enormes ventanales. Muros de hormig¨®n trasl¨²cido, material de ¨²ltima generaci¨®n; butacas que se ocultan y apilan bajo el suelo; acabados de madera de bamb¨² en el pavimento. En este espacio recalar¨¢ pronto un cotizado autorretrato de la pintora mexicana Frida Kahlo, El marco (1938); junto a obras de Chagall, de Bacon, de L¨¦ger, de Picasso.

Visto desde el Oeste, el nuevo Pompidou se asemeja a un barco cuya proa fueran esas tarjetas perforadas que sol¨ªan servir de llave en las habitaciones de hotel. Est¨¢ ubicado en el extremo oriental de esta suerte de milla del arte de M¨¢laga, ciudad de 600.000 habitantes al sur de Espa?a. En una superficie de forma rectangular de apenas 1,6 kil¨®metros cuadrados se agrupan el Centro Pompidou, la Casa Natal de Picasso (a 10 minutos andando desde el Cubo, 0,7 kil¨®metros), el Museo Carmen ?Thyssen y, en la esquina m¨¢s occidental de esta ¨¢rea, el Centro de Arte Contempor¨¢neo (CAC) de M¨¢laga, junto al r¨ªo. En el centro de la milla, el Museo Picasso, con 11 a?os de trayectoria a sus espaldas construyendo un p¨²blico para el arte. Y cerca, a medio camino entre el Picasso y el Pompidou, en el imponente Palacio de la Aduana, se ubicar¨¢ a finales del a?o, si no hay m¨¢s retrasos, el Museo de M¨¢laga, depositario de las piezas del antiguo Museo de Bellas Artes y del Arqueol¨®gico.
El Pompidou promete una inmersi¨®n en el arte moderno y contempor¨¢neo construida en torno a un concepto: el cuerpo humano. Autorretratos, el hombre sin rostro, la metamorfosis, el cuerpo pol¨ªtico y el cuerpo en pedazos ser¨¢n las cinco ¨¢reas tem¨¢ticas que vertebren su recorrido. ¡°El arte de los siglo XX y XXI no se mueve por regiones, sino por regiones de tipo conceptual¡±, asevera en la Casa Natal de Picasso Jos¨¦ Mar¨ªa Luna, de 51 a?os, hombre cultivado y de humor muy andaluz, director gerente de una agencia de la que depender¨¢n tres museos bajo tutela municipal: Casa Natal, Museo Ruso y Pompidou.
Las ra¨ªces de toda esta apuesta por vertebrar un proyecto muse¨ªstico, por dotar de una identidad en torno al arte a esta localidad, son bien profundas y se encuentran en este edificio desde el que habla Luna. Tienen que ver con ese se?or que en las fotos aparec¨ªa no se sabe muy bien si en ba?ador o en calzoncillos, frente a grandes telas. El pintor m¨¢s relevante del siglo XX, a decir de muchos. Naci¨® el 25 de octubre de 1881 en una casa de la plaza de la Merced convertida en museo. La Casa Natal abre hoy sus puertas porque ha llegado un crucero cargado de turistas ¨CM¨¢laga recibi¨® en 2014 a 3,5 millones de visitantes¨C. Buscan a Picasso.
La colecci¨®n del Pompidou, explica Luna, no iba a contar en un primer momento con esos desnudos industriales tubulares de Mujeres en un interior (1922), de Fernand L¨¦ger, o con el colorido y evocador cara a cara de Domingo (1952), de Marc Chagall. ¡°Nos enviaron una primera propuesta¡±, aclara, ¡°y pedimos un esfuerzo en piezas que nos interesaban¡±.

La violaci¨®n (1945), de Ren¨¦ Magritte, retrato de una mujer rubia cuyos rasgos son un cuerpo femenino; el Autorretrato que en 1971 firm¨® Francis Bacon, o la estilizada Mujer desnuda de pie (1945), de Giacometti, son algunas de las gemas de la colecci¨®n permanente, que contar¨¢ con cerca de 90 obras procedentes de Par¨ªs. El Pompidou recala de modo provisional, por cinco a?os. El precio por la cesi¨®n de la marca y de las obras le costar¨¢ al Ayuntamiento un mill¨®n de euros al a?o. Se inaugura el pr¨®ximo 28 de marzo. El Ayuntamiento estima un impacto directo en la econom¨ªa local de m¨¢s de cuatro millones de euros al a?o.
¡°Nadie de mi promoci¨®n pod¨ªa so?ar que llegar¨ªamos a tener algo como esto en la ciudad¡±, asegura Luna, que estudi¨® Filolog¨ªa y Bellas Artes en la Facultad que se encuentra a apenas 50 metros del Museo Picasso, en el centro de la milla. Luna desecha las cr¨ªticas que apuntan a una apuesta con fecha de caducidad basada en grandes marcas. ¡°Mejor que se haga espect¨¢culo de la cultura a que se haga de la violencia, ?no? Algo quedar¨¢¡±.
La apuesta por construir en M¨¢laga una atractiva oferta muse¨ªstica corresponde al alcalde, Francisco de la Torre. Lo dice Luna, lo sostienen los expertos y lo refrenda Fernando Franc¨¦s, director del CAC, ubicado en el extremo occidental de la milla, junto al r¨ªo.
Skaters y ciclistas se deslizan por el cemento que rodea a este edificio racionalista, austero, construido en los a?os cuarenta y que fue mercado para mayoristas. Al fondo, en direcci¨®n al mar, se erigen dos enormes grafitis de m¨¢s de 40 metros de altura creados en 2003, en el marco de una operaci¨®n para relanzar el antiguo Ensanche de Heredia ¨Crebautiz¨¢ndolo como el Soho de M¨¢laga¨C. El de la izquierda, firmado por el grafitero brit¨¢nico D¡¯Face, es una suerte de primer plano de una vi?eta de c¨®mic con la cara de un piloto de avi¨®n en apuros. En el de la derecha, el afamado grafitero norteamericano Obey dej¨® plasmada la imagen de una mujer que entrelaza sus manos con un mensaje: ¡°Paz y libertad¡±.
Buena parte de la oferta muse¨ªstica de M¨¢laga se concentra en apenas 1,6 kil¨®metros cuadrados, una milla que ba?a sus pies en el puerto
Fernando Franc¨¦s recorre el interior de este museo que ha conseguido atraer a algunos de los artistas con m¨¢s tir¨®n de los ¨²ltimos tiempos. Desenfunda su m¨®vil y ense?a las fotos de las colas ¨Cm¨¢s de 2.200 personas a las seis de la tarde¨C que se formaron el 23 de mayo del a?o pasado en la inauguraci¨®n de la muestra de Marina Abramovic. La creadora serbia acababa de fre¨ªr las redes con su colaboraci¨®n con Lady Gaga; todo cuenta.
Franc¨¦s, de 54 a?os, relata que cen¨® en casa de Abramovic por primera vez en 2003 para pedirle que realizara una exposici¨®n en M¨¢laga. Aquello no cuaj¨®. Acudi¨® al estreno mundial de la ¨®pera Vida y muerte de Marina Abramovic en Manchester, en 2011, y desayun¨® con ella para cerrar un acuerdo, pero el proyecto de realizar unas esculturas invisibles tambi¨¦n se frustr¨®. Su tenacidad obtuvo premio, al fin, en mayo del a?o pasado.
Las salas del CAC han visto pasar la mayor exposici¨®n de la controvertida artista brit¨¢nica Tracey Emin, defiende Franc¨¦s; la primera exposici¨®n en Espa?a del cotizado Gerhard ?Richter, en enero de 2004. La primera individual de Luc Tuymans, la primera de Neo Rauch. ¡°En M¨¢laga, el p¨²blico para el arte contempor¨¢neo casi se ha multiplicado por cinco en 12 a?os¡±, dice el director del CAC en su despacho, frente a un ordenador en el que ha colocado una pegatina del grafitero Obey. Considera que el laboratorio de ideas de modernidad que incorporar¨¢ el Pompidou, que pretende ser algo m¨¢s que un museo, abre grandes oportunidades. ¡°Hay que pensar en lo que influir¨¢ eso en la ciudad, aunque al final est¨¦ aqu¨ª solo cinco a?os. Un mill¨®n de euros, teniendo en cuenta lo que puede aportar, y no hablo del turismo, es barat¨ªsimo. Sobre todo si se compara con lo que cuesta, por ejemplo, un futbolista¡±.
Franc¨¦s dice que el indicador de I+D+i cultural sit¨²a hoy d¨ªa a M¨¢laga como la cuarta ciudad de Espa?a. ¡°Pero nuestra ambici¨®n nos va a hacer comernos a Bilbao en breve¡±.

La rehabilitaci¨®n del edificio del CAC, para ceder posteriormente su explotaci¨®n a una empresa privada, fue una de las primeras apuestas del alcalde. Justo en las fechas en que se inauguraba este centro, en febrero de 2003, se produc¨ªan los primeros acercamientos a la familia Picasso por parte del Ayuntamiento, que de alg¨²n modo buscaba a?adir su granito de arena a la colecci¨®n del Museo Picasso, configurada a partir de los fondos de Christine y Bernard Ruiz-Picasso, que desembarc¨® en el mes de octubre de ese a?o.
Carmen Gim¨¦nez, que fue directora del Museo Picasso, y el exdirector del Prado y cr¨ªtico de arte Francisco Calvo Serraller guiaron a De la Torre en este camino y le pusieron sobre la pista de unos cuadernos de dibujos que el genio malague?o utiliz¨® a principios del siglo pasado para preparar una de sus obras m¨¢s significativas, Las se?oritas de Avi?¨®n (1907).
De la Torre recorre la planta baja de la Casa Natal de Picasso. Se detiene frente a uno de esos bocetos. ¡°Pero aqu¨ª no veo todas las piezas¡±, dice con ese hablar r¨¢pido que tiene. Adquirir por 2,7 millones de euros el ¨¢lbum n¨²mero 7 para Las se?oritas de Avi?¨®n en 2006, cuando se cumpl¨ªa el 125? aniversario del nacimiento del pintor, fue un modo de empezar a construir un proyecto amarrado al m¨¢s universal de los malague?os. ¡°No tenemos la Alhambra, ni la Mezquita; tenemos un centro hist¨®rico, pero no puedo fabricarme un patrimonio hist¨®rico¡±, explica De la Torre, de 72 a?os, alcalde del Partido Popular.
El ¨¦xito del Guggenheim de Bilbao result¨® inspirador. Los grandes museos del mundo empezaban a descentralizarse. Pero hab¨ªa que buscar operaciones que no fueran onerosas. El 7 de febrero de 2008, en un partido de f¨²tbol de la selecci¨®n espa?ola contra Francia en el malague?o estadio de La Rosaleda, De la Torre le espeta al embajador franc¨¦s, Bruno Delaye: ¡°?Est¨¢s en una ciudad que aspira a ser sede del Louvre o del Pompidou!¡±.
Las ra¨ªces de todo este proyecto tienen que ver con un se?or que en las fotos sal¨ªa no se sabe bien si en ba?ador o calzoncillos: Pablo Picasso
La operaci¨®n se concret¨® cinco a?os m¨¢s tarde, el 26 de abril de 2013, en el hotel Ra?disson Blu de Madrid. Acord¨® con el presidente del Pompidou, Alain Seban, que las obras recalar¨¢n por espacio de cinco a?os. En total, generar¨¢ cuatro millones anuales de euros en gastos al Ayuntamiento. El sobrecoste final de las obras se increment¨® en un 48%. El alcalde se defiende: dice que ese dinero extra fue para llevar a cabo m¨¢s cosas, como el proyecto museogr¨¢fico. ¡°No recuerdo una operaci¨®n cultural de semejante ambici¨®n con un coste tan reducido¡±, a?ade.
De la Torre apunt¨® al Louvre y consigui¨® el Pompidou. Apunt¨® al Hermitage y se acab¨® trayendo el Museo Estatal Ruso, que se inaugura el pr¨®ximo mi¨¦rcoles 25. Por el camino se fragu¨® el desembarco de otra marca: el Museo Carmen Thyssen.
¡°El alcalde tiene una gran capacidad de seducci¨®n cultural¡±, asevera Lourdes Moreno, directora de este museo que acoge la colecci¨®n de arte espa?ol del siglo XIX y principios del XX de la baronesa, mientras pasa junto a Corrida de toros en ?ibar, obra de Zuloaga. Las 250 piezas cedidas de forma gratuita por un periodo de 15 a?os se exhiben en el palacio de Villal¨®n, edificio del siglo XVI situado en la esquina noroccidental de la milla del arte, cerca de la plaza de la Constituci¨®n.
Ascendiendo por la bulliciosa calle de Granada, a mitad de camino entre el Thyssen y el Museo Picasso, aut¨¦ntico coraz¨®n de la milla, se llega a uno de esos espacios alternativos del arte que laten en esta ciudad. Es La Casa Amarilla, el lugar en el que trabaja el colectivo El Nombre Es Lo De Menos, uno de los que despuntaron en la reciente feria de arte emergente Art & Breakfast. Su instalaci¨®n The Cool Room, una habitaci¨®n con fotograf¨ªas que colgaban del techo atrapadas en bloques de hielo que se iban fundiendo poco a poco, caus¨® impacto.
David Burbano, alma mater de esta casa-taller, abre la puerta de este apartamento que funciona como espacio expositivo, vivienda (con capacidad para dos artistas) y taller (con hueco para siete). ¡°M¨¢laga est¨¢ ahora en auge¡±, dice encaramado al sof¨¢, ¡°est¨¢ viviendo una explosi¨®n brutal¡±. La ausencia durante a?os de espacios expositivos para el arte emergente en esta ciudad ha hecho que los artistas conviertan su casa en vivienda-taller-galer¨ªa. ¡°La llegada de los grandes museos es un acierto, posiciona a M¨¢laga en una liga cultural internacional muy potente¡±, manifiesta Burbano. ¡°Pero que no se nos olvide que hay un tejido cultural local que hay que cuidar, los artistas que se iban de M¨¢laga est¨¢n volviendo¡±.
El Pompidou recala en M¨¢laga por cinco a?os. La cesi¨®n de la marca y de las obras costar¨¢ al Ayuntamiento un mill¨®n de euros anuales
Esta eclosi¨®n no se ci?e, ni mucho menos, a los l¨ªmites de la milla. Uno de los viveros de j¨®venes artistas se sit¨²a camino de Torremolinos. Es La T¨¦rmica, centro de creaci¨®n y producci¨®n cultural, ubicado en un antiguo orfanato, en el que se programan exposiciones y se acoge a artistas, por espacio de cuatro meses, para que desarrollen un proyecto personal y otro para el centro. ¡°Hace cinco a?os las instituciones no hac¨ªan caso¡±, cuenta Emmanuel Lafont, dibujante argentino de 34 a?os, uno de los residentes. ¡°M¨¢laga siempre andaba a la sombra de Sevilla y Granada. La gente con inquietudes empez¨® a abrir peque?os espacios, hubo que afinar el ingenio¡±.
No muy lejos de este luminoso centro con vistas a la playa, tambi¨¦n en M¨¢laga Oeste, tendr¨¢ su sede el Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, cerca del paseo mar¨ªtimo de Huelin. Ubicado en la antigua sede de un proyecto frustrado, el del Museo de las Gemas, albergar¨¢ en su colecci¨®n 100 obras procedentes del museo madre ¨Ccuenta con m¨¢s de 400.000 referencias¨C que se renovar¨¢n anualmente. Exhibir¨¢ piezas de arte ruso del periodo que va del siglo XV al XX. El espejo (1915), de Marc Chagall, o La boda de Nicol¨¢s y Alejandra, de Ilya Repin, reposar¨¢n en sus blancas paredes.
¡°Los grandes museos ayudan a esta efervescencia cultural¡±, asegura Javier Hirschfeld, fot¨®grafo cuya casa-taller-galer¨ªa se encuentra en el coraz¨®n de la milla, a espaldas del Museo Picasso. La transformaci¨®n de las viviendas en galer¨ªas ha convertido a los artistas en gestores culturales, en promotores de exposiciones. Casa Sostoa, Espacio Cienfuegos, Villa Puchero. Han proliferado este tipo de espacios.
Hirschfeld es parte del colectivo Los Interventores, que en 2012 puso en marcha en La Casa Invisible, centro ocupado que ha sido un pulm¨®n cultural para la escena emergente, M¨¢s grotesco, sonada muestra que reuni¨® a m¨¢s de 50 artistas y colectivos. Se trataba de una exposici¨®n derivada de una realizada por el Museo Picasso, Factor grotesco, comisariada por su director, Jos¨¦ Lebrero. ¡°El Museo Picasso ha sido un gran reactivador de la ciudad¡±, sostiene Hirschfeld, ¡°supuso un giro de 180 grados. Trajo turismo y actividad al centro¡±.

En una sala de reuniones del museo que acogi¨® en 2003 la colecci¨®n de Christine y Bernard Ruiz-Picasso, bajo la mirada severa del genio malague?o, que la domina desde un p¨®ster de la exposici¨®n fotogr¨¢fica Picasso visto por Otero, Lebrero dice que todav¨ªa hay mucho trabajo cultural por delante en esta ciudad. ¡°Hay mucho por hacer en cuanto a asociacionismo cultural, teatros, librer¨ªas, cines¡±. Defiende que estos espacios, hoy, deben dejar de ser mausoleos, aparcamientos del arte, para desbordar su condici¨®n y ser museos de civilizaci¨®n. Y reivindica el papel ?desempe?ado por el Museo Picasso en M¨¢laga. ¡°Esta ciudad no ten¨ªa una identidad y Picasso se la dio. Picasso fue la llave¡±.
Aunque desde otras latitudes culturales del pa¨ªs la eclosi¨®n malague?a encuentre sus cr¨ªticas, y la apuesta por los museos-franquicia que no dejan un devengo patrimonial se observe con escepticismo, Carmen Gim¨¦nez, que realiz¨® la primera gran exposici¨®n sobre Picasso en 1992, tendi¨® el puente con la familia del pintor para que la colecci¨®n recalara en M¨¢laga y facilit¨® el desembarco del Guggenheim en Bilbao, dice que el mundo del arte, m¨¢s all¨¢ de las fronteras de Espa?a, est¨¢ hablando de este lugar. ¡°Que venga el Pompidou es algo que hay que valorar positivamente. Todo lo que sea cultura de alto nivel es lo que cambiar¨¢ el pa¨ªs¡±.
Ese cubo trasl¨²cido, compuesto de vidrio y metal, que llega con esa estela que da su apellido franc¨¦s, ha colocado a M¨¢laga en estado efervescente. De d¨ªa ser¨¢ una gigantesca vitrina, escaparate de arte. Se transformar¨¢ en linterna portuaria al caer la noche.
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
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