El racionamiento m¨¢s ¡®chic¡¯ de la Segunda Guerra Mundial
El Imperial War Museum de Londres muestra el auge de la moda y la creaci¨®n de tendencias durante el conflicto
Londres estaba lista para la nueva temporada de tendencias con cinturas de avispa. As¨ª lo proclamaba la edici¨®n brit¨¢nica de Vogue de noviembre de 1939, antes de a?adir que, sin embargo, ¡°en un brillante salto mortal acrob¨¢tico¡±, hab¨ªa llegado el momento de poner otras ideas en marcha en el ¨¢mbito de la moda: ¡°Hay un chic inmenso en la contenida elegancia de la moda de noche. Hay un encanto inmenso en el astuto sentido com¨²n de la ropa de d¨ªa...¡±.
Dos d¨ªas despu¨¦s de que Alemania invadiera Polonia el 1 de septiembre de 1939, arranc¨® oficialmente la Segunda Guerra Mundial y las tendencias de aquella temporada dejaron paso a las apremiantes necesidades b¨¦licas. La ropa no qued¨® fuera de los esfuerzos del frente civil. La exposici¨®n Fashion on the Ration (Moda bajo racionamiento), en el Imperial War Museum de Londres hasta el 31 de agosto, reconstruye a trav¨¦s de la vestimenta las vicisitudes y el fuerte esp¨ªritu de resistencia de los brit¨¢nicos.
El pragmatismo y austeridad se impusieron: la ropa deb¨ªa servir tanto para el d¨ªa como para la noche, y deb¨ªa poder usarse a lo largo de varias estaciones. Aquel cambio forzado es una de las tendencias que cobr¨® fuerza en las siguientes d¨¦cadas y que hoy se perpet¨²a en las tiendas. Tambi¨¦n se impuso un modo m¨¢s relajado de vestir, y durante aquellos a?os de estrecheces, importantes dise?adores fueron invitados por el Gobierno brit¨¢nico a producir en masa y a precios asequibles, reduciendo costes. Aquel pr¨ºt-¨¤-porter b¨¦lico es un antecedente de estrategias que hoy causan furor, con grandes almacenes ali¨¢ndose con famosos creadores para hacer colecciones al alcance de todos.
Hubo m¨¢s novedades. Por ejemplo, el llamado siren suit (traje de sirena) que populariz¨® el mono, una prenda cuyo uso hasta entonces estaba restringido a las f¨¢bricas. El traje de sirena ten¨ªa una imbatible utilidad: era un modelo que uno pod¨ªa ponerse r¨¢pidamente, encima del pijama incluso, en caso de tener que salir corriendo a un refugio antia¨¦reo. Las hombreras y cinturones aportaban el toque sofisticado al modelo de una pieza, que el propio Churchill luc¨ªa, en su caso, hecho a medida. Turbantes, y glamour bands (diademas) tambi¨¦n experimentaron un auge ante la llegada masiva de mujeres a las f¨¢bricas y la necesidad de evitar accidentes.
Los fabricantes identificaron las nuevas necesidades y el margen de oportunidad: las m¨¢scaras antigas fueron incoporadas a bolsos de se?ora, con ingeniosos dise?os. Y ante los constantes apagones que trataban de despistar a los aviones alemanes se impusieron los accesorios fluorescentes. La f¨¢brica de telas Jacqmar dise?¨® fulares con mensajes patri¨®ticos para alentar a las tropas.
Pero sin duda uno de los cambios m¨¢s notables que se produjo durante la guerra fue el aumento de gente uniformada. Cerca de un cuarto de la poblaci¨®n ten¨ªa derecho a llevar alg¨²n uniforme, la demanda de tela y de manufactura aument¨® exponencialmente, y el esfuerzo de la guerra demandaba que todas las energ¨ªas estuvieran concentradas. La soluci¨®n fue un sistema de racionamiento de ropa que dur¨® desde junio de 1941 hasta 1949. Cada adulto recib¨ªa un n¨²mero de cupones que deb¨ªa entregar, junto con el importe de la prenda: 11 cupones para un vestido, dos para un par de medias, ocho para una camisa. Los actores de teatro, las nuevas madres y los diplom¨¢ticos recib¨ªan cupones extra. Pero con este sistema la calidad no estaba garantizada, val¨ªa igual n¨²mero de cupones una camisa cara que una barata. La soluci¨®n lleg¨® con la llamada ropa utility fruto de un programa gubernamental que controlaba la calidad y los precios de una serie limitada de prendas. Para evitar que utility acabara siendo estandar, el gobierno invit¨® a los mejores dise?adores brit¨¢nicos del momento a participar. Las normativas oficiales a¨²n fueron m¨¢s all¨¢: se acabaron la doble botonadura y la vuelta en los pantalones en los trajes de caballero. No estaban las cosas como para excesos. Y sin embargo las apariencias siempre importaron, como explican las historiadoras Laura Clouting y Amanda Mason, que han comisariado la muestra del Imperial Museum. Hab¨ªa ¡°una preocupaci¨®n real porque la falta de inter¨¦s en la apariencia fuera un signo de moral baja¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.