Daesh y el cuento de la lechera
Para derrotar al Estado Isl¨¢mico hay que crear estrategias contra las causas que lo alimentan
Si en la pasada d¨¦cada bastaba con decir Al Qaeda (AQ), ahora ocurre lo mismo con Daesh (el tambi¨¦n llamado Estado Isl¨¢mico). Algunos lo identifican como la amenaza principal y ubicua, desde T¨²nez (atacando el Parlamento y el Museo del Bardo) a Libia (especialmente en Derna), Nigeria (con Boko Haram como nueva franquicia local), Yemen (matando a zayd¨ªes en tres mezquitas de San¨¢), Afganist¨¢n y, obviamente, Siria e Irak. Y, sin embargo, ni su nombre agota el listado de amenazas, ni su poder es tan imponente.
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En contra de las apariencias, no asistimos tanto al aumento del yihadismo como a su realineamiento. Si ayer AQ era la m¨¢s atractiva bandera de enganche yihadista, hoy lo es Daesh, en el marco de una disputa por el liderazgo en la que Abubaker al Bagdadi parece aventajar a Ayman al Zawahiri. Visto as¨ª, el cambio de lealtades a favor de Daesh no muestra m¨¢s que una fragmentaci¨®n que lleva a los violentos a preferir una marca que les deslumbra por su mayor impacto medi¨¢tico, la brutalidad de sus acciones... y porque paga mejor que el resto.
Si, m¨¢s en detalle, atendemos a Siria/Irak, donde Daesh concentra su particular ¨®rdago califal, lo primero que hay que concluir es que resulta insostenible. Primero, porque carece de recursos (unos 30.000-50.000 efectivos) para controlar funcionalmente un territorio en el que habitan unos seis millones de personas cr¨ªticas con su dictado, y porque sabe que sus aliados circunstanciales (milicias sun¨ªes enfrentadas a Bagdad) pueden nuevamente volverles la espalda (como ya hicieron hace una d¨¦cada cuando Washington les ofreci¨® armas, dinero y garant¨ªas ¡ªincumplidas¡ª de regreso al poder). Adem¨¢s, en t¨¦rminos militares, porque la coalici¨®n liderada por EE UU ha logrado no ya solo fijar al enemigo, limitando su capacidad de maniobra y haci¨¦ndolo m¨¢s vulnerable (v¨¦ase Kobane), sino tambi¨¦n dificultar su log¨ªstica y financiaci¨®n (destruyendo dep¨®sitos, instalaciones y pozos petrol¨ªferos). Por ¨²ltimo, porque ya empieza a tomar cuerpo la conformaci¨®n de una fuerza terrestre ¡ªb¨¢sicamente integrada por las fuerzas armadas iraqu¨ªes (177.000 efectivos) y otros tantos peshmergas kurdos¡ª, encargada de protagonizar la fase de combates terrestres que debe seguir a la a¨¦rea, iniciada el pasado 8 de agosto. Pocos medios, en suma, para atender a tantos frentes.
Eso no significa que la victoria est¨¦ pr¨®xima para Washington y sus aliados. A estas alturas es elemental entender que el terrorismo nunca ser¨¢ derrotado por v¨ªa militar. Si no se articulan estrategias que vayan contra las causas que lo alimentan (empezando por pol¨ªticas sociales y econ¨®micas que eviten la radicalizaci¨®n), solo se puede lograr, como mucho, desbaratar temporalmente su capacidad asesina (recordemos que Daesh solo es la versi¨®n actual de Al Qaeda en Irak de la pasada d¨¦cada).
A estas alturas es elemental entender que el terrorismo nunca
ser¨¢ vencido por v¨ªa militar
A partir de ah¨ª, y asumiendo que se va a confrontar a Daesh en el campo de batalla usando carne de ca?¨®n local, basta con analizar someramente la situaci¨®n actual para entender que: a) Tikrit, laboratorio para ensayar la futura recuperaci¨®n de Mosul, todav¨ªa no ha ca¨ªdo; b) el protagonismo en la ofensiva de los pasdaran iran¨ªes y las milicias chi¨ªes, al lado de tropas iraqu¨ªes, hace prever problemas futuros para los sun¨ªes, temerosos de verse nuevamente castigados; c) la decisi¨®n de Haider al Abadi de lanzar el ataque sin contar con el apoyo a¨¦reo estadounidense es un indicio de la tensi¨®n creciente en las relaciones Washington-Bagdad (por discrepancias sobre el ritmo de las operaciones terrestres y el papel de Ir¨¢n); d) en Siria no hay aliados locales que puedan asumir la tarea de expulsar a Daesh de sus posiciones actuales (lo que incrementa las opciones del genocida r¨¦gimen sirio de reconvertirse en socio colaborador, mientras se instruye a milicianos kurdos y ¨¢rabes moderados para futuras operaciones); y e) nada garantiza que volver a instruir a soldados iraqu¨ªes y milicias locales vaya a dar mejores resultados esta vez (con el peligro a?adido de mejorar las capacidades de grupos que ma?ana pueden cambiar nuevamente de bando o perseguir sus propios sue?os independentistas).
En definitiva ¡ªcuando se han registrado ya casi 3.000 ataques a¨¦reos (de los que m¨¢s del 90% son estadounidenses) y en Tikrit queda la tarea m¨¢s dif¨ªcil (limpiar la zona urbana)¡ª, resultar¨ªa ilusorio dar a Daesh por liquidado. En este punto parecer¨ªa que la estrategia para desmantelarlo sigue los par¨¢metros del cuento de la lechera, considerando que solo alcanzar¨¢ el objetivo si dan frutos los acuerdos de EE UU con Turqu¨ªa, Arabia Saud¨ª, Jordania y Qatar para instruir en sus territorios a combatientes sirios moderados (5.000 anuales); si Abadi logra contar con un ej¨¦rcito operativo, apoyado por milicias chi¨ªes y sun¨ªes que se ajusten fielmente a sus ¨®rdenes; si Erbil (Kurdist¨¢n) y Bagdad superan sus diferencias y coordinan sus acciones; si quienes financian el yihadismo cesan en su empe?o; si Teher¨¢n se limita a preservar su r¨¦gimen y abandona su vocaci¨®n de liderazgo; si todos comparten que el objetivo es desmantelar a Daesh (y no liquidar a El Asad o aprovechar para declarar la independencia); si¡ Y todo ello, autosugestion¨¢ndose con que Daesh acepte su papel de comparsa, retir¨¢ndose a las primeras de cambio de all¨ª donde su presencia sea cuestionada (Mosul incluido). De ilusiones tambi¨¦n viven algunos.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
S¨ªgueme en @SusoNunez
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