El momento de los peque?os
La desidia de los partidos grandes ha llevado esta situaci¨®n hasta un punto que parece sin retorno
Por lo general, el ciudadano no se acerca a una ventanilla de la administraci¨®n a menos que sea cuesti¨®n de vida o muerte. Jam¨¢s se le ocurrir¨ªa acudir en busca de ayuda. Todos sabemos que en cuanto caes en manos del Estado vas a tener que sufrir indeciblemente para no salir arruinado. Nunca es suficiente con una visita a la ventanilla, siempre hay que volver una o dos veces. Nunca est¨¢n todos los papeles, siempre hay algo mal inscrito, desordenado, equivocado. Es in¨²til acudir a la web oficial: es arcaica, nebulosa, liante, confusa. Por no hablar de los tel¨¦fonos, verdaderos infiernos de la repetici¨®n. Hubo un tiempo en que so?amos que era posible una administraci¨®n m¨¢s eficaz que la de Larra. Todo ha regresado a la vieja incuria.
Otros art¨ªculos del autor
Esta colosal ineficacia produce una irritaci¨®n creciente. Los ¨²ltimos recortes han devuelto la sanidad a los tiempos de Fraga y la pirater¨ªa es la mayor de Europa porque este es un pa¨ªs sin principios. El votante tiene la convicci¨®n de que los grandes partidos s¨®lo estudian o resuelven los problemas de sus amigos y parientes. Y lo que es m¨¢s doloroso, les importa poco el votante al que apelan como pla?ideras. En realidad, s¨®lo trabajan para un grupo muy reducido de ciudadanos. No s¨®lo los poderosos, los ricos, o los bien conectados son la invisible red feudal que sostiene al partido, ¨¦sta, a su vez, produce otra gigantesca red clientelar expansiva. En algunos lugares, como Andaluc¨ªa o Catalu?a, un peque?o grupo caciquil domina la totalidad del territorio mediante el reparto de un dinero que desde luego no es suyo.
La desidia y la avaricia de los partidos han llevado esta situaci¨®n hasta un punto que parece sin retorno. El votante se pregunta, ?pero c¨®mo se va a desmontar esta m¨¢quina de sumisi¨®n si todos los engranajes pertenecen a los partidos que nos someten? ?C¨®mo puede destruirse la Jauja de los aforados cuando hay tantos al borde de la c¨¢rcel? ?C¨®mo vas a suprimir Diputaciones cuando son asilos para pol¨ªticos acabados? Hay casos extremos, como la car¨ªsima red de Consejos Comarcales de Catalu?a que en 2012 cost¨® m¨¢s de seiscientos millones de euros y cuya ¨²nica funci¨®n es mantener los elevados sueldos de pol¨ªticos cesantes o nulos.
Me inclino por la sensatez econ¨®mica de Ciudadanos y la calidad de su l¨ªder
La sensaci¨®n de que la corrupci¨®n de los pol¨ªticos, tan t¨ªpica del periodo franquista, es end¨¦mica y forma parte de una moral aceptada por la clase dirigente conduce a la desesperaci¨®n de los ciudadanos. Son corruptas la casi totalidad de las instituciones en mayor o menor grado. Puede ser, por ejemplo, un rector de la Complutense que para hacerse reelegir no aplica el reglamento a quienes le van a dar de comer. Algo m¨ªnimo, pero tan frecuente que lleva a creer que no queda un solo cargo p¨²blico que no abuse de su poder. Aunque tambi¨¦n es evidente la persuasi¨®n de que las grandes compa?¨ªas de la energ¨ªa o las petroleras o las farmac¨¦uticas mueven a los responsables pol¨ªticos como monigotes. Quiz¨¢s no sea cierto, pero ya es muy dif¨ªcil convencer a los electores de que todo esto, de lo muy peque?o a lo muy grande, son calumnias.
El Gobierno ha dedicado un gran esfuerzo para cumplir con las exigencias europeas y es muy probable que en verdad nos haya sacado del pozo en donde nos meti¨® el presidente m¨¢s insensato que hemos soportado desde Fernando VII. No obedecer a Bruselas ya estamos viendo, gracias a las barbas griegas, a d¨®nde conduce. El esfuerzo de Rajoy es notable y hay que reconocerlo, aunque todo el m¨¦rito es nuestro. Sin embargo, no ha dado un solo paso m¨¢s y es imposible seguir encerrados con un solo juguete. No ha tocado ni un privilegio, ha consentido toda suerte de corruptelas, es incapaz de dar explicaciones de asuntos tan monstruosos como el de B¨¢rcenas y elige a sus portavoces entre c¨®micos de zarzuela.
Con este panorama, al que podr¨ªamos a?adir bastantes m¨¢s desgracias, las cuales, como las anteriores, nadie sabr¨ªa decir si son ciertas o falsas pero cuyo peso en el alma del votante es innegable, ?c¨®mo no van a aparecer partidos que propongan el arrasamiento de todo cuanto hay? De la misma manera que las masas supersticiosas de la revoluci¨®n francesa (o de la bolchevique) creyeron que bastaba con borrar del mapa a la clase enemiga para alcanzar de inmediato la felicidad y la riqueza, as¨ª tambi¨¦n muchos cr¨¦dulos espa?oles creen que eliminando a ¡°la casta¡± se volver¨¢n ricos al instante, o que suprimiendo a ¡°los espa?oles¡± los catalanes se convertir¨¢n en suizos. Lo cierto es que despu¨¦s de cada revoluci¨®n comienza un periodo de espantosas hambrunas y matanzas, de las que acaba emergiendo una nueva clase que se ha apropiado de la riqueza y ha colocado en su sitio a los mismos pobres de siempre.
No estropeemos la Constituci¨®n,
una de las cosas sensatas en este pa¨ªs de hist¨¦ricos
?Quiere esto decir que es mejor el inmovilismo y la resignaci¨®n? En absoluto. Quiere decir que no hay avance verdadero que no tenga un pie firmemente asentado en lo anterior. Y que todo intento de saltar con ambas piernas, a la manera de la rana, conduce a la rotura y el descalabro. El cambio es imprescindible y mucho m¨¢s en la Espa?a arriba descrita. Un cambio que debe recomponer la m¨¢quina misma del Estado. Pero ese cambio hay que hacerlo sin tirar toda la m¨¢quina al desguace mientras llega una nueva que hemos encargado a Venezuela.
Tanto Podemos como los partidos separatistas catalanes, muy similares entre s¨ª, conf¨ªan en que la poblaci¨®n, harta, aburrida, resentida, rompa la baraja y decida que a partir de ahora ya no se juega al mus sino a la ruleta rusa. La baraja, en nuestro caso, es la Constituci¨®n. Mucha gente cree que la Constituci¨®n es como una mu?eca Barbie perfectamente sustituible por una Barriguitas. Olvidan que este bendito pa¨ªs no ha tenido apenas Constituciones y las que ha tenido han durado tres d¨ªas. Si se produjo el milagro de que varios cientos de espa?oles decisivos se pusieran de acuerdo sobre un texto que fue luego asumido con gran alborozo por el pa¨ªs en pleno, vayan ustedes con cuidado y no estropeen una de las pocas cosas que hemos sabido hacer con sensatez en este pa¨ªs de hist¨¦ricos. Todas las Constituciones pueden y deben mejorarse, pero para mejorarlas deben primero existir de modo indudable. Siempre que exista, la Barbie puede luego llevar un fald¨®n o un tanga.
As¨ª pues, ante la cascada de elecciones en la que estamos inmersos, tengo para m¨ª que es imprescindible, en primer lugar y como ha puesto de manifiesto la convocatoria andaluza, negarles a los grandes partidos tanto poder como el que hasta ahora les ha beneficiado. Y en segundo lugar, elegir con todo cuidado cu¨¢les son aquellas formaciones m¨¢s adecuadas para pactar gobiernos de coalici¨®n. Quiero decir que s¨®lo me parece interesante el voto a los partidos peque?os para que alguno de ellos alcance un tama?o que le permita, a la hora de negociar, exigir algunas de las reivindicaciones que he expuesto al principio.
?Podemos, UPyD, Ciudadanos? Cualquiera de los tres. Yo me inclino por la sensatez del equipo econ¨®mico de Ciudadanos y la indudable calidad de su l¨ªder, as¨ª como me parecen nefastos los enga?os y la arrogancia de Podemos, pero no quiero dudar de la cordura de los votantes espa?oles. No pido que gane el mejor, s¨®lo que no gane el peor.
F¨¦lix de Az¨²a es escritor
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.