Recaudaci¨®n y desigualdad
Imponer tributos draconianos es f¨¢cil; lo dif¨ªcil es detallar en qu¨¦ se invertir¨¢n
?En su n¨²mero del 10 de marzo, el diario Expansi¨®n publicaba a doble p¨¢gina un detallado programa tributario elaborado por los t¨¦cnicos del PSOE para el caso de llegar al poder. Me llam¨® poderosamente la atenci¨®n que el ¨¦nfasis se pone en los grav¨¢menes pero nada se dice del empleo de los fondos recaudados, como si el cobrar impuestos fuese un bien en s¨ª mismo y no, como en realidad sucede, un mal necesario para atender a las numerosas carencias y dificultades que es preciso superar para poder vivir en paz y con justicia. Pareciera que los autores del plan suponen que lo que puede atraer al votante son sobre todo los disgustos que se van a llevar los ricos, m¨¢s que las ventajas que recibir¨¢n los necesitados de ayuda.
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Ciertamente, no se trata de una conjetura absurda. Tom¨¢s de Aquino explicaba c¨®mo los bienaventurados disfrutan, adem¨¢s de la visi¨®n beat¨ªfica, del placer a?adido de otra visi¨®n muy distinta: la de los condenados sufriendo en el fuego eterno. No tengo motivos para dudar del profundo conocimiento del alma humana que distingu¨ªa al Aquinate y con el que, en alguna medida, parecen tambi¨¦n estar dotados los economistas del PSOE: desde luego, han decidido jugar la carta del mal ajeno porque la bater¨ªa de impuestos que nos anuncian es impresionante: toda empresa, negocio familiar, empresario o rentista ser¨¢ sistem¨¢ticamente ¡°crujido¡± (en la mejor tradici¨®n del ¡°llanto y crujir de dientes¡± con que nos amenazaban los predicadores de la Iglesia); todo directivo con un buen sueldo, todo patrimonio, aqu¨ª no queda t¨ªtere con cabeza. Los miles de millones de recaudaci¨®n adicional que se van enumerando, futuro registro contable de las l¨¢grimas de todos los opulentos desaprensivos que cre¨ªan poder escapar, son otros tantos motivos de j¨²bilo que se ofrecen al ciudadano que d¨¦ su voto al partido y que, a diferencia de las p¨¢ginas de oferta de sexo, no apelan a un instinto que consideramos propio e inseparable de la naturaleza humana sino a otro mucho m¨¢s siniestro, que ninguno quisi¨¦ramos tener que confesar, oculto en lo m¨¢s hondo del alma: el placer derivado del sufrimiento ajeno.
Ning¨²n partido sensato puede lanzarse a cambiar un modelo impositivo que ha demostrado su eficacia permitiendo al pa¨ªs salir del agujero en que se encontraba desde la crisis
Y as¨ª, nada se dice de los numerosos posibles empleos del dinero recaudado, de los beneficios que reportar¨¢n a la sociedad o al votante. Se da por hecho que a ¨¦ste no le importa lo que va a cobrar de m¨¢s sino lo que el vecino pudiente va a cobrar de menos y, para que no haya dudas, se adelanta un ejemplo que sin duda han pensado que nadie podr¨¢ discutir: Amancio Ortega. ?A ¨¦se s¨ª que le vamos a crujir! Que se vaya preparando y vayan ustedes disfrutando. Halagar los estratos m¨¢s bajos de la concupiscencia del personal puede ser acertado para conseguir votos y adem¨¢s, como todas las demagogias, a primera vista es m¨¢s f¨¢cil.
Pero tiene dos graves inconvenientes: en primer lugar se trata de una promesa que no se puede cumplir y todos sabemos, tambi¨¦n los autores del programa, el castigo que sufren los que incumplen sus compromisos. Ning¨²n partido sensato puede lanzarse a cambiar un modelo impositivo que ha demostrado su eficacia permitiendo al pa¨ªs salir del agujero en que se encontraba desde la crisis.
Los objetivos que enumera el plan del PSOE son precisamente las empresas y los particulares, las iniciativas privadas y los patrimonios que han logrado en un espacio de tiempo incre¨ªblemente corto dar la vuelta a la situaci¨®n econ¨®mica: la deuda de las empresas y las familias ha disminuido en 487.000 millones, cerca de la mitad del PIB espa?ol (la deuda p¨²blica ha aumentado en el mismo periodo), las exportaciones han crecido un 50%, el d¨¦ficit ha disminuido a pesar del desapalancamiento brutal aludido. Mientras, Francia, incapaz de cumplir con las cifras previstas, ha tenido que pedir a Bruselas un aplazamiento, est¨¢ sumida en la recesi¨®n y su presidente alcanza una de las cotas de popularidad m¨¢s bajas de la historia reciente como resultado, entre otras cosas, de un intento de subida de impuestos de similar car¨¢cter que ha provocado el ¨¦xodo de numerosos empresarios y que no ha podido sacar adelante.
Hay que invertir en educaci¨®n, en sanidad, cultura y profesorado
Espa?a, entretanto, crece a un ritmo cercano al 3%, es la protagonista, junto con Irlanda, de la primera perspectiva optimista que, por fin, tenemos en cuanto al futuro econ¨®mico de la UE y eso lo ha logrado, a pesar de los numerosos errores de gesti¨®n de la crisis cometidos por el Gobierno (vale, reconozcamos tambi¨¦n algunos aciertos aislados) gracias al esfuerzo de sus ciudadanos y a la iniciativa de los empresarios, la mayor¨ªa modestos y alguno no tanto como el citado se?or Ortega que, entre otras peque?eces que no es preciso citar, crea puestos de trabajo a raz¨®n de varios miles cada a?o.
Enumerar impuestos draconianos, incluso imponerlos es f¨¢cil. Lo dif¨ªcil es detallar en qu¨¦ se invertir¨¢ el producto de la recaudaci¨®n y, despu¨¦s, gestionar el reparto y llevarlo a buen fin; pero de eso no se habla en el citado reportaje. Porque no es nada sencillo llevar a cabo una pol¨ªtica inteligente que consiga reducir la desigualdad. He aqu¨ª donde se encuentra el verdadero reto de nuestro tiempo en el seno de las sociedades avanzadas y que han alcanzado un nivel suficiente de prosperidad. Hay que invertir mucho dinero en educaci¨®n a los ni?os y a los j¨®venes, en reconversi¨®n laboral, en subvenciones al paro tecnol¨®gico, sanidad, cultura, profesorado.
La lista es larga y est¨¢, pr¨¢cticamente en su totalidad, compuesta de las omisiones de actuaci¨®n de nuestro Gobierno, bajo el cual la desigualdad ha aumentado de manera inaceptable, situando a nuestro pa¨ªs en uno de los peores lugares entre los miembros de la UE y arruinando a una parte considerable de la clase media. Que, en estas condiciones, la empresa privada y los particulares hayan conseguido los resultados que estamos viendo es un aut¨¦ntico milagro. Se tratar¨ªa ahora de intentar, con viento favorable, aprobar esta asignatura pendiente, pero, a la vista de proyectos como el comentado, temo que el pron¨®stico no sea alentador. Esperemos que el tiempo que les queda hasta las elecciones generales lo empleen todos los que pueden alcanzar el poder en preparar mejor sus opciones.
La segunda dificultad es que en nuestro actual mundo globalizado las medidas que se proponen, lejos de alcanzar sus objetivos, solo consiguen que se produzca una deslocalizaci¨®n con traslado de las unidades productivas, personas y entidades, a pa¨ªses de mejor acogida. Y a¨²n queda una tercera: la supuesta gran recaudaci¨®n no es tal. Se trata de una de tantas falacias de los pol¨ªticos que se creen todo lo que les cuentan sus economistas.
Jaime Bot¨ªn es alumno de la Escuela de Filosof¨ªa. Fue presidente de Bankinter entre 1986 y 2002.
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