Entendiendo a Alemania
Berl¨ªn practica el ¡®ordoliberalismo¡¯, que defiende la estabilidad monetaria y la oposici¨®n a las pol¨ªticas activas de recuperaci¨®n de la demanda. La mejor opci¨®n para Espa?a es seguir las reformas prescritas por Merkel
No todos los alemanes creen en Dios¡, pero todos creen en el Bundesbank
Jaques Delors
Al iniciarse la Gran Recesi¨®n, Estados Unidos no dud¨® en incurrir en fuertes d¨¦ficits fiscales. Gast¨® de inmediato un 7% de su PIB en el saneamiento de su sistema bancario, y llev¨® los tipos de inter¨¦s pr¨¢cticamente a cero. La Reserva Federal pidi¨® al Gobierno que para consolidar la recuperaci¨®n redujera el d¨¦ficit lentamente y se comprometi¨® a apoyar la pol¨ªtica fiscal expansiva a trav¨¦s de la compra de deuda p¨²blica. Hace ya seis a?os que Estados Unidos ha recuperado la senda del crecimiento, su producci¨®n y empleo superan los niveles anteriores a la crisis, y el d¨¦ficit representa ya menos del 3% del PIB.
Otros art¨ªculos del autor
?Por qu¨¦ no ha practicado Europa este tipo de pol¨ªtica econ¨®mica? ?Qu¨¦ ocurri¨® tras la conferencia de Londres en 2009 donde ingleses y americanos trataron de convencer al resto de pa¨ªses sobre la necesidad de practicar pol¨ªticas expansivas?
El camino europeo. El camino seguido por Europa ha sido el marcado por Alemania, un pa¨ªs donde pr¨¢cticamente no existen economistas keynesianos, y cuyo sustento intelectual desde la posguerra es el ordoliberalismo. Esta doctrina, desarrollada por un grupo de acad¨¦micos opuestos al nazismo, constituye el fundamento de su econom¨ªa social de mercado. Son los padres intelectuales de la reforma monetaria alemana de 1948 y de la ley de creaci¨®n del Bundesbank en 1957. El ordoliberalismo defiende el papel activo del Estado en la econom¨ªa promoviendo la competencia y la estabilidad monetaria y comparten con Hayek, y con los economistas de la escuela austriaca, su oposici¨®n a las pol¨ªticas activas de estabilizaci¨®n de la demanda y el carecer de un esquema articulado para combatir recesiones y depresiones. Las pol¨ªticas fiscal y monetaria no impulsan el crecimiento, sino que este depende de la asignaci¨®n eficaz de los recursos econ¨®micos, por tanto de la oferta y no de la expansi¨®n ex¨®gena de la demanda.
La falta de disciplina en la inversi¨®n ha conducido a un exceso de capital improductivo
Con estas premisas, antes de que la econom¨ªa alcanzara una velocidad de escape, se impusieron en Europa pol¨ªticas de contracci¨®n fiscal y monetaria que hicieron que las econom¨ªas del euro recayeran en la recesi¨®n. La obsesi¨®n por el riesgo inflacionista y la necesidad de practicar pol¨ªticas de austeridad convirtieron la deflaci¨®n no ya en un peligro, sino incluso en la f¨®rmula recomendada para que los pa¨ªses perif¨¦ricos recuperaran su competitividad.
El enfoque alem¨¢n y las reformas estructurales. Ahora bien, ?c¨®mo justifica Alemania su posici¨®n a favor de una austeridad generalizada, de super¨¢vits fiscales en ¨¦pocas de recesi¨®n y de oposici¨®n a las pol¨ªticas monetarias no convencionales?
Para Alemania el origen de la actual crisis estar¨ªa no solo en un exceso de endeudamiento para financiar gasto en consumo sino, sobre todo, para acometer inversiones ineficientes y, por tanto, incapaces de pagar esa deuda. El caso espa?ol es suficientemente ilustrativo de c¨®mo una notable falta de disciplina en los procesos de inversi¨®n ¡ªsolo en el campo energ¨¦tico y en el de las infraestructuras hay una buena cosecha de disparates¡ª ha conducido a que tengamos un exceso de capital improductivo y, simult¨¢neamente, una escasez del tipo de capital necesario para emplear la oferta existente de mano de obra.
Para Alemania, por tanto, la recuperaci¨®n econ¨®mica solo puede venir por reformas estructurales que aumenten el crecimiento potencial de la econom¨ªa, y no por aumentar la cantidad de dinero, el gasto p¨²blico o por mantener bajos tipos de inter¨¦s. Por el contrario, los tipos de inter¨¦s excesivamente bajos durante largo periodo de tiempo solo sirven para que empresas, bancos y particulares se desendeuden m¨¢s lentamente, para que sobrevivan empresas ineficientes, para incentivar inversiones poco rentables y, en definitiva, para retrasar ajustes y reformas. La pol¨ªtica monetaria debe limitarse pr¨¢cticamente al control de la inflaci¨®n.
Pero Alemania tampoco conf¨ªa en el gasto p¨²blico como motor de la recuperaci¨®n pues, entre otras cosas, duda de la capacidad de los Gobiernos para gastar eficazmente. El caso espa?ol es tambi¨¦n ilustrativo. Cuando pod¨ªamos gastar porque nuestra deuda p¨²blica en relaci¨®n al PIB era incluso inferior a la alemana, el llamado Plan E se dedic¨® a superfluas obras p¨²blicas, precisamente en el sector donde m¨¢s claros excesos hab¨ªa, en vez de proporcionar recursos al Banco de Espa?a para capitalizar el sector bancario. ?Error de juicio, diferente capacidad de lobby de los sectores afectados, o las dos cosas a la vez?
La v¨ªa alemana de salida de la crisis es compleja y no es intuitiva ni es f¨¢cil de explicar. En efecto, no es f¨¢cilmente comprensible que ante una escasez de demanda privada, la soluci¨®n pase por un menor gasto, lo contrario de los anglosajones, para quienes la ¡°austeridad es para las ¨¦pocas de boom, y no para las recesiones¡±. Comparar la dificultad de entender una y otra v¨ªa es como comparar el Fausto de Goethe con cualquier obra de Shakespeare. Por ello, hay pocos pol¨ªticos europeos que hayan sido capaces de explicar convincentemente las bondades y la eficacia de la estrategia alemana de salida de la crisis.
?Qu¨¦ pol¨ªtica necesita Alemania? Adem¨¢s de las diferencias intelectuales y de visi¨®n que de la econom¨ªa tienen alemanes y anglosajones, existen tambi¨¦n diferencias, entre lo que hoy le conviene a Alemania y lo que necesitan los pa¨ªses perif¨¦ricos y el conjunto de la eurozona.
Solo medidas que asignen mejor los recursos permitir¨¢n la creaci¨®n de empleo pr¨®spero
En efecto, la tasa de paro alemana es la m¨¢s baja desde la reunificaci¨®n, es inferior al 6% y sigue disminuyendo ¡ªla tasa de paro juvenil es inferior al 8%¡ª, sufre incluso de escasez de cierto tipo de mano de obra, el pa¨ªs tiene equilibrio presupuestario y un fuerte super¨¢vit en sus cuentas exteriores. ?Muchas razones para cambiar de pol¨ªtica? ?Necesitan para algo empobrecerse con un euro m¨¢s d¨¦bil? Y como su ahorro es superior a su inversi¨®n, se sienten perjudicados por los bajos tipos de inter¨¦s que perciben como un caso de ¡°eutanasia del rentista¡±, como un castigo a aquellos que ahorraron planificando su retiro.
El problema es que Europa, como ¨¢rea monetaria, necesita hoy, tal como est¨¢ intentando Jap¨®n, precisamente aquello que el Bundesbank aborrece: generar m¨¢s inflaci¨®n, entre otras v¨ªas devaluando su moneda, para bajar los tipos de inter¨¦s reales ¡ªlos nominales menos la tasa de inflaci¨®n¡ª y la deuda en t¨¦rminos reales e impulsar la demanda de cr¨¦dito y el gasto.
Lo que deber¨ªamos hacer nosotros. Europa est¨¢ poniendo finalmente en pr¨¢ctica, seis a?os despu¨¦s que Estados Unidos, y con poca o ninguna simpat¨ªa alemana, una pol¨ªtica monetaria de ¡°relajaci¨®n cuantitativa¡± (quantitative easing). Muchos tienen la esperanza, adem¨¢s, de que finalmente tambi¨¦n se relajar¨¢ la pol¨ªtica de austeridad.
Aunque la v¨ªa elegida por Europa para salir de la crisis no ha sido la mejor, y se han cometido serios errores de pol¨ªtica econ¨®mica, las alternativas para Espa?a en estos momentos son pocas. En la actual situaci¨®n, la mejor pol¨ªtica para nuestro pa¨ªs coincide con la pol¨ªtica de reformas que prescribe Alemania, y no deber¨ªamos confiar en exceso en la nueva pol¨ªtica del BCE y, menos a¨²n, en ideas como el plan Juncker.
Nuestro margen para expansiones ex¨®genas de la demanda es limitado pues todav¨ªa necesitamos estabilizar el nivel de deuda p¨²blica, y somos el ¨²nico pa¨ªs perif¨¦rico con d¨¦ficit p¨²blico primario (antes de considerar los gastos en intereses). Necesitamos demostrar que podemos crecer sostenidamente generando simult¨¢neamente los super¨¢vits exteriores necesarios para poder reducir el endeudamiento agregado. Por ello, aunque se relajara la pol¨ªtica de austeridad europea, esto no deber¨ªa ser un ¨®bice para relajar la pol¨ªtica de reformas, sino m¨¢s bien un aliciente, dado que estas ser¨ªan m¨¢s f¨¢ciles de ejecutar en un contexto de mayor expansi¨®n de la demanda. En contra de lo que con frecuencia se alega, solo una pol¨ªtica de reformas que mejoren el proceso de asignaci¨®n de recursos puede permitir que a largo plazo se genere m¨¢s empleo con salarios reales y condiciones laborales que nos aproximen a la Europa pr¨®spera y nos permita defender las prestaciones del Estado de bienestar.
?scar Fanjul es economista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.