Malgastar la confianza

Al margen de los resultados que tengan el juicio por la trama G¨¹rtel y el de los papeles de B¨¢rcenas, la cuesti¨®n de fondo es si los dirigentes de un partido pueden pedir el voto de los ciudadanos dejando en el aire las respuestas sobre qui¨¦n supo o autoriz¨® un funcionamiento irregular de sus finanzas durante casi dos decenios, como es el caso del Partido Popular. Se trata de un problema de confianza, que es precisamente lo que piden los dirigentes pol¨ªticos a los ciudadanos cuando les reclaman sus votos. Es decir, si se puede concurrir tranquilamente a las elecciones sin aclarar 18 a?os de financiaci¨®n presuntamente irregular.

El juez Pablo Ruz acaba de confirmar que, entre 1990 y 2008, el PP recibi¨® fondos procedentes de fuentes privadas que, de forma sistem¨¢tica, ¡°habr¨ªan incumplido los l¨ªmites, requisitos y condiciones establecidos en la ley¡±. Sin embargo, afirmaciones tan concretas no han merecido explicaciones de los dirigentes del partido gobernante ¡ªcomo tampoco las hubo tras el cierre de la investigaci¨®n por la trama G¨¹rtel¡ª m¨¢s all¨¢ de un argumentario que puede resumirse en que, si alguien hizo algo mal, la culpa es de los que llevaran la caja b.

El juez Ruz, que pronto se ver¨¢ relevado del juzgado n¨²mero 5 de la Audiencia Nacional, ha llevado a cabo una tarea de instrucci¨®n seria y discreta respecto al caso G¨¹rtel y los papeles de B¨¢rcenas. Se han confirmado la mayor parte de las anotaciones del exgerente y extesorero del PP, publicadas por EL PA?S hace algo m¨¢s de dos a?os.

El juez ha dependido de la colaboraci¨®n de m¨²ltiples Estados en los que buscaba el dinero negro; una alta responsable de Hacienda se ha resistido a cumplir sus instrucciones ¡ªfinalmente lo hizo ¡°por imperativo legal¡±¡ª; y se ha enfrentado a los problemas de prueba de todo asunto complejo. Con todos esos condicionamientos, su labor ha sido meritoria.

Que los pol¨ªticos en activo queden fuera del juicio no es patente de corso para suponer autorizada la actividad de los partidos a base de cerrar los ojos a la procedencia del dinero que engrasa sus operaciones diarias y sus campa?as. Esto ser¨ªa una perversi¨®n de la democracia representativa. La falta de reacci¨®n del PP contribuye a explicar la situaci¨®n de una fuerza que, en poco m¨¢s de tres a?os, ha malgastado parte del enorme dep¨®sito de confianza recibido en 2011.