Sobrevivir a Grecia: el reto de los j¨®venes afganos en su viaje hacia Occidente
Por M¨®nica Parga, periodista de la fundaci¨®n porCausa.
Foto: Mattia Insolera
La primera vez que Mattia Insolera se encontr¨® con esta comunidad de j¨®venes afganos fue en junio de 2013. Estaba en Patra, Grecia, donde hab¨ªa hecho una parada en la ruta transmediterr¨¢nea de uno de sus proyectos fotogr¨¢ficos. All¨ª conoci¨® la historia de supervivencia de estos adolescentes que emigran desde su tierra natal hasta Occidente en un viaje que nunca termina. Su sue?o es ir hacia el Oeste, lo m¨¢s posible. Dejar atr¨¢s Oriente Medio, superar Turqu¨ªa, sobrevivir a Grecia, y atravesar Europa. Documentan su viaje a trav¨¦s de Facebook, subiendo im¨¢genes junto a los monumentos tur¨ªsticos de cada ciudad que alcanzan, orgullosos. Algunos de ellos han logrado llegar hasta Alemania o Suecia, pero otros han fallecido en los naufragios del mar Adri¨¢tico o no han conseguido salir de Grecia, v¨ªctimas de la represi¨®n policial y de los ataques racistas.
Mattia pas¨® diez d¨ªas con ellos, pero no pudo sacar ni una sola foto. Ellos mismos se lo impidieron. Las veces que alguien hab¨ªa intentado denunciar la dif¨ªcil situaci¨®n en la que viven, la polic¨ªa de Patras lo hab¨ªa pagado con ellos, atac¨¢ndoles y destrozando sus asentamientos. Aquellos j¨®venes ya no deseaban que nadie les ayudara. Hasta que dijeron basta. Una noche de ese verano, cinco miembros de Amanecer Dorado dieron una fuerte paliza a uno de los inmigrantes. Los afganos llamaron a Mattia para que documentara lo que hab¨ªa ocurrido y por fin, contara su historia.
"Surviving Greece" es el t¨ªtulo del reportaje fotogr¨¢fico, galardonado por la Fundaci¨®n la Caixa y expuesto en el Caixa Forum de Madrid hasta el 7 de junio en el marco de Fotopress, un certamen que premia a varios proyectos de imagen documental. En la sala de la exposici¨®n, Mattia combina sus fotograf¨ªas con las instant¨¢neas que los j¨®venes suben a la p¨¢gina de Facebook que ¨¦l mismo ha creado y que les sirve de punto de encuentro durante el viaje. Por encima de todo ello, una larga banda azul, recordando el dise?o de la red social y evidenciando que estos j¨®venes no son tan distintos a nosotros.
El reportaje retrata la parada que los j¨®venes hacen en Patras, la etapa m¨¢s dif¨ªcil del camino. Patras es la tercera ciudad m¨¢s grande del pa¨ªs, y es conocida como la Puerta del Oeste de Grecia por su tr¨¢nsito comercial a trav¨¦s del puerto que la conecta con el resto de Europa y que la ha convertido en uno de los principales nudos del flujo migratorio procedente de Asia. Durante la ¨²ltima d¨¦cada, numerosos j¨®venes sirios y afganos han ido llegando escondidos en los barcos que echan amarras en el puerto. Las condiciones de estos j¨®venes se han visto empeoradas a ra¨ªz del endurecimiento de los controles migratorios en Grecia, acuciados por las presiones europeas impuestas con la concesi¨®n del cr¨¦dito al pa¨ªs.
¡°En 2009 la polic¨ªa irrumpi¨® en el asentamiento de chabolas de los inmigrantes al lado del puerto de Patras, arras¨¢ndolo. La ley y el orden parecieron restablecidos, pero los inmigrantes estaban y est¨¢n a¨²n presentes: viven m¨¢s escondidos, m¨¢s asustados y en condiciones m¨¢s precarias. Mientras tanto el clima pol¨ªtico se ha enturbiado, el resentimiento hacia Europa ha aumentado y los reci¨¦n llegados se han convertido en f¨¢ciles chivos expiatorios¡±, explica Mattia por tel¨¦fono. A la presi¨®n policial se suman los ataques del movimiento Amanecer Dorado, el grupo de extrema derecha cuyas consignas racistas centran su odio en los inmigrantes.
Los periodistas se enfrentan a serios problemas a la hora de informar acerca de la situaci¨®n de la inmigraci¨®n en Grecia, y cualquier atenci¨®n que ¨¦sta acapare es castigada por la polic¨ªa con violencia dirigida a los extranjeros. ¡°Los agentes irrumpen por la madrugada, arrestando y ejerciendo la violencia, malgastando las remesas de comida, confiscando los tel¨¦fonos m¨®viles y orden¨¢ndoles que no permitan a periodistas hacer v¨ªdeos o fotograf¨ªas¡±, relata Mattia. La tensi¨®n es tal, que los propios inmigrantes disuaden a los periodistas y los fot¨®grafos para evitar represalias.
Mattia lleg¨® a Patria en junio de 2013 y entabl¨® amistad con uno de los grupos de estos j¨®venes inmigrantes durante su paso por la ciudad. Estuvo diez d¨ªas en la f¨¢brica de madera Abex abandonada donde viv¨ªan, pero tuvo que marcharse sin haber podido tomar una sola fotograf¨ªa. ¡°No me dejaron porque sabr¨ªan que la polic¨ªa acudir¨ªa a pegarles¡±, se?ala, ¡°los polic¨ªas no quieren que se sepa el problema de inmigraci¨®n que hay en Patra¡±. Sigui¨® en contacto con ellos a trav¨¦s de Facebook, y poco tiempo despu¨¦s, en agosto, volvi¨® a la ciudad. Todo cambiar¨ªa para entonces.
¡°Fue un ataque racista de cinco contra uno. Cinco miembros de Amanecer Dorado se ensa?aron contra un chaval sirio. Le agredieron muy fuerte, con barras y cadenas. Sus amigos me llamaron para que les ayudara a llevarle al hospital e hiciera fotos como prueba del ataque. A partir de ese momento confiaron en m¨ª y me dejaron hacer el reportaje¡±, recuerda Mattia.
Foto: Mattia Insolera
Viajan solos, sin su familia. Son j¨®venes, tienen entre 15 y 25 a?os, y la mayor¨ªa son zaharas, de religi¨®n musulmana chi¨ªta. Huyen de una vida imposible en sus pa¨ªses de origen. En Afganist¨¢n, cuando los ni?os cumplen 14 a?os se convierten en objetivo de los talibanes, que luchan por reclutarlos a la fuerza. Para evitarlo, las familias ahorran dinero durante a?os para que sus hijos varones puedan emigrar al llegar a la adolescencia. Mattia lo cuenta as¨ª en su proyecto: ¡°Este colectivo soporta el peso de muchos conflictos y tensiones. Dejan su tierra precozmente para huir de la discriminaci¨®n que sufren por ser chi¨ªtas y hazaras en una zona de mayor¨ªa sun¨ª, as¨ª como del reclutamiento forzado impuesto por los talibanes. En Ir¨¢n, sus derechos b¨¢sicos a la educaci¨®n y al trabajo son negados por el r¨¦gimen de los ayatol¨¢s. Y en la frontera entre Turqu¨ªa y Grecia padecen las consecuencias de las antiguas tensiones entre los dos pa¨ªses¡±.
Los j¨®venes se enfrentan a duras adversidades en su viaje hacia Occidente. La principal dificultad es entrar en los barcos, o como dicen ellos, ¡°saltar al barco¡±. Se meten debajo de los camiones, o se esconden en contenedores y acaban ahogados por falta de aire. Algunos de ellos han muerto en el ¨²ltimo naufragio del mar Adri¨¢tico. "Han encontrado a ni?os escondidos en los ca?ones de los barcos, ya muertos. Es realmente peligroso", denuncia Mattia.
Tras miles de kil¨®metros por tierra, cogen el barco que les llevar¨¢ hasta Grecia, la anhelada puerta a Europa. Desembarcan en las islas Dodecaneso, y llegan a Atenas, ¡°que supone el primer impacto con la sociedad griega y su ambiente hostil¡±, explica Mattia. All¨ª, el parque Alexandra es su habitual refugio nocturno. Pasan un tiempo en la capital griega, donde se re¨²nen con otros compa?eros y preparan la siguiente etapa de su viaje. La mayor¨ªa de ellos se va a trabajar al campo, como el de Argolis, donde recogen naranjas para ahorrar algo de dinero. A continuaci¨®n, Patras, ¡°la ¨²ltima y m¨¢s dura de las pruebas¡±. Superado ese duro trance, Europa occidental les espera.
Cada uno de ellos viaja con su propia historia a cuestas. Mattia recuerda especialmente a uno de aquellos chicos, del que se hizo amigo: ¡°Me cont¨® que hab¨ªa sido talib¨¢n. Cuando lo conoc¨ª era un chico de 24 a?os que se tomaba sus cervecitas, como har¨ªa cualquier chico espa?ol de barrio. En un per¨ªodo de su vida, por rebeld¨ªa hacia su padre, se hizo sun¨ª y se meti¨® a luchar con los talibanes. Una noche, con un RPG [un potente lanzagranadas] destroz¨® un edificio entero lleno de gente. En ese momento se dio cuenta de la locura en la que se hab¨ªa metido y se entreg¨® al ej¨¦rcito americano. Estuvo trabajando con ellos hasta que le explot¨® una bomba que le hizo perder una pierna. Tras el accidente, se reencontr¨® con su padre y poco despu¨¦s partieron juntos hacia Grecia. Yo lo conoc¨ª all¨ª. Era un chico muy diferente a lo que te imaginas que es un talib¨¢n. En ese momento entend¨ª que para toda una juventud de pa¨ªses musulmanes, estos talibanes inspiran fascinaci¨®n, como una especie de Che Guevara para nosotros. Parece algo incre¨ªble. Pero en un momento de rebeld¨ªa, un joven de una buena familia como era ¨¦l, sin ser extremista, se hizo talib¨¢n. Cuando yo lo conoc¨ª era una persona totalmente diferente¡±.
Reza Mosavi, Nabi, Ali Yasser, Ali Asghar, Hamid Mehrabi, Ali Tanha... Su viaje contin¨²a.
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