¡°La fotograf¨ªa tiene el poder de relatar la historia desde nivel del suelo¡±
El fotoperiodista neoyorkino, que ha documentado durante tres d¨¦cadas las secuelas de la violencia y el dolor, recogi¨® este mi¨¦rcoles el Premio Luka Brajnovic en Pamplona
Repasar los 35 a?os de oficio del fotoperiodista James Nachtwey (Nueva York, 1948) diapositiva a diapositiva, desde que comenz¨® en 1981 con el conflicto de Irlanda del Norte hasta las protestas en Tailandia que en 2014 le incrustaron una bala en su pierna izquierda, en la penumbra y acompa?ados por la serenidad y seguridad de su voz, no es una clase magistral de periodismo, es una clase de historia actual. Extraordinaria y espeluznante.
Y as¨ª lo defini¨® ¨¦l mismo el pasado mi¨¦rcoles en Pamplona: ¡°La fotograf¨ªa tiene el poder de relatar la historia, lo que pasa en nuestro mundo hoy, desde nivel del suelo¡±.
Su obra es un detallado cat¨¢logo que recopila minuciosamente el dolor y crueldad de la humanidad del final de un siglo y el desgraciado principio de otro: el hambre, la guerra, la pobreza, la indiferencia y las enfermedades. ¡°Algunas de estas im¨¢genes retan a los espectadores porque son inc¨®modas, pero ni la m¨¢s inc¨®moda de todas ellas es capaz de reproducir el dolor que experimentan millones de personas en guerra¡±.
Sin embargo, hay en todas ellas esperanza. ¡°Mi trabajo est¨¢ dirigido a apelar a trav¨¦s de im¨¢genes a los mejores instintos de la gente: la generosidad, la tolerancia, la capacidad de identificarse con las vidas de otros y, quiz¨¢s lo m¨¢s importante, el rechazo para aceptar lo inaceptable ", explica el reportero.
Precisamente este profundo sentido de la dignidad y su compromiso con los derechos humanos es el que le llev¨® a la facultad de comunicaci¨®n de la Universidad de Navarra, donde recogi¨® el XIII Premio Luka Brajnovic y ofreci¨® en sus aulas una exposici¨®n de su trabajo ante un boquiabierto p¨²blico, eminentemente universitario, que se puso hasta dos veces en pie para ovacionarlo.
Aun en los lugares m¨¢s oscuros y en las situaciones m¨¢s tenebrosas hay lugar para la belleza
?l, un hombre discreto y minucioso ¡ªdicen que cancel¨® su agenda de la ma?ana y oblig¨® a cambiar el proyector donde se iban a mostrar sus im¨¢genes hasta que se vieron perfectas¡ª, hizo brillar esa humanidad: repentinamente interrump¨ªa su propio discurso frente a una de sus im¨¢genes, como la que tom¨® en El Salvador en 1984. En la foto, tres ni?as, tres campesinas ataviadas con coloridos vestidos, observan escondidas tras un ¨¢rbol c¨®mo un helic¨®ptero eleva el vuelo removiendo nubes de polvo en un campo de f¨²tbol. ¡°Son mariposas de colores¡±, proclama Nachtwey de pronto, como si se le revelase un pensamiento repentino en voz alta ante doscientas personas.
¡°Hay algo muy conmovedor para m¨ª acerca de la inocencia de esas chicas en esta foto, con sus vestidos de domingo, reci¨¦n planchados al salir de misa. Es un momento de l¨ªrica, de poes¨ªa, en medio de una situaci¨®n brutal. El helic¨®ptero est¨¢ ah¨ª recogiendo soldados heridos¡±, narra Nachtwey. ¡°Aun en los lugares m¨¢s oscuros y en las situaciones m¨¢s tenebrosas hay lugar para la belleza, para lo bueno¡±, detalla despu¨¦s.
Al terminar la charla, que no deja indiferente a nadie, una muchacha ¡ªque resulta ser especialista en Comunicaci¨®n e Historia del Arte¡ª afirma en la cafeter¨ªa de la facultad: ¡°Esa foto es un cuadro de Gauguin¡±. Y efectivamente la joven doctoranda en cr¨ªtica de Arte desvela y detalla con desparpajo su teor¨ªa: La visi¨®n tras el serm¨®n, una pintura postimpresionista que muestra a unas j¨®venes bretonas ocultas tras un manzano, en similar composici¨®n y forma a la foto, observan c¨®mo Jacob lucha contra un ¨¢ngel alado; una transmutaci¨®n del helic¨®ptero y la guerra.
Una vida de Oscar
Aunque es un profesional extremadamente humilde, sus publicaciones en TIME, The New York Times y las principales cabeceras del planeta, as¨ª como su apabullante lista de galardones y premios le certifica indudablemente como uno de los mejores reporteros de este siglo: cinco veces ganador de la medalla de oro Robert Capa, dos veces ganador de la foto del a?o en el World Press Photo, dos veces ganador del premio Bayeaux a los corresponsales extranjeros, siete veces ganador del Magazine Photographer of the Year y otras tantas ganador del premio Leica.
Y otras tantas distinciones a su compromisos social y humano como la beca Eugene Smith, el premio Martin Luther King, Alfred Eisenstaedt y ahora el Luka Brajnovic. Miembro de la Real Sociedad Fotogr¨¢fica y doctor honoris causa en Bellas Artes por la Universidad de Massachusetts. Incluso estuvo nominado al ?scar un documental War Photographer que relataba c¨®mo era su d¨ªa a d¨ªa.
Esta disertaci¨®n no es nada descabellada considerando el trabajo de un fotoperiodista, que antes de comenzar su carrera en 1972 en un modesto peri¨®dico, el Alburquerque Journal, hab¨ªa estudiado Historia del Arte y Ciencias Pol¨ªticas. ?l mismo se interrumpe m¨¢s tarde en otra de sus fotograf¨ªas para que no pase desapercibida: una silueta humana blanca, como pintada, sobre un suelo negro. Resulta ser la brutal huella que ha dejado sobre el pavimento carbonizado el cad¨¢ver de un hombre asesinado en Kosovo, en 1999. Una sofisticada estela de muerte. ¡°Es como una pintura rupestre¡±, reafirma Nachtwey. ¡°Nos recuerda al arte de las cavernas y c¨®mo de primitivos podemos llegar a ser a veces¡±.
Su visi¨®n del fotoperiodismo es as¨ª, arte y acci¨®n: ¡°Conf¨ªo plenamente en la inteligencia de mis lectores para desentra?ar lo complejo¡±.
Pero tambi¨¦n est¨¢ claro al ver su obra, que la carga de esa complejidad y de un mundo brutalmente violento y cruel se hace muy pesada para un solo hombre. Muy densa. ?Qu¨¦ es realmente lo que mueve a James Nachtwey, lo que le da energ¨ªas para soportar tanto dolor? ¡°Un claro sentido del prop¨®sito, del deber y el compromiso¡±, responde.
¡°Lo que me empuja a seguir y me ayuda a superar los obst¨¢culos f¨ªsicos y emocionales es tener fe en el periodismo¡±, cuenta casi emocionado. ¡°Creo que tiene el valor en s¨ª mismo y la capacidad de transformar las situaciones y levantar las conciencias de la gente. El periodismo es generosidad: ofrecer, regalar, a las personas que lean y vean algo de qui¨¦n y de qu¨¦ preocuparse. Algo que cuidar. As¨ª trato de canalizar la rabia, el miedo o la verg¨¹enza que me provocan algunas situaciones en hacer mejor mi trabajo¡±.
Y habla de aquella vez en 1992 que decidi¨®, ante la negativa de sus editores, viajar por su cuenta y con sus propios ahorros a documentar la hambruna en Somalia. Intuy¨® que era relevante mostrar aquello. Y ver la muerte por hambre fue algo que a ¨¦l tambi¨¦n le cambi¨® para siempre.
Ni la m¨¢s inc¨®moda de todas mis fotograf¨ªas hace justicia al dolor al sufrimiento que padece los millones de personas afectadas por la guerra
A su regreso, su historia fue portada en el The New York Times Magazine y sus im¨¢genes tuvieron un impacto tan grande y directo que movilizaron un dispositivo de las Naciones Unidas y dispar¨® la recaudaci¨®n para la emergencia del Comit¨¦ Internacional de Cruz Roja para ayudar a un mill¨®n y medio de personas, en la que fue entonces la mayor operaci¨®n humanitaria desde la II Guerra Mundial. Al tiempo, un delegado de la Cruz Roja en Somalia le dio a Nachtwey personalmente las gracias por sus fotos.
¡°Es el reconocimiento m¨¢s valioso que he tenido jam¨¢s en mi carrera, m¨¢s que ning¨²n premio que me puedan dar, porque lo que hacemos en realidad es muy poco e insignificante, pero puede conseguir mediante el rigor y la empat¨ªa que la gente no quede indiferente¡±, narra.
¡°Es por eso, que no he visto el tiempo ni el momento de tirar la toalla, precisamente porque he compartido tiempo con personas que lo han perdido todo, literalmente: sus casas, sus familias, su modo de vida, o sus ropas. Que han sufrido en una escala ¨¦pica y no se han acobardado o dado por vencidos. Ser pobre no significa ser desesperanzado. As¨ª que si ellos no abandonaron, si en esos lugares hab¨ªa espacio para la esperanza, el humor y la bondad, ?Qu¨¦ derecho tengo yo para rendirme? ?Me queda tanto por aprender, me queda tanto por ver!¡±.
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