?C¨®mo y qui¨¦n tiene que financiar una agenda de desarrollo universal?
Hay recursos m¨¢s que suficientes para atender y resolver todos los problemas, pero hay que superar obst¨¢culos. ?Cu¨¢les son? ?De qu¨¦ forma podr¨ªan vencerse?
Los pa¨ªses andan negociando la Agenda Post 2015 en Naciones Unidas, cuyo borrador establece 17 objetivos de desarrollo sostenible que deber¨¢n ser alcanzados en el a?o 2030. A diferencia de lo que pas¨® en el 2000 con los Objetivos del Milenio, la idea es que ahora todos los pa¨ªses del mundo tengan metas que alcanzar independientemente de que sean pa¨ªses m¨¢s o menos ricos. Que no sea una agenda exclusivamente focalizada en la pobreza m¨¢s extrema o en proporcionar acceso a cuestiones b¨¢sicas a los millones de personas que a¨²n carecen de ellas. Se habla abiertamente de que sea una agenda ¡°transformadora¡±, es decir, que modifique los patrones de producci¨®n, de comercializaci¨®n y de consumo por otros m¨¢s sostenibles ecol¨®gicamente, menos excluyentes en lo social y que por lo tanto permitan equiparar oportunidades para toda la poblaci¨®n mundial.
En otras palabras, resolver los problemas del cambio clim¨¢tico, de la desertificaci¨®n, de las desigualdades de renta, de la discriminaci¨®n que sufren numerosos grupos de poblaci¨®n, de la falta de acceso a la alimentaci¨®n, al agua potable o a la vivienda, no es problema de unos cuantos, ni de algunos pa¨ªses. Con mayor o menor gravedad todos los pa¨ªses tienen poblaciones vulnerables y afectadas, cada d¨ªa m¨¢s lejos de acceder a las oportunidades para satisfacer sus derechos como personas, cada d¨ªa sus trabajos son m¨¢s precarios y sus condiciones de vida enfrentan m¨¢s riesgos y amenazas. Las soluciones por lo tanto no pueden depender de cada pa¨ªs de forma aislada, cuando el an¨¢lisis de las causas muestra con claridad que los problemas son en gran parte producto de la incapacidad de los pa¨ªses para acordar y cumplir acciones colectivas concertadas, como reducir emisiones nocivas, imponer impuestos a las finanzas o impedir la sobreexplotaci¨®n de los recursos comunes, por poner s¨®lo alg¨²n ejemplo. Acciones colectivas todas ellas, que respondan al principio de la responsabilidad compartida pero diferenciada en funci¨®n de la situaci¨®n relativa y los recursos de cada pa¨ªs.
El acceso universal a los recursos
Simult¨¢neamente se est¨¢n produciendo reuniones para concretar cu¨¢les ser¨¢n los medios financieros para conseguir que esta vez las buenas palabras se conviertan en realidad. Los pa¨ªses donantes y los grandes medios de comunicaci¨®n transnacionales se empe?an en retransmitir estas Cumbres Mundiales sobre Financiaci¨®n para el Desarrollo como si se tratara de qui¨¦n da m¨¢s o qui¨¦n da menos, como una especie de subasta de la solidaridad. Por fortuna, cada vez se escuchan m¨¢s voces, procedentes de pa¨ªses empobrecidos y de organizaciones sociales, que quieren que la Cumbre se centre en adoptar acuerdos vinculantes sobre asuntos financieros ¡°sist¨¦micos¡±: sobre deuda externa, comercio e inversiones y sobre el sistema financiero internacional. Existe un convencimiento que recorre todas las reuniones y debates: hay recursos m¨¢s que suficientes para atender y resolver todos los problemas, pero hay que superar obst¨¢culos para proporcionar el deseado acceso universal a dichos recursos. ?Cu¨¢les son estos obst¨¢culos? ?De qu¨¦ forma podr¨ªan vencerse?
Ya es tiempo de impedir que sigamos haciendo da?o al planeta y excluyendo a la mayor¨ªa de sus habitantes?
No faltan quienes f¨ªan todas las soluciones al milagro de la innovaci¨®n tecnol¨®gica basada en la capacidad cient¨ªfica del ser humano al mismo tiempo que en la fortaleza de las grandes empresas transnacionales para seguir protagonizando el hilo de la innovaci¨®n sin fin. Por eso su propuesta se basa en impedir regulaciones a sus negocios con el argumento de que ¨¦stas podr¨ªan interferir la creatividad y el empuje del sector privado empresarial. En consecuencia, los Estados deben evitar acordar l¨ªmites y sanciones en la nueva agenda de desarrollo, y limitarse a incentivar el desarrollo y el emprendimiento empresarial y a generar un entorno favorable a sus negocios.
Tambi¨¦n hay quien piensa que el llamado bussiness as usual es parte del problema. En este sentido, proponen establecer regulaciones para detener de forma significativa un marco de competitividad que nos aboca a todos y a todas a una carrera hacia el fondo (race to the bottom) en materia de est¨¢ndares ambientales, laborales, o de cualquier otro tipo de derechos. Piensan que es el momento de evitar que siga gener¨¢ndose empleo precario y sin derechos, o que puedan realizarse inversiones financieras que no dejan ning¨²n beneficio a las poblaciones de los pa¨ªses, o que se sigan permitiendo negocios con impactos nefastos en el medio ambiente o en los derechos de trabajadores y trabajadoras, o de poblaciones que habitan cerca de las explotaciones.
Medidas sist¨¦micas frente a la depredaci¨®n y la desigualdad
Son las llamadas medidas sist¨¦micas porque exigir¨ªan el concurso y el compromiso de muchos pa¨ªses y de todos los actores. Destacan entre las propuestas que est¨¢n encima de la mesa, la regulaci¨®n del sistema financiero internacional en funci¨®n de prioridades y necesidades de las poblaciones en lugar del actual sistema basado en los deseos de los inversores. La creaci¨®n de un impuesto a las transacciones financieras que permitiera no s¨®lo recaudar fondos suficientes para financiar los 17 objetivos en todos los pa¨ªses, sino que supondr¨ªa emprender de una vez por todas una lucha global sin cuartel contra quienes eluden y evaden impuestos minando as¨ª las posibilidades y oportunidades de desarrollo de todas las personas. La modificaci¨®n de la l¨®gica y los mecanismos actuales de negociaciones comerciales internacionales entregados a la competitividad que nos abocan a esa loca carrera hacia el fondo, con cada vez menos recursos naturales, peores condiciones laborales y m¨¢s dificultades para acceder a los derechos.
Cuando hablamos de financiaci¨®n para el desarrollo, no basta con aducir porcentajes m¨¢s o menos generosos de una riqueza que los pa¨ªses m¨¢s enriquecidos generan constantemente gracias a la ausencia de limitaciones y controles en la forma de producci¨®n y comercializaci¨®n de los bienes y servicios. Ya es tiempo, por acumulaci¨®n de evidencias, de que m¨¢s importante es impedir que sigamos haciendo da?o al planeta y excluyendo a la mayor¨ªa de sus habitantes privilegiando a cada vez menos personas. La nueva agenda debe establecer una redistribuci¨®n de los recursos a escala global, empezando por imponer metas espec¨ªficas a los pa¨ªses y a los poderes financieros en la forma de evitar da?os (do not harm). Se trata en definitiva de una redistribuci¨®n global del poder, m¨¢s que de una campa?a de donativos internacionales.
Pablo J. Mart¨ªnez Os¨¦s es coordinador de la Plataforma 2015 y m¨¢s.
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