?Vive la France!
Brice Robin, fiscal jefe de Marsella, es mi nuevo mito masculino. Un servidor p¨²blico dando explicaciones sin secretismos ni darse importancia. Lo nunca visto en estos lares
Hay semanas en que le dan a una ganas de abdicar de la corona de espinas de m¨¢rtir del columnismo alternativo ¡ªpara crucifixi¨®n, la que sufro yo cada s¨¢bado con vuestros comentarios¡ª, y volver a echarse al G¨®lgota de la informaci¨®n pura y dura para decir verdades como pu?os y que se le tome medianamente en serio. Porque una puede ser fr¨ªvola, superficial, m¨¢s petarda que Rita Barber¨¢ sofocada por el caloret de una masclet¨¤ de Fallas, de acuerdo. Pero ya me dir¨¢s t¨² con qu¨¦ cuerpo te pones ahora a despellejar gratuitamente al pr¨®jimo con tantos inocentes de cuerpo presente en un risco de Los Alpes. As¨ª que hoy me vais a disculpar el introito, con perd¨®n de la palabra. Pero quiero hincarme de hinojos ante mi nuevo mito masculino de todos los tiempos: Brice Robin, fiscal jefe de Marsella.
Ya sabes que, aparte de Varoufakis, Floriano y Guindos ¡ªtanto montan, montan tanto¡ª, tan objetivamente machotes que se les oye crecer la barba hasta por la radio, soy inmune a la er¨®tica de los poderes p¨²blicos. Pero, mira, fue el otro d¨ªa escuchar por la tele a monsieur Robin llamar a las cosas por su nombre sin darse la menor importancia en una rueda de prensa urbi et orbi, y entrarme un repel¨²s de deseo por todo el cuerpo que a¨²n ando con las hormonas m¨¢s despendoladas que Olvido Hormigos. De deseo de que en Espa?a, en alg¨²n estamento, alg¨²n milenio de estos, tengamos alg¨²n cargo p¨²blico con una pol¨ªtica de comunicaci¨®n remotamente semejante a la de los franceses, me refiero.
En plata: me tienes loca, Brice, cheri, que lo sepas. Es que me lo cuentan y a¨²n no me lo creo. Un fiscal jefe de provincias, pagado a escote por todos sus compatriotas, dando explicaciones del mayor presunto homicidio en serie de la historia europea sin titubeos, sin morbo, sin aspavientos, sin consultarle ning¨²n dato a ning¨²n esbirro, sin secretismos, sin complejos, con respeto, con dignidad, con compasi¨®n por las v¨ªctimas y sus familias. Ni m¨¢s ni menos que como si fuera un servidor p¨²blico de una democracia europea avanzada que se debe a sus ciudadanos y no al se?orito de tal o cual tendencia que un d¨ªa sugiri¨® su nombre para el cargo. Lo nunca visto por estos lares, a las pruebas me remito. Como que t¨² comparas la comparecencia del fiscal Robin con la espant¨¢, perd¨®n, parip¨¦, de la exministra Ana Mato ¡ªs¨ª, mujer, ?no te acuerdas? una as¨ª rubita de pelo y naranja de cara¡ª durante la crisis del ?bola, y parecen nativos de dos galaxias diferentes.
Y a¨²n hay quien le afea a mi Robin que solo diera la cara despu¨¦s de que el New York Times filtraran lo del piloto, el copiloto, etc¨¦tera, no quiero yo entrar en detalles innecesarios. Vale, puede que Brice necesitara un empujoncito para venirse arriba. Pero aqu¨ª ya pueden correr r¨ªos de tinta y lloverle hostias, perd¨®n, portadas como panes a todo un presidente del Gobierno que lo m¨¢s que logras es un holograma en un plasmazo de los de ver el bal¨®n en los bares. El ¨²nico viso de innovaci¨®n en transparencia informativa, ha sido, me temo, el de Pablo Iglesias y Tania S¨¢nchez, al anunciar su separaci¨®n en su muro de Facebook. Pero hasta eso ha pasado desapercibido por la coronaci¨®n de Susana Augusta como cesaresa de la B¨¦tica. Hispania es diferente.
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