El misterioso y ¨²nico entierro de una mujer que vivi¨® hace 19.000 a?os
Encuentran en la cueva de El Mir¨®n, en Cantabria, los restos de una mujer de unos 35 a?os pintados de rojo, un tratamiento que casi nadie recib¨ªa en el Pleistoceno en Europa
Hace 19.000 a?os, los humanos que viv¨ªan en Europa comenzaban a recuperarse de la etapa m¨¢s dura de la ¨²ltima glaciaci¨®n, que hab¨ªa cubierto de hielo buena parte del norte de Europa. Huyendo de las temperaturas extremas, muchos de aquellos humanos se hab¨ªan refugiado en el sur de Europa, donde dejaron muestras de su cultura en cuevas como Altamira, en Espa?a, o Lascaux, en Francia. Las pinturas que dejaron en aquellas paredes no dejan dudas sobre la sofisticaci¨®n de aquellos pueblos, pero a¨²n se sabe muy poco sobre su estilo de vida, c¨®mo organizaban sus sociedades o las creencias que compart¨ªan.
Cerca de Altamira, en la cueva c¨¢ntabra de El Mir¨®n se ha abierto una nueva ventana a trav¨¦s de la que mirar a aquella ¨¦poca. En esa caverna, que durante muchos a?os se crey¨® despojada del inter¨¦s que pudiese haber tenido por ¡°cazatesoros¡± o por la ocupaci¨®n de ovejas, Manuel Gonz¨¢lez Morales, de la Universidad de Cantabria, y su equipo, encontraron los restos de lo que parece una mujer muy especial. Despu¨¦s de explorar la cueva desde 1996, en 2010 descubrieron un gran bloque de piedra, de dos metros de largo por uno de ancho, que hab¨ªa ca¨ªdo del techo de la cueva. En ¨¦l hab¨ªa una serie de misteriosas rayas grabadas. ¡°Aunque es todo un poco especulativo, se ve¨ªan dos l¨ªneas, que pueden ser un cuerpo esquematizado, con tri¨¢ngulos, asociados a vulvas que representar¨ªan a una mujer¡±, explica Gonz¨¢lez.
Los restos se encontraron tras un bloque de piedra con rayas grabadas que podr¨ªan representar a una mujer
Detr¨¢s de ese bloque, precisamente, comenzaron a descubrir restos humanos cubiertos de una pintura rojiza. El hecho mismo de encontrar un enterramiento de una persona de aquella ¨¦poca ya era extraordinario. ¡°Son muy escasos y se concentran en un periodo m¨¢s antiguo a este, del gravetiense, hace m¨¢s de 28.000 a?os¡±, apunta el investigador de la Universidad de Cantabria. ¡°Despu¨¦s hay un periodo en el que apenas hay nada, y hace unos 19.000 a?os empieza a haber m¨¢s, pero a¨²n muy pocos: media docena en Francia y, hasta este, ninguno en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica¡±, a?ade. ¡°No se sabe que hac¨ªan con los cad¨¢veres, y en casos muy contados los enterraban en las cuevas¡±, concluye.
La rareza de su entierro hace suponer que aquella mujer, que ten¨ªa entre 35 y 40 a?os cuando falleci¨®, pod¨ªa ser alguien especial. Por alg¨²n motivo que a¨²n se desconoce, dejaron descomponer su cuerpo al aire libre (como sugiere el ¨®xido de manganeso que cubre los huesos) y despu¨¦s, antes de enterrarlo, lo cubrieron con ocre. Esta pintura roja, hecha con ¨®xido de hierro, que, seg¨²n han desvelado los an¨¢lisis, no se produjo con materiales aut¨®ctonos, es una muestra m¨¢s de que aquellos humanos dedicaron un especial esfuerzo al funeral de la que se ha bautizado como ¡°La Dama Roja¡±. La pr¨¢ctica de cubrir con tinte rojo los huesos de algunos muertos es antigua y ni siquiera es exclusiva de los Homo sapiens. De hecho, seg¨²n comenta el responsable del hallazgo, la dama c¨¢ntabra le debe su nombre a ¡°La Dama de Paviland¡±, un esqueleto de 33.000 a?os de antig¨¹edad cubierto de ocre que, finalmente, result¨® haber pertenecido a un hombre.
Los cuidados especiales no libraron a la se?ora de sufrir algunas vicisitudes poco propias de un personaje que podr¨ªa tener algo de sagrado. En alg¨²n momento tras el entierro, un perro o un lobo profan¨® la tumba y roy¨® la tibia. Despu¨¦s, el hueso fue recuperado y se volvi¨® a enterrar con el resto del cuerpo. Aunque el cad¨¢ver est¨¢ bastante completo, faltan el cr¨¢neo y muchos huesos grandes, que probablemente fueron trasladados a otro lugar, de un modo similar al que se hacen con las reliquias en otras religiones.
Una dieta con mucha carne
La ventanita abierta en la cueva de El Mir¨®n hacia el periodo Magdaleniense, como se conoce la ¨¦poca en que vivi¨® ¡°La Dama Roja¡±, tambi¨¦n ha dejado otros detalles sobre la posible forma de vida de aquellos grupos humanos. El hallazgo de polen agrupado en el enterramiento podr¨ªa significar que entre los honores que dispensaron a la difunta tambi¨¦n se encontraban las flores. No obstante, Gonz¨¢lez, tratando de ser cauto en la interpretaci¨®n de los vestigios, comenta que otra posibilidad es que ese polen hubiese aparecido all¨ª porque estuviese en el est¨®mago de la enterrada, que habr¨ªa podido consumir las flores por su valor medicinal.
Por ¨²ltimo, el an¨¢lisis del esmalte de los dientes de la mujer, el sarro acumulado en ellos y su desgaste ha permitido reconstruir c¨®mo era su alimentaci¨®n. Alrededor del 80% de su dieta la constitu¨ªan animales terrestres, como el ciervo o el ¨ªbice, y en torno al 20%, peces marinos, probablemente salm¨®n. Adem¨¢s, se sabe que tambi¨¦n ten¨ªan un parte de alimentaci¨®n vegetal y que com¨ªan hongos.
Para completar la informaci¨®n que ya se ha recopilado, y que se publicar¨¢ este mes en un n¨²mero especial de la revista Journal of Archaeological Science, se espera un an¨¢lisis del ADN extra¨ªdo de restos encontrados en la cueva de El Mir¨®n. El responsable ser¨¢ Svante P??bo, el investigador del Instituto Max Planck de Antropolog¨ªa Evolutiva de Leipzig (Alemania) que ya dirigi¨® la secuenciaci¨®n del genoma neandertal. Esos datos servir¨¢n para saber si, como se sospecha, estos habitantes prehist¨®ricos del sur de Europa fueron quienes repoblaron el norte del continente cuando los hielos lo permitieron. De momento, estudios anteriores ya han mostrado que la pen¨ªnsula Ib¨¦rica sirvi¨® de refugio a los ancestros de los salmones que ahora habitan el Mar del Norte o el B¨¢ltico.
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