Un pacto f¨¢ustico en Europa
Los Estados deber¨ªan transferir una parte significativa de sus finanzas a la Uni¨®n
El psicodrama de amenazas y negociaciones entre Grecia y Bruselas muestra la gran paradoja de la Uni¨®n Europea. Por un lado, la UE es acusada de no hacer mucho por las v¨ªctimas de la crisis. Por otro lado, es habitualmente criticada por promulgar prohibiciones, restricciones y regulaciones excesivas. En realidad los dos achaques son dos caras de la misma moneda. Europa esta sobrerregulada precisamente porque la UE carece de suficientes recursos propios (el presupuesto anual de la UE asciende a menos del 1% del Producto Europeo Bruto, mientras que el estado miembro medio gasta alrededor de 48% de su PIB). En ausencia de un sistema fiscal s¨®lido a escala europea, la UE sustituye sus propios recursos financieros con la regulaci¨®n de la pol¨ªtica fiscal de los estados. Los estados conservan la mayor parte del dinero, pero lo utilizan en gran medida para aplicar legislaci¨®n directa o indirectamente originada en Bruselas.
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Esta situaci¨®n es la opuesta a la de Estados Unidos, donde el gobierno federal es financieramente m¨¢s fuerte que los estados, pero, a pesar de algunas apariencias, Washington regula mucho menos que Bruselas sobre los estados miembros de la Uni¨®n. Esto se debe, parad¨®jicamente, al hecho de que el gobierno federal de Estados Unidos en Washington tiene mucho m¨¢s recursos que las instituciones de la UE en Bruselas y, ya que puede desarrollar sus propias pol¨ªticas a gran escala, no necesita inmiscuirse en el control de muchas pol¨ªticas de los estados. En EE.UU., dado que tanto el gobierno federal como los gobiernos estatales cuentan con recursos financieros suficientes para desarrollar sus propias pol¨ªticas en diferentes temas, lo hacen sin mucha interferencia mutua ¨Cde hecho con menos interferencia que la de Bruselas sobre los estados miembros de la UE. La clave es que Washington es m¨¢s poderoso que Bruselas y, gracias a eso, no tiene que supervisar, vigilar y proteger a los estados tanto como Bruselas hace en Europa.
La otra cara de la historia es que, a lo largo del proceso de fortalecimiento de los recursos del gobierno federal, EE.UU. dej¨® de dar ayuda financiera a los estados o ciudades en bancarrota. Los estados se convirtieron en autosuficientes financieramente tras el rescate de las deudas contra¨ªdas durante las guerras de independencia y a lo largo del siglo diecinueve. De hecho, miles de gobiernos locales han quebrado desde 1840, especialmente despu¨¦s de la Guerra Civil, durante la Gran Depresi¨®n, y m¨¢s recientemente en California, Illinois o Detroit, por ejemplo. La deuda de los gobiernos locales nunca se mutualiza y se deja que estados y ciudades quiebren sin rescates federales. En este contexto de irresponsabilidad federal de las finanzas de los estados, casi todos los estados miembros enmendaron sus constituciones para garantizar presupuestos equilibrados. Los estados recuperaron poder a cambio de asumir responsabilidad fiscal, lo que implica la obligaci¨®n de asumir sus deudas.
Washington es m¨¢s poderoso que Bruselas y no tiene que supervisar, vigilar y proteger a los Estados tanto como Bruselas hace en Europa
De manera similar a la situaci¨®n en EE.UU. hace unos doscientos a?os, varios estados europeos han contra¨ªdo deudas enormes que apenas pueden pagar. Algunos estados europeos han sido m¨¢s propensos a embarcarse en aventuras financieras irresponsables porque algunos de sus gobernantes pensaron que si finalmente corr¨ªan el riesgo de quebrar, siempre pod¨ªan culpar a la Uni¨®n y pedir su rescate con fondos recaudados por los otros estados. Sobre la base de esta expectativa, se resistieron a adoptar una norma de equilibrio presupuestario por s¨ª mismos.
Por eso la UE tuvo que imponer la supervisi¨®n, la regulaci¨®n y el control de las finanzas de los estados, incluyendo un mandato de presupuestos equilibrados. La diferencia es que la adopci¨®n obligatoria de un comportamiento fiscal responsable en la UE puede ser menos eficaz que en EE.UU. porque la mayor¨ªa de los estados miembros de la Uni¨®n americana se comprometieron gradualmente a la autodisciplina por iniciativa propia, despu¨¦s de experimentar el drama de su propia quiebra o suspensi¨®n de pagos, aprender la lecci¨®n e interiorizar la norma como parte de su cultura pol¨ªtica.
Si los estados europeos quieren ahora que la UE haga m¨¢s por los ciudadanos europeos, deber¨ªan aceptar una transferencia significativa de recursos financieros a la Uni¨®n. Con finanzas fuertes, Bruselas ser¨ªa capaz de desarrollar pol¨ªticas de ¨¢mbito europeo y necesitar¨ªa interferir menos en los ¨¢mbitos de competencias reservados a los estados. La fortaleza fiscal de la UE ser¨ªa el precio que deber¨ªan pagar los estados para reducir el exceso de regulaci¨®n de la UE y recuperar parte de su perdida autonom¨ªa. Los estados podr¨ªan desarrollar sus propias pol¨ªticas en los temas en los que eligieran ser diferentes, hasta el punto de ser responsables de sus propias finanzas: deber¨ªan tener libertad de quebrar y no esperar ser rescatados por la UE a expensas de los contribuyentes de otros estados miembros. En otras palabras, demos a dar al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar y a los estados (y a las ciudades y regiones) lo que es suyo.
Si, por el contrario, los estados europeos se oponen a este pacto y quieren mantener el grueso del gasto p¨²blico, no deber¨ªan quejarse de las interferencias y regulaciones de la UE, ya que, en ausencia de fortaleza fiscal de Bruselas, estas son las ¨²nicas v¨ªas por las que la Uni¨®n puede tratar de proporcionar bienes p¨²blicos y hacer algo por los ciudadanos europeos.
Josep M. Colomer es autor del libro El gobierno mundial de los expertos (Anagrama 2015).
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