Cuando el progreso trae miseria
En Kenia, seg¨²n la conclusi¨®n del propio banco, se incumplieron sus normas al no hacer lo suficiente para proteger a los sengweres, una minor¨ªa aut¨®ctona de los bosques occidentales del pa¨ªs
Gladys Chepkemoi estaba escardando las patatas de su huerto el d¨ªa que unos hombres llegaron para quemarle la casa. Cuando su suegra le dijo que los guardas del Servicio Forestal de Kenia estaban de camino, ella se at¨® su hijo de un a?o a la espalda y corri¨® a su choza de tejado de paja. Cogi¨® dos latas de ma¨ªz, mantas, platos y cacerolas, y se ocult¨® en un matorral.
Se qued¨® mirando, cuenta, mientras los guardas forestales uniformados de verde incendiaban su casa. Cuando se fueron, sali¨® del matorral y vio lo que quedaba. ¡°Lo que antes era mi hogar hab¨ªa quedado reducido a cenizas¡±, recuerda.
La joven madre es una de los miles de kenianos expulsados de sus viviendas desde el inicio de un programa de conservaci¨®n forestal financiado por el Banco Mundial (BM) en los montes Cherangani, al oeste de Kenia. Miembros de la ONG Forest Peoples Programme, dedicada a la defensa de los derechos los pobladores de los bosques, afirman que las autoridades gubernamentales han utilizado el proyecto como veh¨ªculo para echar a las poblaciones aut¨®ctonas de sus bosques ancestrales. No son los ¨²nicos. En numerosos pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, aldeanos pobres y otras poblaciones vulnerables afirman que el BM ¡ªel banco de pr¨¦stamos para el desarrollo m¨¢s antiguo y poderoso del planeta¡ª les ha dejado en una situaci¨®n de miseria.
Presas, centrales el¨¦ctricas, programas de conservaci¨®n y otros proyectos patrocinados por el organismo internacional han provocado la expulsi¨®n de millones de personas de sus casas y de sus tierras o puesto en peligro sus modos de vida. En algunos casos, los gobiernos apoyados por la organizaci¨®n han detenido, golpeado e incluso matado a personas que se negaban a salir de sus hogares, seg¨²n consta en las quejas oficiales presentadas por las comunidades afectadas ante el propio BM.
Est¨¢n en peligro porque el Banco Mundial ha incumplido repetidamente sus normas para proteger a las personas que viven en las zonas donde se van a desarrollar los proyectos, entre ellas, el compromiso de reasentarlos en condiciones similares a las de su vida anterior. As¨ª lo revelan los datos de una investigaci¨®n efectuada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n (ICIJ por sus siglas en ingl¨¦s) junto a medios colaboradores como el Huffington Post, GroundTruth Project, The Guardian, EL PA?S y otros.
Presas, centrales el¨¦ctricas, programas de conservaci¨®n y otros proyectos patrocinados por el BM han provocado la expulsi¨®n de millones de personas de sus casas
Este art¨ªculo es el primero de una serie dedicada a lo que puede sucederles o ya les ocurre a quienes habitan en lugares donde se han planificado dichos proyectos. Entre los reportajes publicados hoy se incluyen una sinopsis detallando los principales hallazgos efectuados por el equipo de periodistas, un art¨ªculo sobre las expulsiones masivas en Etiop¨ªa vinculadas a una iniciativa del BM y otro sobre una mina de oro peruana que es en parte propiedad de la filial de inversi¨®n del organismo en el sector privado. El ICIJ y sus colaboradores publicar¨¢n en las pr¨®ximas semanas m¨¢s art¨ªculos relacionados con proyectos del Banco Mundial en Ghana, Guatemala, Kosovo y otros pa¨ªses.
El BM ha admitido que existen "defectos" en su protecci¨®n a los desplazados en algunos de los proyectos que han financiado, y asegura que est¨¢ trabajando para mejorar sus pol¨ªticas y su forma de aplicarlas. El banco reconoce, adem¨¢s, que proteger a las personas que se ven afectadas por sus programas de ayuda al desarrollo es una "piedra angular" de sus esfuerzos para "poner fin a la pobreza extrema y fomentar una prosperidad compartida".
En Kenia, seg¨²n la conclusi¨®n del Comit¨¦ de Inspecci¨®n interno del Banco Mundial, el banco incumpli¨® sus normas al no hacer lo suficiente para proteger a los sengweres, una minor¨ªa aut¨®ctona de los bosques occidentales del pa¨ªs, a la que pertenecen Chepkemoi y su familia. El informe, publicado el pasado octubre, conclu¨ªa que el BM no era culpable directo de estas expulsiones, pero s¨ª podr¨ªa haber ayudado a evitar los abusos cometidos si hubiese obligado a cumplir sus propias reglas a las instituciones que reciben sus pr¨¦stamos para desarrollar los planes, entre las que se incluye la exigencia de respetar los derechos territoriales de los pueblos ind¨ªgenas.
El organismo empez¨® a financiar el Proyecto de Gesti¨®n de Recursos Naturales del Servicio Forestal de Kenia (KFS) en 2007. Prometi¨® aportar 68,5 millones de d¨®lares de los 78 millones presupuestados para el proyecto, en un esfuerzo por ayudar al KFS a "mejorar los medios de vida de las comunidades participando en la gesti¨®n compartida del agua y los bosques".
El Forest Peoples Programme (Programa para los Pueblos Silv¨ªcolas), una entidad sin ¨¢nimo de lucro con sede en Reino Unido, afirma que la financiaci¨®n aportada por el banco puso en peligro a los sengweres porque el proyecto de conservaci¨®n cambiaba los l¨ªmites de la Reserva Forestal de los Montes Cherangani de forma tal que miles de ind¨ªgenas quedaban en su interior. Esto, seg¨²n la organizaci¨®n, dio a los funcionarios del KFS un pretexto para expulsarlos. Paul Kibet, secretario del Consejo de Ancianos Sengweres, afirma que ese dinero tambi¨¦n ha proporcionado al KFS el equipamiento necesario para lanzar una campa?a de expulsi¨®n masiva. ¡°Tras recibirlo, adquirieron nuevos veh¨ªculos. Les compraron a los guardas forestales muchas armas nuevas, y botas, etc¨¦tera¡±, asegura.
Por su parte, el Gobierno de Kenia considera que esta minor¨ªa est¨¢ ocupando ilegalmente terrenos p¨²blicos. Las autoridades han arrasado al menos un millar de sus casas desde que el BM empez¨® a financiar el proyecto de conservaci¨®n, seg¨²n los c¨¢lculos efectuados por los afectados e investigadores de Forest Peoples Programme. Tambi¨¦n han encarcelado a docenas de ind¨ªgenas por cultivar sin permiso y entrar en terrenos ocupados por sus clanes ¡°desde tiempo inmemorial¡±, como se afirmaba en una queja formal presentada por un grupo de sengweres ante el propio Banco Mundial.
Miles de kenianos ha sido expulsados de sus viviendas desde el inicio de un programa de conservaci¨®n forestal
El KFS sostiene que no ha efectuado expulsiones "forzosas", y que "las personas que de verdad merec¨ªan reasentamiento" han sido "analizadas en detalle mediante un proceso consultivo y participativo". En la primavera de 2011, el Banco Mundial inst¨® al Ministerio de Econom¨ªa de Kenia a poner fin a las expulsiones hasta que pudiesen ayudar al Gobierno a establecer un plan para solucionar los problemas de los sengweres. Seg¨²n funcionarios del BM, las autoridades keniatas accedieron a poner fin a las expulsiones hasta encontrar nuevos territorios donde poder realojar a los sengweres. Pero los l¨ªderes nativos afirman que el Gobierno les ofreci¨® una tierra improductiva y sin ¨¢rboles. Los desahucios y los incendios continuaron.
Paulina Sanyaga recuerda que, despu¨¦s de que el KFS le quemara su casa en marzo de 2011, pas¨® la noche entera en el bosque con sus hijos. El m¨¢s peque?o ten¨ªa entonces cinco a?os. "Mi hijo me preguntaba por qu¨¦ dorm¨ªamos fuera, y yo le dije que el Gobierno no solo hab¨ªa quemado nuestra vivienda, sino la de todos los dem¨¢s". Como los hombres del KFS tambi¨¦n destruyeron el cercado perdieron gran parte de sus vacas y ovejas. "Me dio mucha l¨¢stima", dice. "Las hab¨ªa conseguido con mi propio sudor".
John Chebaraa, de 60 a?os y padre de siete hijos, durmi¨® en una cavidad en el tronco de un ¨¢rbol la noche despu¨¦s de que le quemasen la casa, a mediados de 2011. "Pas¨¦ mucho fr¨ªo", recuerda. "Al despertarme por la ma?ana ten¨ªa el cuerpo ceniciento y p¨¢lido". Despu¨¦s de que les quemaran la vivienda, en octubre de 2011, Chepkemoi, su marido y la otra esposa de este ¡ªlos sengweres son pol¨ªgamos¡ª se construyeron un refugio temporal con bamb¨², cuero de vaca y piel de oveja. Durmieron en ¨¦l durante meses antes de decidir fabricar una casa en condiciones porque, dice, el KFS siempre andaba patrullando cerca. "Si hubi¨¦ramos construido una casa nueva, tambi¨¦n la habr¨ªan quemado. As¨ª que esperamos hasta que dejaron de vigilar la zona".
El incendio provocado por el KFS les destruy¨® el mijo, cinco sacos de ma¨ªz y cuatro panales de abejas, comenta Brian Bett, el marido de Chepkemoi. La familia solo ten¨ªa patatas y leche para alimentarse. "No ten¨ªa comida suficiente para la familia, y a menudo nos ¨ªbamos a la cama con hambre para que los ni?os pudiesen comer¡±, explica Bett. "Mis hijos han afrontado muchas dificultades y llorado mucho porque son peque?os y no comprenden lo que les pasa".
El Gobierno keniano prosigui¨® con el reasentamiento a¨²n despu¨¦s de que la financiaci¨®n del Banco Mundial al Proyecto de Gesti¨®n de Recursos Naturales hubiese acabado oficialmente, en junio de 2013. A comienzos de 2014, los defensores de los sengweres informaron de que las autoridades hab¨ªan iniciado una nueva oleada de expulsiones, y denunciaron a varios organismos de Naciones Unidas que las cosas sobre el terreno se hab¨ªan vuelto "ca¨®ticas". Hab¨ªa familias enteras movi¨¦ndose con sus hijos y pertenencias "hacia ning¨²n sitio en particular".
El Banco Mundial ha incumplido repetidamente sus normas de proteger a las personas que viven en las zonas donde se van a desarrollar los proyectos
Entonces, el BM, se?alando que ya no financiaba el proyecto, afirm¨® que no estaba "relacionado con estas expulsiones". Sus responsables sostienen que la instituci¨®n no es culpable de ninguno de los abusos efectuados por el KFS ya que el Gobierno keniano lleva d¨¦cadas expulsando a los sengweres y ha seguido haci¨¦ndolo una vez terminada la participaci¨®n oficial del banco. Tom Lomax, abogado especialista en Derechos Humanos que colabora con el Forest Peoples Programme, afirma que el BM s¨ª es en parte culpable, incluso de las expulsiones m¨¢s recientes, porque "no hizo lo suficiente ¡ªo no hizo nada suficientemente contundente¡ª para evitarlas en el transcurso del proyecto". Y eso, en su opini¨®n, anim¨® a las autoridades del pa¨ªs a seguir adelante con una campa?a de desalojos que se fue volviendo cada vez m¨¢s agresiva durante el tiempo que el Banco Mundial financi¨® al KFS, afirma.
Decenas de miles de sengweres siguen viviendo en los montes de Cherangani. Seg¨²n fuentes ind¨ªgenas, los guardas del KFS han continuado echando a la gente durante todo 2014 y en lo que va de 2015. El pasado septiembre, los periodistas autores de esta cr¨®nica vieron dos casas destruidas y humeantes y varios cercados a¨²n ardiendo. Los residentes les confirmaron que los guardas forestales les hab¨ªan prendido fuego pocas horas antes. "No entiendo por qu¨¦ nos persiguen as¨ª", se quejaba Selly Rotich, madre de cinco ni?os, sentada delante de su vivienda reducida a cenizas. Al d¨ªa siguiente, unos guardas del KFS se encararon con los periodistas cuando estos se adentraban en el bosque, pregunt¨¢ndoles por qu¨¦ estaban hablando con los sengweres. "Son invasores¡±, dec¨ªa un agente que se neg¨® a identificarse. ¡°No tienen permiso para estar en el bosque. Est¨¢n aqu¨ª ilegalmente¡±.
Los periodistas preguntaron a los guardas si ellos eran quienes hab¨ªan prendido fuego a las casas de los sengweres el d¨ªa anterior. Uno respondi¨®: "Os est¨¢n mintiendo. Esta gente os est¨¢ confundiendo. Dicen que nosotros les quemamos las casas, pero, ?c¨®mo sab¨¦is que no son ellos quienes las queman". Ante eso, varios agentes del KFS sonrieron burlonamente.
Jacob Kushner y Anthony Langat son corresponsales en Kenia del GroundTruth Project, una agencia de noticias mundial sin ¨¢nimo de lucro con sede en Estados Unidos. Sasha Chavkin es periodista y Michael Hudson es redactor jefe en el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n.
Traducci¨®n: Newsclip.
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