Economistas y hechiceros
La crisis es el terreno abonado para una cr¨ªtica desmesurada de la profesi¨®n de economista
El economista es un arrogante profesional que, crey¨¦ndose siempre en posesi¨®n de la verdad, se empe?a en ofrecer recomendaciones de pol¨ªtica que se han demostrado in¨²tiles y en predecir, con muy poco ¨¦xito, las crisis financieras. Esta definici¨®n no consta en ning¨²n diccionario, pero podr¨ªa construirse juntando los principales mensajes de dos art¨ªculos de opini¨®n publicados recientemente por EL PA?S: La fraudulenta superioridad de los economistas de Mois¨¦s Naim y El economista y las manos sucias de Joaqu¨ªn Estefan¨ªa. Como la crisis econ¨®mica ha impuesto un notable sufrimiento a la poblaci¨®n, esta definici¨®n encontrar¨¢ sin duda terreno abonado para su aceptaci¨®n. Sin embargo, la caracterizaci¨®n que se hace del economista es cuanto menos parcial y, en lo que sigue, se ofrecen argumentos en dicho sentido.
Otros art¨ªculos de los autores
La acusaci¨®n al economista de creerse una ¨¦lite superior est¨¢ en parte apoyada por su supuesto menosprecio por otras disciplinas. Sin embargo, a lo largo de su historia, la econom¨ªa se ha nutrido del conocimiento importado de muchas de ellas, y lo sigue haciendo. De hecho, es dif¨ªcil encontrar otra ciencia tan interdisciplinar como la econom¨ªa. El nexo con otras ¨¢reas del conocimiento ha sido tan estrecho que ha dado lugar a campos de especializaci¨®n como la historia econ¨®mica, la geograf¨ªa econ¨®mica, la econom¨ªa evolutiva, la econom¨ªa del medio ambiente, la econom¨ªa del transporte, la econom¨ªa de la salud, la econom¨ªa de la educaci¨®n, la econom¨ªa conductual, o la econom¨ªa pol¨ªtica, entre otras.
La taca?er¨ªa para referenciar art¨ªculos publicados en revistas acad¨¦micas que no sean de econom¨ªa, se argumenta como otro ejemplo de la prepotencia del economista. Por ejemplo, Mois¨¦s Na¨ªm comenta que de todas las referencias en la revista The American Economic Review, una de las publicaciones m¨¢s importantes en econom¨ªa, s¨®lo un exiguo 0.8% se dirigen a revistas de ciencias pol¨ªticas. Sin embargo, si hacemos el ejercicio inverso, observamos que del total de citas bibliogr¨¢ficas que aparecieron en American Political Science Review, la revista con mayor impacto cient¨ªfico dentro de las ciencias pol¨ªticas, s¨®lo un 4.1% son para revistas de econom¨ªa.
Aunque existe una asimetr¨ªa, a raz¨®n de 5 a 1, entre el porcentaje de citas de art¨ªculos de econom¨ªa en las revistas de ciencias pol¨ªticas y el porcentaje de citas en sentido inverso, las principales causas de dicha asimetr¨ªa guardan muy poca relaci¨®n con la atribuida cicater¨ªa del economista con otras ciencias sociales. Una raz¨®n es que al incorporar la econom¨ªa otras disciplinas en su cuerpo de conocimientos, como la pol¨ªtica, un conjunto amplio de art¨ªculos acad¨¦micos relacionados con las ciencias pol¨ªticas ha terminado public¨¢ndose en revistas bajo el ep¨ªgrafe de ¡®econom¨ªa¡¯, art¨ªculos que a su vez son referenciados tanto en revistas de econom¨ªa como de ciencias pol¨ªticas.
Pero tambi¨¦n existe un componente de escala importante, que influye directamente sobre la probabilidad de realizar citas extra-disciplinares. Y es que, para el mismo n¨²mero de revistas, hay m¨¢s art¨ªculos publicados en econom¨ªa que en ciencias pol¨ªticas, lo que provoca que las ciencias pol¨ªticas tengan m¨¢s art¨ªculos afines donde elegir fuera de su disciplina, o que la econom¨ªa tenga menos art¨ªculos potenciales que citar. Hecha la correcci¨®n por esta raz¨®n, la ratio entre la probabilidad de citas extra-disciplinares de las ciencias pol¨ªticas y de la econom¨ªa se reduce a la observada entre, por ejemplo, la psicolog¨ªa y las ciencias pol¨ªticas.
Pero al economista se le recrimina no s¨®lo creerse un ser superior sino representar un fraude para la sociedad, b¨¢sicamente por no haber sido capaz de predecir la crisis financiera y haber fallado en las recomendaciones de pol¨ªtica para sacarnos de ella. Esta acusaci¨®n tambi¨¦n es injusta. Los economistas tratan de entender y explicar la realidad por medio de modelos econ¨®micos. La modelizaci¨®n econ¨®mica, a su vez, satisface dos condiciones deseables: por una parte, plantea el razonamiento econ¨®mico en un lenguaje, el matem¨¢tico, que impone una gran disciplina l¨®gica, estableciendo un claro hilo conductor desde los supuestos iniciales a las conclusiones finales y, por otra parte, facilita la contrastaci¨®n emp¨ªrica, es decir, la confrontaci¨®n cuantitativa de la teor¨ªa y los datos.
La deslegitimaci¨®n de la econom¨ªa como disciplina, en base a su incapacidad para prever con la suficiente antelaci¨®n los peligros que se cern¨ªan sobre el sistema financiero, es inmerecida
La consistencia l¨®gica impuesta por los modelos econ¨®micos distingue el razonamiento econ¨®mico serio de las diatribas sectarias que tanto abundan en las tertulias televisivas, con o sin la presencia de ciertos economistas m¨¢s interesados en recibir el aplauso de la grada que en descifrar las causas ¨²ltimas de los problemas y en ofrecer soluciones. Adem¨¢s, la contrastaci¨®n emp¨ªrica de las teor¨ªas sienta las bases, mediante la refutaci¨®n, para la evoluci¨®n del conocimiento cient¨ªfico.
Los modelos econ¨®micos, como ha sucedido tambi¨¦n con los modelos de la f¨ªsica, la astronom¨ªa o la medicina, por ejemplo, han evolucionado constantemente a lo largo de la historia, y esa evoluci¨®n nos ha conducido a un mejor conocimiento de los fen¨®menos econ¨®micos. Una explicaci¨®n de c¨®mo los avances de la econom¨ªa han mejorado la calidad de las pol¨ªticas econ¨®micas, tambi¨¦n durante esta crisis, requerir¨ªa otro art¨ªculo. De momento, lo que interesa destacar es que este proceso de selecci¨®n natural de las teor¨ªas, en el que las mejores perduran y se abandonan las m¨¢s d¨¦biles, forma parte del progreso de la ciencia. Sin embargo, y de forma parad¨®jica, la ¨²ltima crisis econ¨®mica ha desatado la furia de los que podr¨ªamos llamar enemigos del m¨¦todo cient¨ªfico.
La deslegitimaci¨®n de la econom¨ªa como disciplina, en base a su incapacidad para prever con la suficiente antelaci¨®n los peligros que se cern¨ªan sobre el sistema financiero, es inmerecida. Y lo es por dos razones. En primer lugar porque muchos de los economistas serios, sin llegar a predecir la crisis, llevaban tiempo avisando de los grandes desequilibrios macroecon¨®micos en un mundo globalizado, desequilibrios que como se ha demostrado contribuyeron a hinchar la burbuja de activos hasta su explosi¨®n. Y en segundo lugar, porque el objetivo de la econom¨ªa, nunca puede llegar a ser la predicci¨®n de las crisis financieras, porque ¨¦stas est¨¢n casi inevitablemente aparejadas a ¡°sorpresas¡±, es decir, variables t¨ªpicamente no previsibles.
A fin de ilustrar esta ¨²ltima afirmaci¨®n, pi¨¦nsese en otras disciplinas del conocimiento mucho m¨¢s respetadas. Supongamos que no habl¨¢ramos de economistas sino de f¨ªsicos, ?deber¨ªamos concluir que la geof¨ªsica, es una ciencia in¨²til porque los sism¨®logos no fueron capaces de predecir el tsunami que devast¨® Indonesia y no alertaron de los terremotos de Hait¨ª o Chile? Y si en lugar de los economistas se tratara de m¨¦dicos, ?establecer¨ªamos la invalidez de los avances habidos en el diagn¨®stico y tratamiento de enfermedades durante el ¨²ltimo siglo simplemente porque la medicina no vio venir el SIDA o el ?bola, se equivoc¨® en la predicci¨®n de la incidencia de la gripe A, o no acierte a decirnos cu¨¢ndo y de qu¨¦ moriremos? Y si nos referimos a las ciencias pol¨ªticas, ?tendr¨ªamos que rechazar por fraudulentos los avances en el conocimiento durante las ¨²ltimas d¨¦cadas porque los polit¨®logos no avisaron del desmembramiento de Yugoslavia, de la irrupci¨®n de la Primavera ?rabe o del inicio del conflicto en Ucrania?
Tal vez esos errores deber¨ªan llevarnos a cerrar no s¨®lo los departamentos de econom¨ªa, como apuntan algunos periodistas, sino tambi¨¦n los de f¨ªsica, medicina o ciencias pol¨ªticas. O llenarlos de brujos y hechiceros. Y entonces podr¨ªamos discutir sobre quien tiene la bola de cristal m¨¢s grande.
Jos¨¦ E. Bosc¨¢ Mares y Javier Ferri Carreres son profesores de An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Valencia e investigadores asociados de FEDEA.
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