El libro
Lectura y libertad son pasiones que siempre acaban por encontrarse
En el tronco de un haya una pareja de enamorados ha grabado un coraz¨®n traspasado por una flecha. In¨¦s y Luis son sus nombres inscritos en la corteza plateada a punta de navaja. Fue hace muchos a?os. El ¨¢rbol era todav¨ªa joven cuando la pareja de enamorados pas¨® por aqu¨ª. El tronco, ya muerto, al crecer ha ensanchado y corro¨ªdo los trazos. Un experto en bot¨¢nica podr¨ªa descubrir el tiempo exacto que ha pasado, aunque en este caso no es necesario, puesto que debajo del coraz¨®n herido hay una fecha. 23 de abril de 1968. Al pie de este ¨¢rbol discurre un r¨ªo apacible cuyas aguas, como la vida, puede que se hayan llevado al mar o a la tumba la memoria de estos amantes. Pero lo escrito, escrito est¨¢. Etimol¨®gicamente el vocablo libro se deriva del lat¨ªn liber, que significa la capa fibrosa que hay debajo de la corteza de ciertos ¨¢rboles. Plinio el Viejo cuenta que los romanos escrib¨ªan sobre estas cortezas antes de que se descubriera el papiro. Libro y libre tienen en lat¨ªn la misma ra¨ªz. Lectura y libertad son pasiones que siempre acaban por encontrarse. El D¨ªa del Libro fue instituido en recuerdo del aniversario de la muerte de Cervantes cuando los vientos saludables anunciaban que la Rep¨²blica estaba al llegar. Tampoco 1968 fue un mal a?o. Tal vez aquella pareja de enamorados, In¨¦s y Luis, hijos del Mayo franc¨¦s, hab¨ªan estrenado los primeros vaqueros y hab¨ªan puesto el dedo en el arc¨¦n para viajar en autostop a Par¨ªs con un libro de poemas de Dylan Thomas en la mochila. O tal vez nada. Puede que no fueran conscientes del significado del 23 de abril, pero al grabar sobre el tronco del haya un coraz¨®n, una fecha y sus nombres hab¨ªan regresado sin saberlo al origen del libro, que radica en la corteza de los ¨¢rboles, donde los antiguos griegos y romanos escribieron los primeros pensamientos y las primeras palabras de amor.
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