A 40 a?os del final tr¨¢gico del ?frica portuguesa
Autor invitado: Omer Freixa
25 de junio, 5 de julio y 11 de noviembre de 2015. A quien le interesen las efem¨¦rides, para cada una de esas fechas podr¨¢ nombrar, respectivamente, el D¨ªa Mundial del vitiligo, el a?o pasado el D¨ªa Mundial de las Cooperativas y la finalizaci¨®n de la Primera Guerra Mundial en 1918, entre otras. Pero, si se es m¨¢s cuidadoso y se piensa en algunos pa¨ªses apartados de las noticias habituales, se percatar¨¢ de que esas fechas corresponden a las independencias de tres pa¨ªses africanos y ex colonias portuguesas: Mozambique, el archipi¨¦lago de Cabo Verde y Angola.
Este a?o se cumplen cuatro d¨¦cadas de independencia en un proceso que, a diferencia de la mayor¨ªa de descolonizaciones en ?frica, se desenvolvi¨® en una forma desventurada y violenta. Mientras en buena parte del territorio africano soplaban desde el t¨¦rmino de la Segunda Guerra Mundial lo que un ministro brit¨¢nico denominara ¡°Vientos de cambio¡±, y que unos a?os m¨¢s tarde desencadenar¨ªan numerosas emancipaciones africanas, las autoridades portuguesas pod¨ªan afirmar sin lugar a error que sus posesiones africanas gozaban de tranquilidad y de una floreciente prosperidad. Angola, con 200.000 habitantes blancos, gracias al petr¨®leo, la miner¨ªa de los diamantes y el caf¨¦ viv¨ªa un boom econ¨®mico y, al igual que la no tan rica Mozambique, atrajo ingentes inversiones extranjeras. Las ciudades del ?frica portuguesa figuraban como las m¨¢s din¨¢micas del continente y Luanda, la capital angole?a, ranqueaba por detr¨¢s de las metropolitanas Lisboa y Porto.
Desde 1932 en el poder portugu¨¦s, Antonio Oliveira Salazar no ten¨ªa intenci¨®n de torcer el rumbo. En noviembre de 1960 dijo ante la Asamblea Nacional: ¡°Hemos permanecido en ?frica por 400 a?os, lo que implica m¨¢s que haber llegado ayer¡±. Los portugueses fueron los primeros europeos en establecerse en ?frica y recogieron un m¨¦rito, convertirse en los ¨²ltimos en retirarse en bloque. Al igual que Francia, Portugal consider¨® a todas sus posesiones imperiales ¡°provincias de ultramar¡±. Al concebirlas de tal modo ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil querer renunciar a ellas, lo que tendr¨ªa consecuencias tr¨¢gicas para el futuro. No obstante, pese a las apariencias, las semillas del descontento estaban plantadas desde fecha tan temprana como 1956. Ese a?o un grupo de intelectuales angole?os fund¨® el Movimiento Popular de Liberaci¨®n de Angola (MPLA) con el objetivo de derrocar el dominio portugu¨¦s, lo que le vali¨® la persecuci¨®n gubernamental y un pase al exilio, a¨²n sin mayores consecuencias para la estabilidad del imperio.
Pero la tranquilidad fue interrumpida en 1961 por una explosi¨®n de violencia en el norte de Angola que tom¨® a la administraci¨®n europea incauta, con centenas de muertos tras ataques de los locales. Al gobierno colonial le llev¨® seis meses restablecer el orden, con fuertes represalias de las cuales resultaron 20.000 angole?os muertos. Si bien se levantaron las medidas m¨¢s oprobiosas, como el trabajo forzado, el gobierno de Salazar no dio el menor atisbo de quebrar el mando pol¨ªtico. En suma, este alzamiento marca el inicio de la lucha de liberaci¨®n en Angola, que se prolongar¨ªa hasta 1975. Por la causa de la independencia angole?a, al MPLA se sumar¨ªa a partir de 1962 el Frente Nacional de Liberaci¨®n de Angola (FNLA), aunque tiempo m¨¢s tarde estallar¨ªan las diferencias por la conducci¨®n del movimiento emancipatorio, a las que se sum¨® un tercero en discordia, la Uni¨®n Nacional por la Independencia Total de Angola (Unita), lanzada en 1966 por Jonas Savimbi.
La lucha de Angola pronto se replicar¨ªa en otros sitios del imperio portugu¨¦s, ante la negativa de Salazar de iniciar la reforma pol¨ªtica. Movimientos nacionalistas se embarcaron en el combate. De modo que una guerra de guerrillas emergi¨® en la peque?a y occidental Guinea Bissau, en 1963, y en Mozambique en 1964. En ambos casos fue iniciada por grupos en el exilio que utilizaron los pa¨ªses vecinos como bases para lanzar ataques y sumar miembros y armas. Fue el caso del Partido de la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC) en Guinea-Bissau y del Frente de Liberaci¨®n de Mozambique (Frelimo) en la colonia oriental portuguesa. Al comienzo los portugueses pudieron detenerlos porque los movimientos estaban divididos al interior y no eran fuertes. Pero la semilla del descontento ya hab¨ªa estallado violentamente en toda el ?frica portuguesa mientras buena parte del continente acced¨ªa a la independencia, excepto algunos casos puntuales, en forma consensuada y pac¨ªfica.
Para 1970 los sublevados no estaban teniendo ¨¦xito m¨¢s all¨¢ del control de determinadas zonas, mientras Portugal empleaba en la mitad de sus ej¨¦rcitos coloniales a africanos y con nuevos m¨¦todos de contra-insurgencia reforzaba el ¨¦xito en la empresa b¨¦lica, a la par que consideraba la posibilidad de una retirada muy remota. El sucesor del viejo Salazar desde 1968, Marcello Caetano, sigui¨® la misma estrategia intransigente al considerar a Portugal una naci¨®n indivisible.
Pero tres guerras en simult¨¢neo desgastaban la energ¨ªa y la moral lusitana. Eran necesarias unas 100.000 tropas metropolitanas para hacerles frente y, adem¨¢s, pesaba la falta de oficiales. La jerarqu¨ªa militar, cansada por el esfuerzo b¨¦lico y convencida de que la guerra en ?frica no se pod¨ªa ganar, tom¨® el poder por asalto en la Revoluci¨®n de los Claveles, el 25 de abril de 1974, dispuesta a terminar con una guerra vista como impopular. Se lleg¨® a un acuerdo que concluy¨® la beligerancia en Guinea Bissau y en septiembre de ese a?o Lisboa reconoci¨® su independencia. Restaban Mozambique y Angola, en las cuales reinaron, desde el principio, la confusi¨®n y el caos.
Mozambique y Angola, lo peor
En Mozambique la ca¨ªda del gobierno de Caetano gener¨® un vac¨ªo de poder profundo del cual la guerrilla del Frelimo aprovechara para ganar terreno, mientras 200.000 blancos hu¨ªan abandon¨¢ndolo todo. En septiembre de 1974 comenz¨® una transici¨®n hacia la independencia que culmin¨® en junio del a?o siguiente. La nueva pol¨ªtica del r¨¦gimen del flamante Frelimo condujo a una revoluci¨®n bajo el paraguas del marxismo-leninismo que pronto provoc¨® un descontento generalizado, el cual explot¨® en forma de guerra civil. El movimiento Resistencia Nacional Mozambicana (Renamo), un grupo heterog¨¦neo de marginales, descontentos y disidentes, armado por los reg¨ªmenes racistas de Sud¨¢frica y Rhodesia, propuso como ¨²nico objetivo pol¨ªtico derrocar al gobierno. En consecuencia, en la primera mitad de d¨¦cada de 1980 el Renamo hab¨ªa asesinado a 100.000 personas, seg¨²n un informe oficial norteamericano.
La guerra civil se prolong¨® hasta 1992 y convirti¨® al pa¨ªs, seg¨²n el Banco Mundial, en el m¨¢s pobre del mundo a su t¨¦rmino, con el 60% de su poblaci¨®n viviendo en la pobreza absoluta. El costo humano fue cercano al mill¨®n de bajas, similar n¨²mero de refugiados y 4 millones de desplazados internos. Al d¨ªa de hoy, siendo Renamo la principal oposici¨®n pol¨ªtica, la rivalidad y la tensi¨®n con el gobernante Frelimo llenan tapas de titulares y el fantasma de un retorno a la guerra civil no ser¨ªa una exageraci¨®n.
Pero en Angola la situaci¨®n super¨® en dramatismo. Apenas producida la desintegraci¨®n de la administraci¨®n portuguesa, las tres agrupaciones locales comenzaron a competir entre ellas por el poder, transformando la guerra por la liberaci¨®n en una civil, enfrascada en el marco de la Guerra Fr¨ªa y atrayendo a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y a los Estados Unidos indirectamente, desde los apoyos a los dos bandos enfrentados. Angola devino una guerra ¡°caliente¡± m¨¢s en el escenario bipolar mundial. La Organizaci¨®n de la Unidad Africana presion¨® para un encuentro entre los l¨ªderes del MPLA, el FNLA y la Unita en enero de 1975, en el cual acordaron la formaci¨®n de un gobierno interino de coalici¨®n y a emprender elecciones antes de la fecha de independencia, pactada para el 11 de noviembre. Pero a fines de enero hab¨ªan comenzado choques entre fuerzas del FNLA (en sus comienzos bajo ayuda del dictador del entonces Zaire, Mobutu) y el MPLA (con apoyo sovi¨¦tico y, pronto, cubano). La Unita recibi¨® respaldo de los Estados Unidos y de la racista Sud¨¢frica del Apartheid. Mientras tanto, al igual que en Mozambique, los blancos huyeron. Se calcula que unos 300.000 lo hicieron dejando al pa¨ªs en estado de colapso gubernamental y econ¨®mico. Eso ser¨ªa tan solo el comienzo de una cruenta guerra civil que azot¨® al pa¨ªs, concluyendo reci¨¦n en 2002, y al que dej¨® devastado. A la saz¨®n Angola importaba los insumos m¨¢s b¨¢sicos. El costo humano fue enorme. Se calcula cerca de un mill¨®n de muertos en 27 a?os de conflicto, el m¨¢s largo en la historia africana, 4 millones de desplazados, m¨¢s de 100.000 mutilados por minas antipersonales y, en lo econ¨®mico, el 82% de la poblaci¨®n en la miseria.
Las guerras civiles en Mozambique y Angola, adem¨¢s de su compleja gravitaci¨®n a nivel interno, desequilibraron toda el ?frica austral puesto que los bandos involucrados recibieron apoyo de varios de los pa¨ªses vecinos y, ante todo, de reg¨ªmenes de m¨¢s que dudosa reputaci¨®n frente al respeto por los Derechos Humanos, especialmente si se toma en cuenta el caso de Sud¨¢frica, con su apoyo expl¨ªcito tanto a la Unita como al Renamo. Tambi¨¦n otro r¨¦gimen racista, el de Rhodesia, crey¨® que la lucha del Frelimo era una fuente de inestabilidad y pas¨® a la acci¨®n para evitar otra ca¨ªda del ¡°poder blanco¡±. Una vez m¨¢s, como en otros contextos africanos en donde la independencia se resolvi¨® por la v¨ªa armada, en el ?frica portuguesa la retirada abrupta de los europeos provoc¨® consecuencias indeseadas de largo arrastre. En Angola, si se suma la guerra civil m¨¢s la precedente de liberaci¨®n, se superan 40 a?os casi ininterrumpidos de beligerancia, mientras que en Mozambique son un poco menos de 30.
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