La detenci¨®n
Eduardo Bautista, expresidente de la SGAE, fue detenido hace cuatro a?os Quedaron atr¨¢s denuncias nunca sustanciadas porque eran falsas
Hace ahora cuatro a?os detuvieron y metieron en un calabozo a Eduardo Bautista, a quien todo el mundo llama Teddy. Era entonces el presidente ejecutivo de la SGAE. El juez que, de una u otra forma, decidi¨® convocar a los medios para que asistieran a este ajusticiamiento previo al ajusticiamiento consider¨® oportuno que los agentes que fueron a la sede en la que trabajaba el que fue cantante de Los Canarios saltaran las vallas del edificio como si estuvieran en una pel¨ªcula de g¨¢nsteres. Las puertas del edificio estaban abiertas y era a la luz del d¨ªa.
La escenograf¨ªa de aquella detenci¨®n fue profusamente divulgada en los medios, pues para eso se hizo; si no hubi¨¦ramos sabido d¨®nde estaba Bautista habr¨ªamos pensado que estaba en peligro de fuga despu¨¦s de haber cometido un asesinato m¨²ltiple. En realidad, estaba en un entierro, en Madrid, que era donde se produc¨ªan estos hechos espectaculares al mando de la autoridad judicial. Luego se hizo la calma, pero seguro que no se hizo la calma sobre la SGAE, a la que han desarmado incluso sus propios responsables, cuyos directivos subsecuentes (no todos) quisieron alargar la mano de la polic¨ªa hasta el cuello de Teddy.
As¨ª que el culpable estaba en un entierro y estaba, por tanto, al alcance de esa mano que salt¨® vallas y luego lo encarcel¨®. Se produjo despu¨¦s la foto adecuada a estos casos: el culpable prematuro saliendo de los calabozos con la barba crecida, las gafas oscuras, ese determinismo que advierte del aspecto exterior de un acusado que por dentro tampoco debe andar bien la procesi¨®n del individuo.
A partir de entonces poco se ha sabido de Bautista; quedaron atr¨¢s denuncias que nunca fueron sustanciadas porque eran falsas: que la SGAE, al mando de este culpable, hab¨ªa pedido derechos de autor por lo que se interpret¨® en el concierto a beneficio de las v¨ªctimas del terremoto de Lorca, que se cobrara por la m¨²sica de las bodas o de los bautizos, que se cobrara por lo que se interpreta a partir de versiones de obras cl¨¢sicas, cuando es l¨®gico en el mundo que esos derechos se establezcan y se satisfagan... Claro que no fue encausado por eso, pero el ruido armado en meses y a?os anteriores acerca de esos incidentes magnificados de su gesti¨®n ayud¨® a hacer m¨¢s digerible la persecuci¨®n y detenci¨®n habidas aquel d¨ªa de junio de hace cuatro a?os en la sede de la entidad que dirig¨ªa.
Poco se ha sabido de Bautista, pues, pero seguro que ¨¦l ha sabido lo que es permanecer a la espera de juicio (con otros colegas suyos) mientras el juez Ruz (este fue el instructor) dilucidaba entre millones de papeles y miles de millones de palabras. Han pasado cuatro a?os y el juez se va, deja el encargo; atr¨¢s deja otros casos el se?or Ruz, naturalmente, pero deja este tambi¨¦n. Para salvar su honra, si esta ha sido mancillada sin motivo, ?le queda ahora al acusado y presunto culpable esperar a que el juez sustituto se aprenda otra vez el ingente sumario?
Ahora que hemos visto c¨®mo la justicia (la que sea) ha puesto su mano en el pescuezo de Rato, en un procedimiento cuya urgencia ya ha sido cuestionada como una secuela real del House of Cards espa?ol, me acuerdo de lo que pas¨® con la mano que se puso al cuello de Teddy Bautista, c¨®mo han debido pesarle esos dedos.
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