Fin de ¨¦poca
Estamos ante una crisis de r¨¦gimen y se deber¨¢ afrontar una renovaci¨®n institucional
Vive la escena p¨²blica un ambiente de fin de ¨¦poca que recuerda el final del felipismo. La ca¨ªda de Rodrigo Rato, referente del periodo que abri¨® el regreso de la derecha al poder de la mano de Aznar, completa el retablo de despedida de una etapa que, bajo la hegemon¨ªa ideol¨®gica conservadora, que el periodo de Zapatero no tumb¨®, acaba con Espa?a metida en una profunda crisis social, moral y pol¨ªtica. Las se?ales de p¨¦rdida de autoridad de quien gobierna y de desconcierto en la tropa, en el electorado, y en los poderes del entorno, se multiplican. La insinuaci¨®n de N¨²?ez Feij¨®o, primer suplente en el banquillo del PP, sobre la conveniencia de que Rajoy reflexione sobre su futuro en caso de un mal resultado en las elecciones locales y auton¨®micas, dado el car¨¢cter presidencialista del sistema pol¨ªtico, adquiere valor rupturista.
Al PP todo le sale al rev¨¦s. Cada d¨ªa se incorpora un nuevo cuadro a la galer¨ªa de retratos de la corrupci¨®n, con lo cual las promesas regeneracionistas del Gobierno parecen una broma de mal gusto. Y la resistencia a asumir responsabilidades es ya motivo de escarnio: Rajoy est¨¢ marcado por el caso B¨¢rcenas para siempre. Cualquier intento de retomar la iniciativa se vuelve en contra del PP porque es dif¨ªcil recuperar el pulso cuando se ha asumido la doctrina marianista de que nunca pasa nada. Quisieron hacer del caso Rato virtud y lo que han conseguido es meterse en un l¨ªo descomunal, con Montoro se?alado por el uso partidista de la informaci¨®n fiscal y con el garantismo jur¨ªdico en el limbo. Y crece la sensaci¨®n de alejamiento de la realidad, personificada en un presidente que insiste en un discurso triunfalista ajeno a la percepci¨®n ciudadana y se empe?a en negar el deterioro institucional que todo el mundo identifica.
Al PP todo le sale al rev¨¦s. Cada d¨ªa se incorpora un cuadro a la galer¨ªa de la corrupci¨®n
Sin embargo, hay una diferencia importante con 1996. Entonces, hab¨ªa una sola opci¨®n alternativa, el PP, que representaba un proyecto pol¨ªtico e ideol¨®gico claramente distinto, dentro del marco de la alternancia bipartidista. Ahora, quien deber¨ªa asegurar el relevo ¡ªel PSOE¡ª no puede garantizarlo porque est¨¢ siendo arrastrado por una crisis que no es s¨®lo de un partido, el PP, sino que es de un r¨¦gimen pol¨ªtico con cuyos vicios se le identifica igual que a la derecha. El PSOE no consigue aparecer como alternativa, ni es siquiera capaz de capitalizar los progresos en derechos individuales del par¨¦ntesis zapaterista. Los nuevos partidos-acontecimiento, surgidos de la crisis social y de r¨¦gimen (Podemos) y de la brecha abierta en el bipartidismo (Ciudadanos), son una inc¨®gnita tanto en su capacidad para cuajar como organizaciones como en su potencial renovador. ¡°El cambio se hace al cambiar¡±, este parece ser el esp¨ªritu del momento. No hay que tenerle miedo. Al contrario, es una oportunidad: estamos ante una crisis de r¨¦gimen y, al final del ciclo electoral, se deber¨¢ afrontar una renovaci¨®n institucional para optimizar la representaci¨®n ciudadana y adecuar la gobernanza a las exigencias de una sociedad compleja.
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