La fe no basta
El presidente debe explicar por qu¨¦ quiere ser candidato y para qu¨¦ quiere un nuevo mandato
Era improbable que Mariano Rajoy respondiera a una pregunta sobre su futuro sin declararse candidato a la reelecci¨®n, como hizo ayer en un foro p¨²blico. Pero ni desvel¨® las ideas con las que piensa acometer la operaci¨®n ¡ªm¨¢s all¨¢ de insistir en las perspectivas de mejora econ¨®mica¡ª ni tampoco el equipo con el que pretende hacerlo o su voluntad de pacto. Solo dijo que ¡°les ir¨¢ bien¡± a los que le escuchen, como si confiar en su persona fuera la ¨²nica opci¨®n razonable en medio del actual panorama.
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La declaraci¨®n del presidente del Gobierno responde a su conocida alergia a los cambios, inspiradora de la poca importancia que ¨¦l y sus colaboradores han dado al temblor pol¨ªtico que se ha gestado bajo sus pies. No reaccionaron en su d¨ªa a las encuestas que les anunciaban una p¨¦rdida de confianza de parte de sus antiguos votantes, ni tampoco a dos elecciones que certificaron esa realidad (las europeas de 2014 y las m¨¢s recientes de Andaluc¨ªa). Ni Podemos era un grupo de frikis, ni Ciudadanos es un partido inventado en media hora. Para el caso de que la recuperaci¨®n econ¨®mica se tuerza, Rajoy parece tener ya previstos dos responsables: la inestabilidad pol¨ªtica y Grecia.
Adem¨¢s de la novedad que suponen las fuerzas emergentes, el PSOE ha abordado una operaci¨®n de renovaci¨®n interna. La propia jefatura del Estado se ha mostrado sensible a la necesidad de responder al nuevo clima ciudadano. El ¨²nico que permanece inm¨®vil en el escenario pol¨ªtico es el jefe del Gobierno y l¨ªder del PP, que intenta dar la impresi¨®n de que ¨¦l es el mejor de entre los suyos. Es posible, pero ?por qu¨¦? Tras haber dejado pasar todas las oportunidades de abordar los esc¨¢ndalos de G¨¹rtel y de los papeles de B¨¢rcenas cuando se sent¨ªa m¨¢s fuerte pol¨ªticamente, ahora tampoco se le ve dispuesto a aclarar las sombras que rodean la detenci¨®n de Rodrigo Rato y su casi inmediata puesta en libertad, en el contexto de las consecuencias de una pol¨¦mica regularizaci¨®n fiscal. Todo lo que supone conflictivo queda aplazado para m¨¢s adelante, pese a los estragos de imagen.
Ganar tiempo, conseguir un segundo mandato, ?para qu¨¦? Espa?a ha estado al borde de ver intervenida su econom¨ªa, la amenaza del independentismo catal¨¢n no ha sido conjurada y los esc¨¢ndalos continuar¨¢n pesando sobre los pr¨®ximos meses y a?os. Diferir los problemas convierte en tarea muy dif¨ªcil hacer pol¨ªtica, salvo que se entienda por tal la ins¨®lita idea de aprobar 40 leyes de un plumazo en verano, aprovechando los ¨²ltimos rescoldos de la mayor¨ªa absoluta parlamentaria.
Hay que entender la declaraci¨®n presidencial como una advertencia a su partido para que calle aunque los resultados del 24 de mayo sean malos. Pero pedir un acto de fe no basta. Es dif¨ªcil mantenerse en La Moncloa sin explicar para qu¨¦ se quiere el puesto ¡ªalgo m¨¢s estimulante que la suposici¨®n de que sus rivales son peores¡ª y en qu¨¦ ser¨¢ diferente el nuevo mandato del que se encamina a la estaci¨®n t¨¦rmino con tantos problemas acumulados.
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