El sabor es lo primero
Poner el gusto por encima del resto de sentidos en la cocina es un clich¨¦ que no por manido resulta acertado. La textura de los alimentos tambi¨¦n marca la diferencia La melosidad del pescado o la tersura de unas hortalizas son cualidades que la industria alimentaria no ha sido capaz de imitar todav¨ªa
Desde que empec¨¦ a estudiar en la escuela de cocina hasta ayer mismo, vengo escuchando como un mantra la consigna ¡°el sabor es lo primero¡±. Ya sea el juez de un concurso de arroces, un experimentado cocinero que concede una entrevista o un cronista gastron¨®mico que justifica un art¨ªculo. Todos esgrimen ese axioma a la hora de evaluar un plato. S¨ª, por supuesto que se valora la calidad de los productos, la originalidad de la elaboraci¨®n, su textura, su presentaci¨®n y el respeto a las propiedades de los ingredientes mostrado por el cocinero, tema para una tesis en s¨ª mismo. Y, sin embargo, siempre terminan diciendo que ¡°el sabor es lo primero¡±.
Hoy en d¨ªa, gracias a diferentes especialidades, entre ellas la psicolog¨ªa experimental, sabemos que los sentidos est¨¢n interconectados. El ejemplo m¨¢s recurrente es ese conocido ensayo del profesor Charles Spence, de la Universidad de Oxford, citado tan a menudo: cuando hizo degustar al p¨²blico participante media ostra tal cual y la otra media, que era la misma en realidad, escuchando el sugerente sonido del mar a trav¨¦s de unos auriculares, ?cu¨¢l fue el resultado? Que la media ostra que se prob¨® oyendo el sonido de las olas se sent¨ªa con un sabor m¨¢s yodado y marino.
Poner el sabor por encima del resto de los sentidos es poner a este al margen de ellos. Hagamos una prueba en nuestra casa. Comamos cualquier cosa con la nariz tapada, obviando el aroma y centr¨¢ndonos exclusivamente en el gusto. ?Qu¨¦ nos encontramos? Un desorden sensorial. Al no estar acostumbrados a degustar sin oler, dudamos hasta de lo que percibimos. Si el sabor fuese el valor por excelencia, no har¨ªan falta el resto de los sentidos. Veamos cu¨¢n inveros¨ªmil es esto con otra prueba: ?nos imaginamos comiendo un plato en una cuadra? ?O dentro de una urna herm¨¦tica de cristal en el centro de un vertedero?
Bien, hagamos una ¨²ltima reflexi¨®n. En el mundo hay cuatro veces m¨¢s productos con sabor a fresa que fresas. Las empresas que fabrican aromas hace mucho que han logrado imitar y reproducir el gusto y olor de casi todo lo que conocemos, confundiendo sin reparos a nuestro ¨®rgano m¨¢s c¨¦lebre. Pero algo que la industria no ha logrado hacer todav¨ªa es repetir las texturas naturales. La tersura de una verdura o la melosidad de un pescado son inimitables, al menos de momento. Si tuvi¨¦semos que evaluar una merluza rebozada y esta estuviese reseca, ?estar¨ªamos seguros de que lo importante ser¨ªa el sabor? Si aceptamos el gusto como el medio de referencia, por encima del resto de los sentidos, implicar¨¢ aceptarlo en cualquiera de sus modos y formatos, incluidos los simulados y artificiales que nos cuelan cada d¨ªa. Y son muchos.
Espuma de humus y vinagres
Los garbanzos son ricos en hidratos de carbono y prote¨ªnas. Aportan minerales como el calcio para los huesos; el f¨®sforo para el cerebro; el hierro para la sangre; y magnesio, sodio y potasio para regular el equilibrio h¨ªdrico y participar en la formaci¨®n de hormonas, enzimas y anticuerpos, que previenen de infecciones y alergias. Son fuente de vitaminas, fibra y ¨¢cidos oleico y linoleico. Aportan 3,41 kilocalor¨ªas por gramo, por lo que hay que moderar su ingesta en dietas para perder peso.
Ingredientes
Para 4 personas
Para la crema simple de garbanzos
- 175 gramos de garbanzos
- 40 mililitros de jugo de ave
- 9 mililitros de aceite de oliva virgen extra
- Sal
Para la espuma de humus
- 250 gramos de crema simple de garbanzos
- 10 gramos de jugo de ave
- Una hoja de gelatina
Para los vinagres ligeros
- 500 mililitros de agua
- 150 mililitros de vinagre de sidra
- Minizanahorias
- Minipuerros
- Pepinillos y rabanitos
- Piment¨®n y perejil picado
Instrucciones
1. La crema simple de garbanzos
Hidratar los garbanzos en agua durante 12 horas. Cocer en un caldo de verduras en una olla exprés durante 25 minutos desde que se libera presión. Al abrir la olla, agitar los garbanzos con una varilla: esto hará que se separen los pellejos de los garbanzos, que quedarán flotando. Retirar los pellejos con un colador. Escurrir bien y triturar en una batidora, agregando el jugo de ave y sal hasta que quede bien emulsionado. Pasar la crema por un colador fino. Reservar.
2. La espuma de humus
Hidratar la hoja de gelatina en agua fría. Escurrirla bien y disolverla en el jugo de ave caliente. Incorporar el resultado a la crema de garbanzos y homogeneizar con unas varillas. Servir en un sifón. Incorporar una carga de gas, agitar y reservar un mínimo de 15 minutos en nevera.
3. Los vinagres ligeros
Limpiar cuidadosamente las verduras. Reservar. Llevar el agua a ebullición, apartar del fuego, agregar el vinagre y seguidamente las verduras. Dejarlas escabechar fuera del fuego durante 20 minutos. Reservar.
4. Acabado y presentaci¨®n
Servir la espuma en un plato. Aromatizar con pimentón. Disponer las verduras ligeramente envinagradas para comerlas con el humus a modo de picoteo. Terminar con perejil finamente picado.
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